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Jacinto, Illueca y el umbral

Alejandra Jacinto, en el acto de pegada de carteles de Unidas Podemos en el barrio madrileño de Usera.

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València y Madrid viven, de cara a este 28M, situaciones distintas con algunos parecidos. La hegemonía del Partido Popular en el País Valenciano, que duró veinte años, se rompió en 2015, tanto en la comunidad como en el ayuntamiento, y ahora la pelea es por mantener las victorias que la izquierda ya consiguió; el dominio del Partido Popular sobre Madrid se rompió en 2015, pero sólo en el Ayuntamiento. Que IU-CM no entrara en la Asamblea impidió que las izquierdas, con más votos que la derecha, gobernaran. Y el breve periodo de cambio en la capital no duró más de cuatro años.

La segunda diferencia tiene que ver con las expectativas. En el caso valenciano, es perfectamente concebible revalidar tanto la alcaldía como la presidencia, pero todo el mundo asume que la diferencia radicará en no demasiados votos y aún menos escaños o concejales. La Comunidad de Madrid, seamos realistas, se da por perdida, sobre todo ante una Ayuso que parece determinada a sacar unos resultados similares a la ola azul con la que arrasó en 2021. Y una tenue esperanza se dibuja en la capital cuando se compara la popularidad de Ayuso con la de Almeida y se tiene en cuenta la previsible mejoría de los resultados del PSOE. Fue el propio Almeida quien admitió, hace poco, que la idea de una coalición entre Más Madrid, el PSOE y Unidas Podemos en la capital le quitaba el sueño.

Por la parte de Unidas Podemos, gran parte del protagonismo se lo han quedado Alejandra Jacinto y Héctor Illueca, candidatos en las autonómicas, en detrimento de Roberto Sotomayor y Pilar Lima. No son tan conocidos entre el electorado general. Y esto, particularmente en el caso de la Comunidad de Madrid, es un problema: en 2021, con Pablo Iglesias como candidato, Unidas Podemos logró 263.871 votos, un 7%; en 2019, con Isa Serra, una candidata más desconocida, la coalición entró por la mínima: 181.231 votos y un 5,6%. El umbral es el 5%. Y Alejandra Jacinto, a niveles electorales, se parece más a Serra que a Iglesias, por más que se trate de uno de los perfiles más valiosos y con talante más constructivo que quedan en Podemos. Segundo dilema: si entra, podrá obligar a Ayuso a pactos con Vox por no tener esta absoluta, pero tampoco cambiaría radicalmente el destino de la Comunidad.

Illueca tuvo un comienzo de campaña mucho más bronco, insistiendo en una valentía retórica para distanciarse de Compromís, a quienes atacaba de forma excesiva e incomprensible para mucho votante dual. Pero los resultados de Unidas Podemos en la Comunidad Valenciana, en concurrencia perpetua con Compromís, no han sido históricamente tan malos. Lo que pasa es que ahora se presentan sin casi posibilidades en el Ayuntamiento y sin el beneficio ni de las generales simultáneas de 2019 ni de la ola del cambio de 2015. Por ponerlo peor: se presentan, también, en un momento de debilidad orgánica inaudito en la historia de la formación. Y los candidatos de sus competidores directos, tanto Mónica como Rita, tanto Baldoví como Ribó, son mucho más conocidos, más valorados y hasta más votados

Desearía que tanto Jacinto como Illueca superaran ese umbral del 5%, igual que deseo ver a Rita Maestre y a Joan Ribó como alcaldesa de Madrid y alcalde de València. Alejandra Jacinto es una valiosa luchadora por el derecho a la vivienda y sería una fortuna contar con ella una legislatura más en la Asamblea de Madrid. Pero la campaña, para que eso suceda, no puede permitirse ni salidas de tono ni excentricidades como la lona de Roberto Sotomayor en el barrio de Salamanca, que sirve, sobre todo, para que voten más y con más ganas los muy movilizados votantes de derechas. La campaña no puede ser ruidosa e incomprensible. Y los candidatos no deben prestarse al ruido, menos aun al intento de apuñalar a sus semejantes. Ojalá haya suerte y los votos se impongan al umbral; si no la hay, y lo pregunto con un poso de tristeza, ¿acaso nos costará demasiado explicar los motivos y entender por qué razones?

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