La hostia del año

28 de marzo de 2021 21:22 h

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Media Europa viene a mear la borrachera en los portales y chaflanes mal iluminados de Madrid entre besos y abrazos, jaleada por las exclamaciones de “Libertad! Libertad!” de la presidenta Díaz Ayuso, el alcalde Martínez-Almeida, los únicos hosteleros de España que no han recibido un euro en ayudas directas del Gobierno regional al cual tanto agradecen y el 40% de los votantes según las encuestas, encantados de vivir en la comunidad líder en contagios e incidencia del virus.

La derecha gana la batalla ideológica que planteó en Madrid desde el primer minuto, mientras la izquierda se despista librando una guerra de marketing que a la derecha le da igual perder. Cada vez que Pedro Sánchez o Pablo Iglesias alertan del riesgo de que gobierne la extrema derecha en Madrid, miles de votantes potenciales de Vox se concentran en el PP para que la derrota les resulte tan dolorosa como incontestable el 4M.

La cuarta ola avanza inexorable mientras, de nuevo, los mismos gobernantes que se escudan en los científicos para las malas noticias deciden ignorarlos para darnos un permiso de fin de semana para Pascua; que disfrutaremos pretendiendo ignorar qué estamos haciendo y cuáles serán las dramáticas consecuencias, listos para indignarnos con los demás cuando venga lo peor.

Se acumulan los retrasos y los incumplimientos de farmacéuticas y gobiernos, la UE prosigue una contienda absurda contra AstraZeneca donde parece importar más la arrogancia de un puñado de burócratas que la inteligencia de asegurar los millones de dosis ahora y hacerles pagar su codicia después, nadie se ha dignado aún en explicar cómo es posible que en las neveras de España se acumularan sin administrar un millón de dosis de su vacuna días antes de que, frívolamente, se suspendiera y reanudara su uso… Nada importa, nada afecta, nada altera la consigna de mantener el objetivo del 70% de vacunación, pronunciada como si fuera una oración y una mentira repetida mil veces nos sirviera igual que la verdad.

Se aprueba un plan de ayudas estatal de once mil millones que todos sabemos que llega con un año de retraso, no da ni para empezar a gastar cuanto deberemos gastar para recuperarnos rápido y bien y, además, se va a repartir tarde, mal y a rastras. El error de siempre: gastar menos hoy que podemos gastar más para llegar a la conclusión de que debemos gastar más mañana, cuando ya no podamos hacerlo.

En Catalunya ya están hablando de ir a votar otra vez, mientras JuntsxCat sigue goleando a una pardilla ERC que nunca debió investir a Laura Borràs presidenta del Parlament sin haber atado la investidura de Pere Aragonés; se da en primero de política, en el curso de Patriotismo, Procesismo y Botiflerismo.

Un único megacarguero mal patroneado en el canal de Suez ha generado un atasco visible desde el espacio y va camino de infartar a la todopoderosa globalización, trastabillar el incontenible avance del comercio mundial y demostrar, de nuevo, que la famosa mano invisible de Adam Smith se hace la picha un lío a la primera dificultad.

Hasta Angela Merkel ha tenido que salir a autoinculparse por los errores cometidos por un puñado de gobernantes regionales paralizados por el miedo a tomar decisiones difíciles, malcriados por el liderazgo responsable de la canciller y acostumbrados a echarle la culpa de todo sin que rechiste.

Las señales en el cielo se multiplican. Hay que estar muy ciego para no verlas o tener muchas ganas de ignorarlas. Ya lo avisó Carolina Durante. Se viene la hostia del año como no nos estemos quietos.