Estos diÌas se cumplen diez anÌos del gobierno del Partido de los Trabajadores en Brasil (PT), segunda victoria de una fuerza de izquierdas en el Cono Sur despueÌs del triunfo inicial de ChaÌvez. Precisamente estos diÌas he tenido la oportunidad de asistir al Congreso que ha celebrado el PT en Brasil y creo que es maÌs que relevante que, desde el otro lado del AtlaÌntico, tomemos nota de qué ha pasado y queÌ estaÌ pasando tras maÌs de una deÌcada de profundos cambios en AmeÌrica Latina.
En primer lugar, sin estas dos victorias iniciales de la izquierda difiÌcilmente se hubieran catalizado el resto de eÌxitos en el Cono Sur. El hecho fundamental han sido los distintos procesos de acumulacioÌn de fuerzas que ha llevado a la regioÌn a ser gobernada por heterogeÌneas fuerzas de izquierdas cuya foÌrmula cambia en funcioÌn de cada paiÌs. En un ejercicio de gran simplificacioÌn, podemos encontrar tres estrategias de construccioÌn de mayoriÌas capaces de derrotar a la derecha. Unos, desde el municipalismo y las experiencias de democracia participativa a nivel local como el PT o el Frente Amplio de Uruguay. Otros emergieron desde el liderazgo y la capacidad de sumar en una alternativa poliÌtica el descontento y las movilizaciones despueÌs de la implosioÌn de corruptos gobiernos neoliberales como Ecuador y Venezuela. Y finalmente, encontramos los procesos de confluencia de las movilizaciones, los movimientos sociales y los sectores populares en el triunfo del MAS en Bolivia. Podemos decir a rasgos generales que esas han sido las tres formulas que han permitido la victoria y hegemoniÌa de la izquierda en el Cono Sur. Las izquierdas latinoamericanas son diversas y plurales, con modelos muy distintos entre si y alianzas diferentes en cada paiÌs; pero todas tienen un rasgo en comuÌn del que debemos aprender la izquierda europea: la apuesta decidida de superar el modelo neoliberal y la recetas del FMI. Tener claro quién es el “enemigo” a derrotar maÌs allaÌ de las diferencias.
Para hacerlo, y esa es una de las recetas del eÌxito del PT de Brasil -que jamaÌs ha conseguido la mayoriÌa parlamentaria-, han articulado alianzas que representaban mucho maÌs que la izquierda tradicional. El movimiento PAIS en Ecuador, el Frente Amplio en Uruguay y el mismo PT acogen en un seno tendencias que van desde la socialdemocracia hasta la izquierda radical pero todas con un mismo punto en comuÌn que es el consenso de que las recetas neoliberales no eran la solucioÌn para el crecimiento econoÌmico ni la superacioÌn de las desigualdades, y sobretodo, ser conscientes de la capacidad transformadora del diÌa a diÌa de millones de personas a traveÌs de la poliÌtica.
Sacar a millones de personas de la pobreza, crear empleo o alfabetizar a la poblacioÌn no es soÌlo “redistribuir para crecer”, como deciÌa Lula en su receta econoÌmica, sino que tambieÌn es el principal instrumento para dar dignificar a las personas y darles poder y libertad. Combatir las desigualdades y la pobreza ha comportado tambieÌn la articulacioÌn de la ciudadaniÌa.
Para ello alliÌ han coincidido en el mismo proyecto poliÌtico sectores que nos resultariÌa inimaginable concebir en Europa unidos en un mismo proyecto poliÌtico.
Creo que, actualmente, la principal batalla contra el neoliberalismo se debe jugar en Europa. Y estos diÌas hemos tenido la oportunidad de constatar que desde la izquierda del Cono Sur tambieÌn compartimos esa visioÌn.
Por eso, y consciente de las diferencias, debemos aprender mucho de la izquierda latinoamericana. Sabiendo que nada es sencillo y que siempre existen contradicciones, debemos tener claro que sin confluir y articular mayoriÌas que combaten la hegemoniÌa no hay alternativa. Y tambieÌn saber que para ello es necesario el respeto a la diferencia y no dar por rota nunca la posibilidad de consenso. Eso es recuperar la poliÌtica.
El Foro de Sao Paulo es buena prueba de ello, acogiendo en su seno a partidos que en sus respectivos paiÌses estaÌn enfrentados electoralmente entre sí, pero capaces de articular con sus pares de la regioÌn puntos baÌsicos de consenso que han pasado de la reivindicacioÌn a aplicar con eÌxitos poliÌticas alternativas al neoliberalismo y al imperialismo americano, permitiendo plantar cara a la hegemoniÌa en el relato y en la praÌctica . El FSP ha sido y es un modelo de eÌxito y desde Europa deberiÌamos empezar articular un espacio estable de coordinacioÌn entre fuerzas de izquierdas y ecologistas, que vaya maÌs allaÌ de las familias europeas estancas y que elabore una agenda comuÌn europea para superar el austericidio y el autoritarismo actual. Además, hay que construir puentes con LatinoameÌrica que nos permitan elaborar un decaÌlogo global.
Debemos aprender del Sur, de su vitalidad y creatividad pero debemos establecer un diálogo bidireccional, cuestionar el desarrollismo y la miopiÌa medio ambiental en muchos casos y entender que el fortalecimiento de la democracia, la transparencia y la coherencia son una prioridad. Debemos ser exigentes con ellos para que superen el modelo extractivista en el que actualmente está basado su crecimiento, pero sin los aires coloniales de otros tiempos, sin dar lecciones porque ahora las lecciones de coÌmo volver a hacer posible el suenÌo de al izquierda nos las dan ellos.
El socialismo llegoÌ a AmeÌrica del sur en barcos, con inmigrantes y exiliados europeos de principios del siglo XX, entre ellos el fundador de PSUC Joan Comorera. Pero hoy el socialismo viene de vuelta del sur al norte. Tomemos nota y aprendamos las lecciones que nos llegan, porque de momento, en Europa, la batalla la estamos perdiendo.