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Es jodido y es angustioso

21 de agosto de 2021 21:50 h

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No hay ningún lugar en el mundo tan lejano como para que lo que ocurra no nos afecte de alguna manera

No me pregunten cómo pero desde mediados de semana me he visto inmersa en una red de ayuda que intenta sacar de Kabul a personas que defendieron e intentaron la instauración de un Estado de Derecho en Afganistán. No me lo pregunten porque no puedo decirlo. No sería justo con ellos y hay momentos en la vida en los que hacer puede más que contar. Lo único importante es que hora a hora y angustia a angustia he podido vivir el difícil camino para sacar a unas familias de un infierno en el que ya son buscadas puerta por puerta, dado que han dado la cara, dado que los talibán saben quiénes son. 

No es algo nuevo, en 2017 fueron asesinados más de 60 jueces y fiscales en Afganistán por venganzas de los talibanes pero también por el crimen organizado. Los españoles somos tan magníficos muchas veces, que ya desde esa fecha ha habido personas y organizaciones implicadas en conocer la lucha de esas y esos juristas. Algo que ha resultado ser muy importante. El primer problema para llevarlos hasta un lugar seguro es que los que se esconden ahora mismo, cambiando de lugar, temiendo que la puerta que les cobija pueda ser la siguiente en la que resuenen los culatazos, es conseguir corredores seguros en los que ellos mismos confíen. Esto no va de ventanillas burocráticas a las que acudir o no solo. Me indigna que se hable con ligereza de esta cuestión, como si fuera fácil tan solo que los amenazados lleguen a dar una dirección o un teléfono para recogerlos. 

Por eso es tan importante el papel de las personas que tuvieron la inquietud y la valentía de ir a interesarse por su vida hace unos años y que mantienen con ellos vínculos personales. A ellas si han sido capaces de confiarse y de ese modo es cómo me he visto involucrada en una red de seguridad tejida entre personas particulares, gentes de buena voluntad, cargos públicos y autoridades españolas y norteamericanas. Hacen falta redes informales y formales para conseguir sacar de allí a cuanta gente amenazada sea posible. A ellos y a sus familias. A veces sus familias les preocupan más que ellos mismos. Por ese motivo no podemos ni debemos mencionar ni sus nombres ni sus cargos ni nada que pueda identificarlos. Ya ha habido casos de represalias tomadas sobre familiares de personas que han logrado llegar a Europa y de los que algunos medios o tuiteros han dado los nombres. No nombres, no cargos, no identificaciones. 

La cuestión, como ven, pasa por enlazar esas vías informales y de confianza que algunos tejieron en su día con los mecanismos oficiales de ayuda y ahí es dónde un periodista con una agenda plural, mestiza y que va desde los desposeídos hasta el poder, puede tener alguna utilidad. Eso es lo de menos pero también es una forma de darle sentido a este oficio. 

Lo cierto es que la situación es complicada. Aborrezco esos comentarios frívolos que parecen criticar como si esto fuera tan fácil como expedir billetes en una agencia de viajes. No lo es. Es jodido y es angustioso. Es jodidamente angustioso, les digo la verdad. En el caso que nos ocupa y cuando escribo esto hemos conseguido que algunas de esas personas lleguen a seguro dentro del aeropuerto de Kabul pero aún nos debatimos para que otras lo consigan. 

Conseguida la confianza de los amenazados hay en muchos casos que hacer llegar su problema concreto y sus coordenadas a las autoridades que pueden facilitar la evacuación. España está facilitando salvoconductos y plazas en sus aviones a muchas de estas personas pero nuestro país no está en condiciones de hacerlas llegar al aeropuerto de Kabul. ''This is to certify that the persons listed below are under the protection of the Government of Spain and are sponsored by to take a flight...'', el papel mágico, el abracadabra de la salvación. Hace demasiado tiempo que no tenemos gente sobre el terreno y no podemos salir a buscar fuera del aeropuerto a nadie. Las personas del servicio consular español están trabajando a marchas forzadas. Solo los norteamericanos están llevando a cabo misiones de rescate para poder llevar a las personas más en riesgo y más significadas hasta una entrada segura del aeropuerto de Kabul –Se pueden imaginar. La lista es interminable. Las prioridades las asignan ellos– La angustia del que espera escondido en un lugar del que no se puede mover –para que le encuentren los buenos– pero al que pueden llegar antes los que le buscan es terrible. No hay forma de que nadie pueda asegurar cuándo o cómo. Nos falta más personal militar en las puertas de acceso al aeropuerto, incluso en las más recónditas y, por tanto, más seguras. Se ha dado el caso de que algunas de estas personas han logrado llegar a una de ellas pero el soldado norteamericano que las vigilaba les ha dicho que sin efectivos españoles que se hicieran cargo no podían aceptar su entrada. 

Quiero que sepan que hay decenas de personas –seguro que centenares, pero les hablo de lo que sé– estableciendo puentes, tocando puertas, recabando los nombres de los amenazados y la forma de contactar con ellos, haciendo llegar las demandas a los organismos nacionales o supranacionales… Mientras ellos permanecen escondidos y temen ser engañados. Algunos han recibido mensajes fake en sus correos electrónicos de falsos militares americanos que les ofrecen ''I have a secured business proposal for you'' y que no son sino trampas. Hay que enviar los mensajes hacia arriba y desmentirlos o confirmarlos. Hay que… Hay gente muy conocida y gente muy anónima sirviendo a esas redes, buscando resquicios, dando esperanzas y solo les hablo de los esfuerzos por rescatar a juristas, jueces, fiscales y cargos públicos de la Justicia. Pero no es fácil, no es nada fácil. No por los aviones o por las evacuaciones o por la organizada llegada al ''hub'' de Torrejón, es por la casi imposible entrada al aeropuerto, es por el riesgo de abandonar los escondites y lograr llegar al lugar donde el salvoconducto tiene algún vigor. 

No es fácil. Me gustaría que los que intentan aprovecharse de esto para la mediocre lucha partidista local hubieran pasado estas noches pasando mensajes y datos y coordenadas de madrugada, a personas situadas en tres continentes intentando hallar vestigios de esperanza para los que solo tienen una oscura habitación o un sótano o una trastienda en la que esperar o la libertad o la muerte. 

Hay gente haciendo que no habla y gente hablando que no hace.  

Hay gentes dando sus desvelos y sus contactos cuyos nombres no puedo darles.

Hay personas cuya esperanza y cuya vida dependen de ese silencio. 

Es muy jodido pero cuando alguien logra llegar al avión, con su familia … entonces…