Tenía razón De Guindos, aunque quería decir otra cosa. La gente ha perdido el miedo. Porque ya no tiene nada más que perder. Ayer el pueblo griego desoyó las amenazas y las mentiras de las cancillerías europeas y votó por el cambio. Un cambio histórico. El triunfo contundente de Syriza supone una respuesta digna al austericidio con que la Unión Europea venía castigando al pueblo griego. Ahora comienza una nueva etapa. No será fácil. Alexis Tsipras asume el desafío de obligar a Bruselas (o a Berlín, mejor dicho) a renegociar la deuda. El perdón del 62% de la multimillonaria deuda alemana en 1953 es un interesante precedente, del que Grecia fue partícipe.
Como cuando se elige inquilino de la Casa Blanca, que todos nos sentimos concernidos aunque sin derecho a voto, el domingo todos, al menos los europeos del Sur, nos sentíamos griegos. Porque la victoria de Syriza supone no solo un giro a la izquierda en un país empobrecido por las políticas de ajuste, sino también un rayo de esperanza para los estados mediterráneos especialmente castigados por el Diktat merkeliano. A estas alturas nadie puede negar la repercusión de las elecciones griegas en la política española. Pero esta atención por Grecia no solo ocurre en el Sur. Entre los países rescatados, destaca uno del norte donde también hay encuestas que dan opciones a un eventual triunfo de la izquierda contraria a la amarga receta de la austeridad. Me refiero a Irlanda y al espectacular crecimiento del Sinn Féin de Gerry Adams. El propio Tsipras lo mencionó en su discurso triunfal: “Nuestra victoria es la de todas las naciones que luchan contra la austeridad, y con ellas tendremos un futuro común”.
Sin duda su éxito electoral va a impulsar a las izquierdas en otros estados europeos. Si su gobierno puede funcionar con normalidad y empieza a conseguir algunos logros, eso ayudará al cambio político en otros países. Por supuesto, si la Troika accede a renegociar la deuda, la #southrEUvolution será imparable, de ahí la enorme dificultad de convencer a Bruselas de eso. Pero también es cierto que si entre unos y otros Tsipras no consiguiera sacar adelante su programa, se apagarían rápidamente las esperanzas no solo de los griegos, sino también las despertadas aquí y en otros países.
Ante los asistentes del Foro del Sur de Europa, celebrado los pasados viernes y sábado en Barcelona, pude exponer, en nombre de Chunta Aragonesista, la necesidad de construir una nueva Europa, la de los Pueblos y la de los Ciudadanos y Ciudadanas, frente a la desafección creciente de estos ante las instituciones comunitarias. No es esta la Unión Europea que nos prometieron los Padres Fundadores. Le ha ocurrido como al Nuevo Prometeo, que se ha acabado convirtiendo en un monstruo, como el del Dr. Frankenstein que narró Mary Shelley. Tiene una cabeza deforme, con solo medio cerebro, el económico. Carece de cerebro político, y también de cerebro femenino por cierto. En lugar de corazón tiene la cartera, y le cuelgan unos brazos sociales y laborales cada vez más pequeños. Y casi no tiene ya piernas con las que avanzar, con las que progresar. Estamos sufriendo una UE cada vez menos plural, maniatada por el dogma neoliberal y entregada al servicio del capitalismo (y con el TTIP en puertas, cada vez más un capitalismo feudal). Tenemos una Europa sin alma, porque el alma de Europa la formamos los pueblos, que cada vez pintamos menos. Por eso la ciudadanía da la espalda a la UE, porque la UE nos da la espalda a los ciudadanos y ciudadanas. Necesitamos recuperar la democracia en Europa. Que gobiernen los Parlamentos y no los consejos de administración de las grandes corporaciones.
Todo este debate sobre la austeridad en realidad va de democracia, que nadie se equivoque. Lo que se jugaban los griegos el domingo es si pueden elegir libremente su gobierno o si deben plegarse a las decisiones de quienes detentan el poder sin pasar por las urnas. Por eso, el mandato de Alexis Tsipras debe ser respetado por la Troika. Porque el pueblo griego merece ser tratado con dignidad. Ojalá comience de verdad una nueva etapa en Europa. Si es así. Habrá llegado por fin la hora de la Europa del Sur. La hora de la ciudadanía, por delante de los mercados.