Creemos que somos todo oídos hasta el día que reparamos en que el lenguaje nos entra por los ojos. Puede ocurrirnos al mirar el lenguaje corporal de alguien que está lejos, alguien que habla pero a quien no podemos escuchar, o cuando desembarcamos como extraterrestres en un país en el que las letras de los afiches o menús no nos dicen nada y cuya lengua no entendemos, por más que nos hablen despacio –o a gritos. O puede pasarnos, como a mí, la primera vez que vemos a un intérprete de lengua de señas.
Eran dos de mis compañeros de clase en la universidad. Vestidos de negro, se turnaban en la interpretación a Libras de la conferencia de una profesora. Libras es la Língua Brasileira de Sinais, la lengua oficial de la comunidad sorda en Brasil y, junto al portugués, lengua oficial del país. Recordaba haber leído –y quizás aprendido, por pura curiosidad– un alfabeto de señales cuando era niña. Pero ahora que los veía, entendía que no deletreaban, que construían oraciones con sentido, un sentido ajeno a mi. No eran solo las manos, movían el cuerpo. Movían los labios, las cejas, los ojos. Sus rostros eran parte del discurso. Eran pura expresión hipnótica y aunque como oyente sabía lo que la profesora estaba diciendo, al mirarlos me di cuenta de que había muchas señales que podía entender.
Cada país tiene su propia lengua de señales. En Estados Unidos es la American Sign Language (ASL), en México, la Lengua de Señas Mexicana, en España la Lengua de Señas Española y en Francia, la Langue des Signes Française (LSF). Libras, la lengua brasileña, surgió a partir de la lengua de señales francesa. En 1857 el maestro francés Eduard Huet abrió la primera escuela de sordos en Brasil y empezó a enseñar a sus alumnos la Lengua de Señales Francesa, pero incorporando los signos que usaban los sordos brasileños de manera informal.
La Federación Mundial de Sordos señala que aproximadamente 72 millones de personas sordas habitan el planeta: una población un poco mayor que Tailandia y un poco menor que Alemania. Y estas personas usan más de 300 lenguas de señas distintas. En las reuniones internacionales se utiliza el Sistema de Señas Internacional, que tiene un léxico limitado e intenta unir señales comunes en muchas lenguas de signos. Es decir, es una lengua pidgin, una lengua mixta creada a partir de una base a la que se le añaden elementos de otras lenguas.
No podemos rastrear cuándo empezaron, pero quizás ocurrió desde antes de que los humanos empezaran a comunicarse con lenguajes orales. Platón, en el diálogo Crátilo del año 360 a.C., escribe que su maestro, Sócrates, había dicho: “Contéstame a esto: si no tuviéramos voz ni lengua y nos quisiéramos manifestar recíprocamente las cosas, ¿acaso no intentaríamos, como ahora los sordos, manifestarlas con las manos, la cabeza y el resto del cuerpo?”.
Para los sordos, el acceso a la lengua de señas, a los intérpretes que los ayuden a comunicarse con el mundo que depende de los sonidos, es un derecho negado en muchos lugares. Cuando veía a mis compañeros interpretar cualquier conferencia, cuando coincidía en clases con algún colega sordo acompañado por un intérprete de la universidad y podíamos intercambiar comentarios sobre lo discutido en aquella clase, sentía que aquella pequeña burbuja universitaria era un mundo más justo. Pensaba en los hospitales, donde nunca había visto intérpretes, en que nunca estudié en la primaria o la secundaria con una persona sorda, en cómo se defenderían ante los tribunales o se moverían por laberintos burocráticos si no los acompañaba un intérprete. Pensaba en cómo los sordos, a veces, parecen invisibles.
Tenemos que entender que las lenguas de señas son lenguas independientes: no se desarrollan a partir de la lengua hablada del lugar en el que se originan, no son un 'equivalente' de cada lengua oral que existe en el planeta. Y están atadas a la cultura: los signos de cucharas y cubiertos no existen en países donde se come con palillos.
Este jueves es 23 de septiembre y desde 2018 la ONU celebra en esta fecha el Día Internacional de las Lenguas de Señas, para recordarle al mundo la importancia de estas para la plena realización de los derechos humanos de las personas sordas. Un día como hoy, en 1951, se fundó la Federación Mundial de Sordos. Hoy todos deberíamos aprender un poco sobre la lengua de señas que se habla en nuestra comunidad. Hoy es un día para darnos cuenta de que a veces, el mundo cabe en un gesto. Y ese gesto puede abrirle el mundo a alguien más.