(Te recomiendo leer este artículo mientras golpeas una cacerola con una cuchara. Si no quieres abollar el menaje puedes usar una de esas apps con cacerolada grabada, y a todo volúmen, pues el sonido es imprescindible durante la lectura)
El gobierno ha podido cometer algunos errores en la gestión de la crisis del coronavirus. Como otros países, no supo valorar bien la amenaza para prevenir y anticiparse. Una vez iniciada la crisis, ha tenido que improvisar medidas inéditas, lo que siempre implica fallos y rectificaciones.
El gobierno ha cometido errores en la gestión de la crisis del coronavirus. Reaccionó tarde, no atendió a tiempo los avisos internacionales y de expertos. Una vez iniciada la crisis, falló en disponer de recursos suficientes, y junto a las comunidades autónomas no protegió como debía al personal sanitario ni las residencias de mayores.
El gobierno ha cometido graves y numerosos errores en la gestión de la crisis del coronavirus, y por eso España está entre los países con más muertos. Desoyó sistemáticamente los avisos previos, y después ha fracasado en evitar el colapso del sistema sanitario y en proteger a la población más vulnerable, mientras ha paralizado la economía.
El gobierno ha sido negligente ante la crisis del coronavirus, y esa negligencia ha costado casi treinta mil muertos y una profunda crisis económica. No quiso tomar medidas cuando todavía estaba a tiempo, y ha tratado de encubrir su incapacidad con un confinamiento como no ha habido en ningún otro país, y que ha hundido la economía.
El gobierno ha sido criminal en la crisis del coronavirus, y es culpable de la muerte de casi treinta mil personas y la miseria para millones de trabajadores y empresas. Su ceguera ideológica, alentando las manifestaciones del 8 de marzo cuando ya sabía que el virus estaba entre nosotros, disparó los contagios. Su respuesta ha sido un confinamiento totalitario, que suprime libertades y va a dejar la peor crisis económica y social en la historia de España.
El gobierno criminal está aprovechando el coronavirus y los treinta mil muertos para avanzar en su agenda oculta. Favoreció la propagación del virus, convocó manifestaciones feministas y permitió otros actos públicos multitudinarios para después imponer un estado de excepción encubierto, liquidando las libertades y destrozando la economía para hacer inevitable su intervencionismo estatal. No le importa arruinar el país si sirve a sus propósitos políticos.
El gobierno criminal de socialistas y comunistas está usando sin ningún disimulo el coronavirus para acabar con la democracia, la libertad y el estado de derecho. No solo organizó manifestaciones feminazis, sino que además hizo que personas de buena fe bajasen la guardia, como quienes acudieron al acto de VOX en Vistalegre desconociendo el riesgo que corrían. El confinamiento es una gran mentira: no ha impedido la muerte de decenas de miles de españoles, y a cambio ha permitido imponer un autoritarismo que nos acerca más al modelo bolivariano que tanto admiran sus socios de gobierno.
El gobierno socialcomunista ha visto en el coronavirus la ocasión que esperaba para imponer su régimen. De la mano del feminazismo propagó por toda España el virus, y ha utilizado los miles de asesinados por su acción criminal para convertirnos en otra Venezuela: un país sin democracia ni libertades, empobrecido y donde la oposición es señalada y perseguida. O defendemos hoy nuestro país saliendo a las calles, o mañana no habrá país.
El régimen socialcomunista está usando la crisis del coronavirus para exterminar a sus adversarios políticos. Lo intentó primero en Vistalegre, donde consiguió que miles de inocentes patriotas se encerrasen con Ortega Smith y lo abrazasen y tocasen y besasen, buscando un contagio masivo y fatal. Como no lo consiguió, ahora está permitiendo que miles de inocentes patriotas salgan a la calle en plena pandemia, sin distancia de seguridad y algunos hasta sin mascarilla, para que se contagien entre ellos y causen baja, mientras los afines al régimen permanecen a salvo confinados en sus domicilios.
El régimen sanchista, tras hacer todo lo posible por que el coronavirus se extendiese por España, se ha propuesto ahora desactivar la resistencia de los españoles que se niegan a vivir en una dictadura. Para ello, sus servicios secretos han organizado protestas callejeras mediante la acción de elementos infiltrados que se hacen pasar por vecinos de aquellos barrios donde más oposición encuentran sus planes. La maniobra es muy burda, es evidente que se trata de infiltrados, solo hay que ver lo cutres que son sus disfraces de pijos derechistas, parecen sacados de una telecomedia que buscase caricaturizar a los votantes de derecha que habitan en los barrios de renta alta: con sus fachalecos, sus señoronas estiradas, sus palos de golf y ¡hasta un descapotable! Se les ha ido la mano con el camuflaje, les hemos pillado, ni caso, compatriotas, no salgáis más a la calle con las cacerolas que todo es una trampa del régimen.
(ya puedes descansar la cacerola. ¿Hasta qué párrafo estás de acuerdo? ¿A partir de qué párrafo empiezas a sentirte incómodo? ¿Cuándo dejas de tomártelo en serio, cuándo te da la risa o ganas de llorar? Habrá quien se plante en el primero, el segundo, el tercer párrafo como mucho. Habrá quien recorra medio artículo con toda convicción antes de empezar a dudar. Y hasta habrá quien se deje caer por el tobogán conspiranoide hasta el final, enterito)