Jennifer Hermoso, Audre Lorde y la batalla contra el silencio
Nos han educado en respetar el miedo por encima de nuestra necesidad de un lenguaje que nos defina. Mientras aguardamos en silencio a que llegue ese lujo definitivo que es la ausencia de miedo, el peso de ese silencio acabará por ahogarnos
Una de las frases que la feminista Audre Lorde escribió en uno de sus textos se ha convertido en un emblema de esta época: “Tu silencio no te protegerá”. En el ensayo que recopila varias de sus reflexiones, Hermana otra (Horas y horas editorial), Lorde hablaba del poder de la palabra y de la dificultad de abandonar el silencio, porque hablar, enunciar, expresar, decía, implica un acto de autoconocimiento que asusta. Pero también porque existe la idea de que el silencio te evitará problemas y por el importante papel que el miedo juega en nuestra socialización como mujeres. Lorde, sin embargo, subraya que el silencio no protege ni evita seguir sintiendo miedo o inseguridad, ni desde luego asegura no sufrir comportamiento o agresión alguna. El silencio no nos protege, porque permite que todo siga igual.
En los últimos años, la máxima de Lorde se está contagiando entre mujeres. Hablar es ahora mucho más frecuente de lo que lo era antes. No es que no callemos, todavía lo hacemos demasiado, pero desde luego tomar la palabra para contar el machismo que sufre una o que sufren otras es un fenómeno que ha estallado en estos tiempos. Y tiene consecuencias, la primera: una gran perturbación del sistema.
La última gran sacudida ha sido el caso Luis Rubiales. Muchísimas mujeres eligieron lo opuesto al silencio para señalar lo sucedido: fue la voz de miles de mujeres la que desde el primer momento subrayó que aquel beso ni era normal ni era aceptable y, sí, era machismo. Esa voz colectiva articuló el #SeAcabó para llevar la denuncia de lo concreto a lo general, del caso aislado al entramado cotidiano. Las jugadoras de la selección retroalimentaron esa voz, y Jenni Hermoso alzó la suya, solista sí, pero acompañada.
Lo ha hecho hasta el último paso: formalizar ante la Fiscalía su denuncia, un hecho indispensable para que la acción penal contra Rubiales pueda prosperar. Y lo ha hecho después de que sucedan dos fenómenos contradictorios: por un lado, un fuerte apoyo social cocinado al calor de la pedagogía feminista de la última década; por otro, una reacción mucho más minoritaria pero alimentada de los estereotipos de siempre que cuestionan a las víctimas.
“La trituradora intentará pulverizarte en cualquier caso, hables o no”, escribía precisamente Audre Lorde. Hermoso parece haberla escuchado. Pero hay que tener en cuenta que no todas las mujeres están en la misma posición que la jugadora. Si de algo sirven las miles de historias contadas alrededor del #SeAcabó es para comprobar, no solo que el acoso y los comportamientos machistas siguen a la orden del día, sino para constatar el miedo de tantas a perder sus trabajos, a ser penalizadas de alguna manera si osan romper el silencio. También sigue existiendo el miedo a no ser creídas, a ser tachadas de exageradas y mentirosas.
La ruptura del silencio perturba al sistema porque la sociedad ya no puede hacerse la tonta. La violencia y el acoso están ahora ahí, en la superficie, y eso obliga a hacer algo. Eso destruye las ideas con las que hemos crecido, que no era para tanto, que solo te pasaba a ti, que era un caso aislado, que fue tu culpa, que algo hiciste, que tocar a una mujer sin consentimiento es solo una broma, que tratarnos como a bobas era caballerosidad, que ellos solo están jugando, que no tienen mala intención o que estaban confundidos. El miedo es el veneno con el que pretenden comprar nuestro silencio para que parezca que algo cambia sin que nada cambie.
Pero ahí está Lorde para retarnos: “Podemos seguir escondidas en un rincón, eternamente mudas, mientras nuestras vidas y las de nuestras hermanas son desperdiciadas, mientras se deforma y destruye a nuestras hijas e hijos, mientras se envenena nuestra tierra: podemos permanecer en nuestro espacio seguro, mudas como peces, sin que por ello tengamos menos miedo”.
Jennifer Hermoso ha decidido llevar su ruptura del silencio, incluso, hasta lo penal. Otras no lo harán, bien porque no todos los comportamientos tienen reproche penal, bien porque quienes los sufren no se sentirán legitimadas o capaces de afrontar la vía judicial. Llegar a ese punto nunca debe ser una exigencia para quien sufre el comportamiento o la agresión que sea. La exigencia debe ser colectiva y enfocarse en que la responsabilidad de poner las condiciones para que el miedo disminuya y los silencios se rompan, para que exista detección, prevención y reproche, es compartida, y nunca un asunto personal o privado.
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