Tres imágenes simultaneas de ayer tarde. Ana Mato maquillando los duros recortes de su reforma sanitaria desde el púlpito del hemiciclo; una ciudadana de a pie preguntándole en plena calle a Cristóbal Montoro por seguridad de sus ahorros en Bankia; Mariano Rajoy demostrando su serenidad tomándose un cafelito en un bar cercano al Congreso de los Diputados. moreSi, esos cafés que él no necesita recortar para hacer frente al repago de los medicamentos puestos en marcha por la ministra. Tres imágenes que me han recordado otra, la de Viacheslav Mólotov, sempiterno ministro de Exteriores de Stalin. De él dicen los historiadores que pasó décadas sin pisar jamás las calles de Moscú, por la que se movía siempre en su coche oficial, totalmente ajeno a los sufrimientos del pueblo al que decía servir. La visión de la vacía bancada parlamentaria del Gobierno es siempre bochornosa. Ayer, durante el entierro del estado del bienestar, fue demoledora.