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OPINIÓN | 'Hablando de federalismos, soberanías e interdependencias', J. Subirats

La libertad de Ayuso

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

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Isabel Natividad Díaz Ayuso es un animal político, eso no lo dudan ni sus adversarios políticos. Pero no es una buena gestora, a pesar de sus mayorías electorales. Además, si analizamos sus formas y sus políticas, resulta bastante incomprensible su popularidad. Su estilo bascula entre la chulería rampante, la provocación macarra y los disparates gruesos. Tan pronto le concede una medalla al ultra Javier Milei, acto que no gustó ni a muchos de su propio partido, como afirma que Mango pertenece al grupo Inditex. Sus meteduras de pata, ocurrencias y despropósitos son ya antológicas. La lista sería interminable. Quizás la sobreexposición que busca su jefe de Gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, incluye que hablen de ella, aunque sea en la sección de ayusadas por su excentricidades y errores.

Se burló de la lucha contra el cambio climático proponiendo como solución el regalo de una maceta a cada madrileño, defendió los empleos basura y los atascos como señas de identidad de la capital. Se hace eco de bulos como el último sobre la boxeadora argelina Imane Khelif, que revelan su transfobia. De hecho, el Tribunal Constitucional ha suspendido parte de las leyes trans y LGTBI de Ayuso entre otras cuestiones por patologizar a menores transexuales y perjudicar a las asociaciones LGTBI.

Asimismo, insultó gravemente al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados, y luego ocultó y rentabilizó ese improperio con el lema: “me gusta la fruta”. Tampoco tiene escrúpulos en instrumentalizar a las víctimas de ETA, como ha denunciado en sucesivas ocasiones Consuelo Ordóñez, hermana del concejal del PP en San Sebastián asesinado por ETA, Gregorio Ordoñez. En este sentido utilizó el eslogan de “que te vote Txapote” en la campaña de las elecciones autonómicas de 2023 para escarnio de las víctimas de la banda terrorista, pero le dio grandes resultados.

Nunca se ha caracterizado por demostrar un gran nivel cultural, a pesar del nombramiento como alumna ilustre por parte del Rector de la Universidad Complutense, Joaquín Goyache. Este reconocimiento resultó incomprensible por el contexto ya que se otorgó previamente a las elecciones en la UCM y en la CAM, aparte de que es una política en activo, y porque siendo la máxima responsable de la política educativa en Madrid tiene asfixiada a la universidad pública. Las seis universidades públicas están infrafinanciadas, mientras que ha facilitado la creación de más universidades privadas hasta alcanzar la cifra de 14 centros. En una Comunidad tan rica como Madrid no existen becas posdoctorales, que sí tienen otras muchas Comunidades, y durante años cancelaron las predoctorales. Estas becas son fundamentales para iniciar una carrera científica y académica. Está claro que la ciencia no está entre las prioridades de la Comunidad de Madrid bajo el mandato de Díaz Ayuso. En su próxima Ley de Universidades, según el borrador de 8 páginas que circula, tiene previsto establecer conciertos con los establecimientos privados para financiar su coste como ya ocurre con la enseñanza primaria y secundaria. Asimismo pretende criminalizar la protesta de los estudiantes, algo aberrante en un lugar donde debe fomentarse el pensamiento crítico.

Lo que sí sabe hacer muy bien Díaz Ayuso es destrozar los servicios públicos, descapitalizando y privatizando su funcionamiento. Tuvo una buena maestra en Esperanza Aguirre. Otra especialidad de Ayuso es bajar los impuestos a ricos nacionales y extranjeros, convirtiendo a Madrid en una especie de paraíso fiscal en España. Convertir a la CAM en el epicentro del dumping fiscal debe ser aquello que dijo de que Madrid es España dentro de España. Y la gran marca de la casa es la proliferación de negocios a la sombra del presupuesto oficial, el capitalismo de amiguetes que permite realizar grandes negocios a algunos elegidos. Incluso se han visto favorecidos familiares y allegados como su hermano, Tomás Díaz Ayuso, que consiguió una comisión estratosférica en plena pandemia por la compra de mascarillas. Que le pregunten a su mentor Pablo Casado al respecto. Por no hablar de su pareja, Alberto González Amador, que no sólo es un comisionista de la Quirón, la principal empresa que gestiona muchos hospitales y servicios sanitarios de la Comunidad de Madrid, sino que es un defraudador confeso. Tampoco sabemos exactamente de quién es la propiedad de los dos pisos en los que vive la presidenta ni quién los paga. Pero estos asuntillos son poca cosa para la derecha mediática, engrasada con los impuestos de los madrileños, que la tienen endiosada. Muchos medios de comunicación afincados en Madrid sobreviven gracias a las jugosas cantidades que les concede, camufladas bajo publicidad institucional. Así que no sorprende que la nombren emperatriz de Lavapiés todos los días. Lógicamente, Díaz Ayuso hace ganar mucho dinero a empresas como las que gestionan los centros concertados, en su mayoría católicos, y a empresas sanitarias como la Quirón, que representa a un conglomerado de fondos de inversión extranjeros. El patriotismo español lo deja para las banderas y las pulseras.

Ahora su proyecto estrella es la Fórmula 1 donde se van a despilfarrar miles de millones de los contribuyentes madrileños. Pero en los todos los centros de salud faltan médicos y pediatras. Por ejemplo, en el de Quintana, en el barrio de Argüelles, sólo hay una pediatra durante todo el año, que lógicamente no cubre los turnos de mañana y tarde.  Y cuando la titular falta por vacaciones no siempre ponen un sustituto.  Los niños no deben ponerse enfermos en el turno en que no trabaja la pediatra ni en vacaciones, y si lo hacen tienen que ir a urgencias a echar toda la mañana o toda la tarde con sus padres para consultas no muy graves. Seguramente adjudicar más plazas de pediatras y médicos de familia debe ser costosísimo para las arcas madrileñas. Siempre hay otra opción muy de la filosofía de Ayuso que es pagarte un pediatra privado. Médico privado, colegio privado y universidad privada. Pero los colegios concertados tienen trampa porque, aunque son de gestión privada, tienen financiación pública, aparte de las cuotas que sisan a los padres. Por eso estos colegios tienen mejores instalaciones que los públicos. A la enseñanza pública la salvan sus profesores, la mayoría muy entregados y comprometidos, que además han aprobado una oposición. Menuda herencia envenenada dejó Felipe González con la enseñanza concertada, que el PP ha pervertido hasta situaciones insólitas, regalando suelo público y financiando colegios que segregan por sexo. En Madrid la educación pública es completamente secundaria, está abandonada. De hecho, el protocolo de la CAM para afrontar el calor en los centros educativos públicos este verano era de risa: se recomendaba que los niños estuviesen hidratados y situados en las aulas más frescas siempre que sea posible, pero si la cosa se ponía fea se aconsejaba llamar a 112.

Las políticas sociales brillan por su ausencia. Las residencias de ancianos siguen teniendo muchas deficiencias y carencias. Muchas de ellas a pesar de las altas temperaturas están sin aire acondicionado y sirven fruta podrida. Aunque esto parece poca cosa si recordamos los protocolos de la vergüenza durante la pandemia, que abandonaron a miles de ancianos a una muerte segura sin ninguna atención médica. La política de vivienda es nula. Lo de intervenir el mercado de alquileres y regular los pisos turísticos es propio de comunistas. A Ayuso no le gusta este tipo de legislación porque se debe creer las descerebradas ideas de su admirado Milei. Recuerden que Madrid es la tierra de la libertad. Y el Plan VIVE, anunciado a bombo y platillo, es un fiasco porque son poquísimas viviendas para atender a toda la población de Madrid, están mal construidos y son muy caras, nada de precios sociales. Un piso pequeño de 2 habitaciones supone más de 800 euros de alquiler mensual porque les obligan a pagar el IBI y la comunidad de vecinos. Cabe señalar que, en la promoción de 140 viviendas entregadas en marzo de 2024 en Alcorcón, el 2 de agosto ya se ha caído un muro y les aseguro que no hubo ningún tornado que justificase tal desprendimiento en un edificio nuevo. 

Y si el ciudadano madrileño tiene que pagarse el colegio y el médico y apenas existen políticas sociales para qué sirve la Comunidad de Madrid. La respuesta es sencilla: Ayuso y los suyos trabajan para garantizar chiringuitos y negocietes muy lucrativos a una élite vinculada al Partido Popular de Madrid. Esto debe ser la meritocracia y el espíritu emprendedor del que tanto habla Díaz Ayuso. Los políticos del PP llevan más de 30 años desmantelando los servicios públicos de la región. No son buenos gestores de lo público. También satisface a miles de familias de clases medias que llevan a sus hijos a centros concertados, segregándolos de inmigrantes y niños conflictivos.

Luego Ayuso saca la bandera contra los catalanes, arremete ferozmente contra el presidente Pedro Sánchez, y sólo con eso ya tiene muchos fieles de toda condición socioeconómica. Convertirse en el ariete de la oposición más lacerante contra el gobierno de España le da muchos réditos, aparte de marcarle el paso al líder de su partido, Alberto Núñez Feijóo. También consiguió convencer a muchos de que la libertad, un derecho que ha costado mucho sufrimiento a lo largo de los siglos, se reducía a tomarse unas cañas en una terraza, como si en el resto del país y del mundo no hubiera terrazas. Estas prolongaciones de los bares invaden el espacio público hasta límites insospechados. Por eso entre los hosteleros también tiene muchos seguidores.

En breve, la educación pública y la sanidad pública en Madrid se va a convertir en una suerte de beneficencia para pobres e irredentos de lo público. Huelga decir que los docentes de todos los niveles y el personal sanitario son de los peores pagados de toda España, con el agravante del alto nivel de vida en Madrid. Incluso afirmaría que la enseñanza primaria y la secundaria ya es un gueto frente a la concertada.  Y pronto veremos el infortunio que espera a las universidades públicas con la nueva ley si finalmente financia a las privadas promovidas por los intereses de Atresmedia, los integristas católicos del Camino Neocatecumenal, conocidos como los kikos, o SEK Education Group entre otros. La educación y la sanidad nunca pueden ser un negocio. Eso quiebra la igualdad de oportunidades y los pilares básicos de un estado democrático.

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