No está el panorama, con el escándalo del espionaje de por medio, como para que el presidente del Gobierno hable de “política sana”. Tampoco era día para irse por los cerros de las comisiones millonarias en la compra de mascarillas en Madrid, como hizo a gritos desde la tribuna el socialista Pedro Casares mientras lo jaleaba su bancada. Y mucho menos para sacar a pasear a ETA, como eligió el popular Jaime de Olano mientras su partido está en medio de la “operación moderado” que Feijóo interpreta cada vez que se sube a las tablas del teatro nacional.
En el Congreso se ven y se escuchan cosas que la gente no creería. No se atacan naves en llamas más allá de Orión, ni se atisban rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser, pero se escucha a una ministra justificar el espionaje político como si tal cosa o se grita ¡otra!, ¡otra! a un orador como si acabase de rematar la última faena de la tarde en Las Ventas. ¿Se perderán todos esos momentos en el tiempo como las lágrimas en la lluvia? ¿Es hora de morir?
Más allá de metáforas, esa es la verdadera pregunta. ¿Ha entrado la legislatura en barrena? El Gobierno logró este jueves in extremis sacar adelante el decreto de medidas urgentes para paliar la crisis provocada por la guerra. No se sabe si por un ejercicio de responsabilidad con los ciudadanos de Bildu, como dijo su portavoz; si por un reparto de papeles entre los abertzales y ERC para que no decayera la norma o porque verdaderamente Sánchez sigue teniendo una flor en el trasero y sale airoso de cualquier trance que se le ponga delante.
El caso es que los españoles mantendrán el descuento de 20 céntimos por litro de gasolina y los camioneros, las ayudas directas; a los inquilinos no les podrán subir más de un 2% el alquiler de la vivienda; los perceptores del ingreso mínimo vital seguirán cobrando un 15% más; el IVA de la electricidad seguirá al 10%... Pero lo que resta de mandato no se presenta en absoluto plácido para un Gobierno en el que hasta su socio de coalición le pone día sí y día también en el disparadero. Habrá, sin duda, más sobresaltos.
No se trata de que este espacio sea el diario de otro escéptico, pero España está fibrilando con la inflación y el escándalo del espionaje, el Gobierno ha quebrado la confianza de la mayoría parlamentaria que lo sostiene y el PP anda desesperado buscando una derrota de Sánchez que le ayude a proclamar el final de la partida. Todo está supeditado a lo que ocurra el 19 de junio en las elecciones andaluzas porque, si como dicen ahora los de Génova verdaderamente no quieren a Vox en un gobierno presidido por Moreno, los resultados podrían traer un verdadero cambio de paradigma respecto a la actual política de vetos. De momento, que los de Feijóo hayan perdido la ocasión de abstenerse al menos en un decreto al que se le podrían añadir algunas cosas, pero no quitar una sola de ellas, no invita al optimismo ni distingue al nuevo líder del PP de Casado o de su estrategia del “no es no” y tierra quemada.
El Camba que habita entre nosotros diría en todo caso que hay instantes parlamentarios que contribuyen a ese desafecto ciudadano por casi todo lo que ocurre entre las paredes del hemiciclo y en los que solo se aprende de los ujieres y las taquígrafas porque son los únicos que por muy desatadas que anden las pasiones de la política no pierden nunca la compostura. O los socialistas se emplean a fondo en recomponer la mayoría parlamentaria que los sostiene en La Moncloa y en reestablecer la confianza quebrada con sus socios o el aroma a despedida llegará más pronto que tarde, pese a que al independentismo catalán se le reconozca el arte de amagar pero no dar por aquello de que no les une el amor por Sánchez, sino el espanto por lo que vendría detrás. La titular de Defensa, Margarita Robles, no caerá porque el mismísimo Sánchez ha salido a respaldarla pese a su dislate a cuenta del espionaje, pero alguna responsabilidad, tendrá que asumir alguien por lo que ocurrió en el CNI entre 2019 y 2020, si se demuestran los hechos denunciados. Cada día que pasa, el precio a pagar será más alto.