La portada de mañana
Acceder
16 grandes ciudades no están en el sistema VioGén
El Gobierno estudia excluir a los ultraderechistas de la acusación popular
OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

Igualdad de género: no es un asunto menor

Ska Keller

Eurodiputada alemana verde. Fue la única mujer candidata a presidir la Comisión Europea —

La igualdad de género es un asunto aparentemente clave en la agenda comunitaria. Ya el Tratado de Roma situaba como objetivo la igualdad de salarios entre hombres y mujeres. Cincuenta años después, este objetivo no se ha logrado. Cierto es sin embargo que en las instituciones la igualdad salarial ya no es un problema. Las diputadas cobran lo mismo que sus colegas varones, y tampoco hay diferencias entre los miembros de la Comisión. El problema aquí tiene que ver con algo tan fundamental como la presencia menor de mujeres. El Parlamento Europeo ha estado desequilibrado desde su fundación. Actualmente, un 37% de los diputados son mujeres, por encima del 35% de la anterior legislatura. Como candidata verde en las elecciones del 25M, fui la única mujer que aspiró al puesto de presidente de la Comisión Europea. Para la Comisión en su conjunto, la situación parece peor, mucho peor.

La Comisión saliente tenía solo 9 mujeres. Ya era una cifra muy baja. Pero incluso esta cifra será recortada ahora si las cosas no cambian. Sólo cuatro mujeres han sido nombradas hasta ahora por los Estados miembros para formar parte de la Comisión. Cuatro para 28 puestos. Es una cuota ridícula. El Parlamento exige desde hace tiempo que haya al menos un 40% de los puestos ocupados por mujeres. El propio presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, se comprometió a presentar una Comisión con un 40% de mujeres. Pero los Estados miembros simplemente no las nombran. La igualdad de género se limita a los discursos y a aleccionar al resto.

Cuando hablamos de desigualdad de género en el mundo, todo el mundo la condena. Los políticos europeos deberían comprender que la lucha por la igualdad no se consigue solamente con planes de acción contra la violencia machista, aunque sean imprescindibles. En realidad, la política es como el sector privado: mayor igualdad de género y diversidad conducen a un éxito mayor porque ensancha el campo de experiencias y puntos de vista en los que se fundamentan las decisiones. La misma diversidad sería buena en sí misma para la toma de decisiones políticas. Después de todo, estamos decidiendo sobre políticas económicas y sociales, estamos votando sobre objetivos climáticos y presupuestos... Todo afecta a las mujeres, aunque en muchas ocasiones no de la misma manera que a los hombres. Si no hay mujeres presentes en la toma de decisiones, también estarán ausentes de las propias políticas.

La igualdad de género también es fundamental para la democracia. La sociedad global está formada por un 50% de mujeres. Si no están representadas de la misma manera en los procesos de toma de decisión, en los lugares y posiciones que realmente importan, sus voces no serán escuchadas ni sus necesidades se verán cumplidas. Que la representación cuenta es algo que las minorías no han dejado de experimentar: si no estás representado, eres invisible.

La igualdad de género no es algo “que está bien tener”, es crucial para la democracia. Las Comisiones y los Parlamentos con menos del 50% de mujeres simplemente no son democráticos. Por eso es absolutamente justificado que el Parlamento se rebele. De momento, no parece que nuestras demandas vayan a tomarse en serio. Junker ya está cediendo y rebajando el límite de mujeres. El nuevo umbral es “no menos que Barroso II”, lo cual significaría no menos de nueve. Pero eso incluso será difícil de alcanzar. Con todas las posibilidades debatidas y filtradas, el máximo que se alcanzará, parece, es ocho. Ocho mujeres de 28.

Nosotros, los Verdes, siempre hemos defendido la igualdad de género. Y no sólo esto, sino que la hemos puesto en práctica con cuotas, copresidencias y en nuestras políticas. Pero en este asunto, el apoyo a favor de más mujeres en la Comisión se ha extendido. Una mayoría opina que lo que se ha ofrecido es muy pobre, ya sean cuatro, ocho o nueve mujeres. Y el Parlamento tiene un arma en sus manos que puede usarse para imponer este criterio: puede rechazar la Comisión. Sin el consenso de los eurodiputados, ningún comisario puede acceder al cargo. Es un arma poderosa y creo que no debemos tener miedo a usarla.

Sólo si el Parlamento se mantiene firme, los Estados miembros se darán cuenta de que no pueden hacer simplemente lo que les plazca. El respeto al Parlamento sólo se reforzará entre los Gobiernos si ven que la Cámara no cede ante unas exigencias mínimas. Esto ha funcionado bastante bien para el nombramiento del candidato a presidente de la Comisión. La mayoría insistió en que las preferencias de los votantes fueran respetadas y el más votado fuera el primero en tratar de lograr una mayoría en el Parlamento, y así fue. Espero que no hayamos perdido este impulso en apenas unas semanas.

La desigualdad de género se reproduce a sí misma con el tiempo. Mientras los niveles más altos estén dominados por los hombres, más hombres que mujeres serán apoyados para alcanzar esos niveles. Cuantas menos mujeres haya, menor es el ejemplo para nuevas generaciones de mujeres. Es necesario que sea normal para una mujer aspirar a un puesto de trabajo elevado. Tenemos que romper este círculo vicioso con fuerza. No va a suceder por sí solo.