Invocar en sede parlamentaria a la Armada, al ejército, para defender las costas españolas. Proponer el uso de buques de guerra para defender España como si fuera una fortaleza que está siendo atacada. El líder de la oposición, el candidato más votado en las últimas elecciones generales, ha avalado que su portavoz en el Congreso, Miguel Tellado, dé un paso más en su viaje a ningún lugar bueno para una democracia. Alberto Núñez Feijóo plagia la tesis de la derecha que está a su derecha y se doctora en neofascismo al enarbolar la bandera de la xenofobia con un discurso anti-inmigración que antes ya han firmado Le Pen, Abascal, Orban o Meloni. Una tesis cuyas fuentes documentales son los datos falsos, los bulos y las fake news creadas en los laboratorios de fundaciones como Disenso o Heritage. No se sabe bien si Feijóo no busca el cum laude o simplemente que no le echen del club de futuros gobernantes.
Sería interesante sondear y saber cuántos encuentros, reuniones, comidas o atardeceres en los campos de golf han compartido los miembros del PP con los mentores de esos think tank para que el PP se haya decidido a aportar su granito de arena a la internacional del nacional-populismo grabando en la mente de las y los ciudadanos, en el imaginario popular, esa imagen, esa idea (falsa) de que la inmigración es un peligro para nuestra seguridad nacional.
Lo que han hecho los del PP en sede parlamentaria es peligroso, es usar el lenguaje del enemigo invisible para tacharlo de peligro, es alimentar el rechazo a un grupo social que está en situación de desventaja, es estigmatizar a nuestras vecinas y vecinos migrados para sembrar sobre ellas y ellos la duda, la sospecha. Sobre ellas y ellos y sus hijas e hijos. Este jueves el PP apostó por una retórica que dinamita la convivencia y evidencia un doble peligro que no deberíamos evitar quienes desde los derechos humanos actuamos en distintos ámbitos profesionales y del activismo.
Las palabras de Tellado en sede parlamentaria, o las de Nuñez Feijóo sobre la infancia que migra hace un par de días en Onda Cero, confirma la peor de las noticias para la convivencia. No solo es que el partido con más intención de voto en la actualidad cree que agitando el fantasma de la “invasión” extranjera desde las costas africanas va a pescar los votos que le faltan. Sino que si esto es verdad (y para la desgracia de todos lo es) es porque existe un enorme caladero de votos entre la ciudadanía que ha cambiado su sistema de creencias sobre la inmigración y que con sus conversaciones cotidianas y a través del boca a boca son el mejor canal de difusión de bulos y mentiras.
Es a esos votantes anti-inmigración a los que hoy hablaba el portavoz popular y hace un par de días su líder. Es a esos votantes anti-inmigración a los que tenemos que hablar, saber hablar, quienes sabemos que las mujeres, bebés, jóvenes y hombres que llegan a nuestro país no son el peligro, no son el problema, no son nuestro enemigo, no nos están invadiendo. El reciente informe del Foro para la Integración Social de los Inmigrantes lo desmiente con datos y hechos. Las personas que migran a nuestro país ni son tantas como nos hacen creer ni acaparan la sanidad pública ni reciben más ayudas que el resto. Pero creo que debemos ir más allá al desmentir los bulos que circulan, ni las políticas migratorias en España son permisivas y laxas ni el trato a la población migrante por parte de las administraciones y los cuerpos policiales están exentas de racismo y prácticas discriminatorias que merman su acceso a derechos. Es decir, en España a las personas que migran no se las trata ni con tanta tolerancia ni manga ancha como hacen creer los bulos de la extrema derecha y ahora del PP.
Sin embargo, de esto no puede presumir el PSOE. Porque el partido de Pedro Sánchez en materia migratoria y de fronteras es un lobo con piel de cordero cuando por la vía de los hechos ya está llevando a cabo parte de las políticas represivas que reclama el PP y sobre las que la extrema reclama unas cuantas vueltas de tuerca más. Pero de sus ya existentes políticas anti-inmigración el PSOE no puede presumir porque perdería sin dudarlo buena parte de su electorado y de sus apoyos políticos. Es imposible olvidar cómo bajo la autoridad del ministro del Interior que, tras la sesión del Congreso en donde se ha escuchado al PP pedir la intervención de la Armada, se mostraba indignado se han producido algunos de los sucesos más oscuros en nuestras⸠fronteras: la masacre de Melilla y la devolución en grupo de personas menores de edad migrantes en Ceuta.
El propio PSOE ha impulsado el Pacto europeo sobre Migración y Asilo de la UE, que recoge esa perspectiva policial de la migración que ahora debe resultarle insuficiente al PP. Un modelo migratorio para la Europa que lidera Von der Layen que quiere redefinir la protección internacional desde un enfoque de “seguridad de las fronteras” y no de “seguridad humana”, también para las personas menores de edad, eliminando la protección reforzada que tiene la minoría de edad en una fórmula parecida a la que está impulsando el ministro de Política Territorial.
Esa es la paradoja, que al PP no le importa ahondar en la temeridad de su discurso anti-inmigración en el contexto actual porque le da votos y refuerza sus alianzas de gobierno, mientras el PSOE no puede alardear de lo que está ya ejecutando porque su sostén electoral se le desplomaría bajo los pies. Mientras eso sucede, y va a seguir sucediendo, desde la defensa de la democracia y los derechos humanos tenemos que estar en los lugares pequeños, invisibles y comunitarios donde también se educa, se sensibiliza y se crea conciencia y convivencia. Es momento de hacernos responsables desde la proximidad, la empatía y la pedagogía de escuchar a quienes hoy dan credibilidad a todos esos bulos desde la ignorancia o la fragilidad, cuando no desde las dos cosas; y hacerlo no solo desde las redes sociales porque si lo que queremos es que cale el discurso que humaniza tenemos que bajar al barro y apoyar a las que los que están desde hace años. Contra los discursos anti-inmigración es tiempo de comunidad y vecindad.