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Israel radicaliza su nacionalismo

La sociedad israelí, encabezada por políticos conservadores nacionalistas, se ha radicalizado profundamente. La inmersión lingüistica del hebreo ha llegado a extremos aislacionistas, su visión del mundo se centra en ellos y todo aquel que discrepa mínimamente es un enemigo, un antisemita.

Los mensajes que suelen lanzar sus políticos, van siempre en esta dirección. No admiten la más mínima discrepancia ya sea de países que piden llegar a acuerdos de paz con los palestinos como con la prensa extranjera que trabaja dentro de sus fronteras.

En las últimas elecciones de 2013 el partido del primer ministro, Binyamín Netanyahu, perdía mucho peso aunque fue el partido más votado, la derecha nacionalista se fortaleció, al igual que el partido de izquierda sionista Meretz.

La consecuencia es que la sociedad está mucho más cerrada que hace quince años. El inglés y el hebreo se compartían simultáneamente pero la inmersión lingüística a la que han sometido a la población ha dado como resultado que muchos israelíes no hablen o no quieran hablar en inglés cuando alguien se dirige a ellos.

En los años 90 el dos por ciento de los militares que hacían el curso de oficiales llevaba kipa (el solideo que llevan los judíos ortodoxos) mientras que ahora el porcentaje es del 40%, según el Canal 10 de televisión.

“Pasear por las calles de Jerusalén se ha convertido en algo asfixiante” comentaba Alan Green, un estudiante norteamericano de la Universidad Hebrea. Siempre ha sido una ciudad cerrada y dominada por las diferentes religiones pero esta situación va en aumento.

Desde la ropa utilizada por las mujeres al aumento de restaurantes y hoteles kosher en donde hay que seguir una serie de normas muy estrictas: no mezclar alimentos, los ascensores no funcionan normalmente en sabath (la fiesta de los sábados) ni en cualquier otro día no laborable. Y estamos hablando de hoteles de cuatro estrellas que se ofrecen en todas las agencias de viajes a los turistas.

Los militares controlan la calle metralleta en mano pero también vestidos de paisano. Estas dos periodistas se toparon en una conocida tienda de café con un ciudadano con vaqueros y camiseta blanca comprando sus productos con su metralleta colgada del hombro.

Minutos más tarde otro individuo sin uniforme pero también con la metralleta se paseaba por el Centro Comercial Mamilla, el más lujoso de la ciudad.

Controlar todo lo que les rodea

Y es que el tema de la seguridad les obsesiona. Registrar un bolso en un supermercado o en amplias tiendas es lo habitual. La televisión pública es muy manipuladora y trabaja mucho el concepto del enemigo y la supervivencia del Estado de Israel. Ven enemigos donde no los hay.

Recientemente la Revista de Medio Oriente, con fecha 3 de septiembre, publicaba un informe en donde analiza el papel de la prensa española durante los bombardeos de agosto en Gaza. Se centra en los corresponsales de ABC, El Mundo, El País, la agencia EFE y TVE para censurar su forma de trabajar. La citada revista critica que hayan hecho un periodismo “centrado en reflejar el drama humano de los gazatíes” y que “los medios aceptasen fuentes palestinas como verdades absolutas relegando las versiones israelíes a una cuestión opinativa” . También acusan a estos medios de “buscar fuentes palestinas sin rigor”.

Pero ante esta acusación de hacer un periodismo centrado en explicar el drama humano hay que resaltar que, en una zona de 365 kilómetros cuadrados, una quinta parte de la provincia de Guipúzcoa, con una población de 1,7 millones de personas y 913.000 refugiados, el cien por cien de la población se vio afectada en los suministros de agua y electricidad ya que fueron bombardeadas sus infraestructuras, que 240.000 personas tuvieron que dejar sus hogares y convertirse en desplazados, 55 familias fueron asesinadas en su totalidad, murieron más de 1.269 personas y 7.110 fueron heridos. Suficiente para que los periodistas expliquen el drama humano.

Para los políticos y los medios de comunicación a nivel público el gran enemigo es Hamás pero la realidad es que sus políticas de combate a los que perjudican es a la población civil. “Que Hamás utilice escudos humanos no autoriza a Israel a dispararlos”, declaraba Antonio Zubillaga, responsable de la UNRWA (Naciones Unidas) en Gaza, denunciando el “brutal” nivel de destrucción.

El abuelo de Alexander

“Mi abuelo siempre me decía que cualquier día vienen los palestinos y nos echan de aquí”, afirma tajantemente Alexander, un vendedor de artesanía que suele instalarse en la zona peatonal de restaurantes y bares. Y ese mensaje es el que mejor ha penetrado en la sociedad.

A pesar de todo, frente a un sector de jóvenes conservadores y religiosos también hay otro que intenta “pasar de todo”, comenta a este diario un corresponsal inglés. “Hablamos mucho de la guerra pero al final estamos hartos de todo” añade Alexander. De hecho los movimientos a favor de la paz son minoritarios y sus manifestaciones, escasas.

Netanyahu está siendo muy criticado por la prensa del país y por un sector de su gobierno por no haber sido lo suficientemente contundente con los bombardeos de Gaza. Pero por su parte los dirigentes palestinos tienen intención de acudir a la Corte Penal Internacional para acusar a Netanyahu de “genocidio”.

Mientras tanto la veterana dirigente de la OLP, Hanan Ashrawi, declaraba a El Correo que “Israel no tiene la más mínima intención de buscar una solución. Quieren acabar con el pueblo palestino y todo lo demás son excusas”.

Los beduinos al igual que los palestinos también son expulsados de sus territorios para poder construir nuevos asentamientos de colonos judíos, informaba recientemente el diario Haaretz.

A pesar de que el gobierno actual es muy conservador y nacionalista, todavía reciben críticas de sectores más ultras. La actual ministra de Justicia, Tzipi Livni, ha visto cómo la mitad de su familia le retiraba la palabra por moderada. Cada día se impone más el modelo del ministro de Exteriores Lieberman, que ha llegado a afirmar estar de acuerdo con la idea de llevar a cabo “la ejecución de los parlamentarios árabes que no expresen lealtad al Estado sionista y la expulsión de los ciudadanos árabes de Israel”.

Este moldavo de 56 años encabezó la avalancha de judíos que llegó a Israel procedente de la Unión Soviética para convertirse en una de las minorías más influyentes. Su familia, de hecho, vive en uno de los asentamientos israelíes dentro de Cisjordania, concretamente en Nokdim, al sureste de Belén.

Lo único que realmente les preocupa del resto del mundo es que dejen de comprar sus productos ante las llamadas al “Boicot a Israel” como el que pide la diputada Khlida Jarrar o a que este verano el aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv estuviese cerrado dos días. Obviamente durante los bombardeos de agosto el turismo descendió. Sin embargo los israelíes de más alto nivel siguen viajando. Su destino preferido es Alemania y en segundo lugar Barcelona.

Tel Aviv había sido siempre y lo sigue siendo la ciudad abierta donde la vida es más parecida a cualquier otra ciudad mediterránea. Pero aquí la situación también va cambiando lentamente. En Sabath todo estaba abierto pero la presión de los religiosos hace que en primera línea de mar, Tel Aviv sea una ciudad abierta pero a partir de la calle Ben Yehuda en segunda línea, ya sólo hay un supermercado y una farmacia abierta y en la tercera calle ya está todo cerrado.

La tendencia a encerrarse en sí mismos va en aumento.