Se diría que cada mañana se levantan con el objetivo de hacer daño y lo peor es que su acción termina calando. Nos están tomando los zelotes, el símbolo máximo de la intransigencia y el radicalismo violento. Forman una nube densa y tóxica que impide ver. Muchos ciudadanos abandonan ya las noticias, mientras ellos operan igual tiñendo de angustia e incomodidad los días. Podríamos atender preferentemente a ese espíritu indomable que consigue mantener el mundo en pie, pero al parecer se transmite menos, cotiza menos en la sociedad.
Miles de bolsonaristas piden al ejército un golpe militar para que el ganador de las elecciones, Lula Da Silva, no llegue al gobierno. Los alentó el candidato perdedor al decir que las protestas estaban justificadas, cosa que no es cierta. Como Trump en su día, en una maniobra que culminó con el asalto al Capitolio. A millones de personas les parece normal y en el colmo del delirio a alguien se le ocurre verificar si la Constitución brasileña, cualquier Constitución democrática, arbitra tal posibilidad. ¿Qué grado de desconcierto se está alcanzando?
Y cada día la gota malaya de las infames portadas, púlpitos radiofónicos y televisivos, tertulias, diseñados a conciencia para hacer daño con flagrantes mentiras. ¿Cómo no van a arder en odio los zelotes que reciben su ración cuando quieren?
Hoy andaban felicitándose por el “varapalo” que el BCE ha dado al “impuestazo” del gobierno a los bancos, dicen. Así escriben la historia, al calor de las derechas españolas que lo rechazan. En efecto, el Banco Central europeo que preside Christine Lagarde ha mostrado “su preocupación” por ese gravamen y pide estudiar que lo puedan cargar a los clientes. Impuesto de ida y vuelta. El BCE actúa en la práctica como el Banco de los Bancos, dado que no presta a los Estados sino a los bancos privados y estos lo prestan cobrando intereses. En este momento el BCE tiene dados créditos a la banca española por valor casi 290 millones de euros que les cobra al 1%. Ellos, los bancos, compran deuda pública y perciben (por ejemplo en el bono a 10 años en España) el 3%. Recordemos el millonario rescate que les dio Mariano Rajoy a fondo perdido: parece que los tuviéramos adoptados… o que mandan muchísimo. O ambas cosas.
Presentar la “noticia” tan sesgada es hacer daño a contribuyentes ingenuos (caso de que los haya) y confirmar en sus creencias a votantes de quienes defienden ese trato de favor a los bancos. En cualquier caso el perjuicio nos alcanza a todos.
Otro tema candente con origen y repercusiones es la sanidad pública, haciendo aguas en varias comunidades, preferentemente en las gestionados por el PP. Pero si me permiten, antes de huir ante la palabra “Ayuso”, la de Madrid está llegando al paroxismo y es el modelo de la presidenta in pectore del PP tras la caída en picado de Feijóo. Así que todo es susceptible de empeorar.
Madrid. Un caos inenarrable que ya desencadena dimisiones en masa y que los medios al servicio de Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad, silencian o desvirtúan sin el menor problema ético. Las noticias se agolpan: urgencias sin médicos, un niño que entra sufriendo convulsiones y solo hay una enfermera para atenderlo, una médica que -tras ver en consulta a 70 enfermos y no disponer de un ordenador para hacer recetas- fue agredida por un paciente. Se le ocurrió declarar –según publicó El PaÍs- que había votado a Ayuso pero que estaban destrozando la sanidad pública, y la propia presidenta la insultó hurgando en su vida privada, dijo la doctora.
Un estudio del Colegio de Médicos y los datos del Servicio Madrileño de Salud aseguran que el 92% de los médicos de familia de Madrid han sufrido o sufren agotamiento emocional. Y que los casos más graves han aumentado un 400%. Y encima les insultan desde el gobierno regional. ¿Cómo pueden atender así nuestra salud, que es lo más esencial que tenemos? Y las muertes en las residencias sin investigar, sin asumir…
Pero Ayuso gusta a sus votantes, el personaje les ha salido vistoso y camorrista. Y cuando a alguien le gusta algún tóxico se permite, al parecer, distribuirlo entre la población indefensa que no tiene culpa alguna. Un cúmulo de aberraciones desembocan en algunos desastres.
Cuando iba leyendo esta mañana las noticias en twitter, he visto éste mensaje del pianista James Rhodes. Agredido sexualmente en su niñez, dio nombre a la Ley de Protección a la Infancia del gobierno progresista, y la derecha, ultraderecha y sus hooligans lo han tomado como muñeco de feria al que disparar.
Lo que relata James Rhodes es el pan de cada día. Los críticos, los vulnerables a deshumanizar, la gente de izquierdas, sufren el ataque feroz de la idiocia violenta, adiestrada para hacer daño. Agudizada en el caso de las mujeres, sobre todo mayores. A menudo, utilizan auténtico sadismo. De ahí a pedir un golpe de Estado va un solo paso. En medio, una crispación insoportable en la sociedad que merma el sosiego, empeora dolencias, impide dormir bien –hay datos tremendos del mal dormir de los españoles actuales-. Y no es de esperar que Twitter corte lo que no ha hecho hasta ahora con Elon Musk, menos con la crisis que ha desatado. Y además los violentos no están solo en las redes; proliferan por doquier.
Cuenta Julio Rodríguez, “el general de Podemos”, que “Schadenfreude” es una palabra alemana derivada de “schaden” (daño) y “freude” (alegría), que remite al gozo que algunos sienten al ver el mal ajeno. Y añade que debería haberse inventado en España... a la vista de los muchos de esos “disfrutadores” que tenemos“. Y no puede definirse mejor el problema.
Hay que tomarse este asunto muy en serio. El odio ya se sienta en los Parlamentos y gestiona gobierno aupados por la idiocia violenta en muchos casos. Dos fuerzas antagónicas en pugna con el apoyo mayor a la desestabilizadora. La rabia en origen encuentra mejor cauce en los furiosos que no reflexionan y buscan volcar sus bilis allá donde más daño hagan. A veces las trazas del malestar se ven, otras el odio parece vocacional.
Cantaba Luis Eduardo Aute hace muchos años: “Yo te apunto con el corazón, tú disparas con balas de hielo. Cuerpo a cuerpo. Contra el amor, contra el odio y también contra ti. Contra la vida, la muerte y también contra mí”. Parece que no hubiera cambiado tanto en consecuencia. Es la condición humana, los agredidos que agreden o los “disfrutadores” del daño ajeno. Pero puede que pocas veces se haya alimentado tanto y extendido tan gravemente con efectos visibles. Escribía hace solo un par de días de ese espíritu indomable que conduce a muchas personas a dejarse la piel por otros, a las mil formas de ser activista del altruismo y la dignidad. ¿Cuál es la clave que dirige hacia uno u otro camino?