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¿Qué libertad de prensa han logrado los países ex comunistas europeos?

El pasado 6 de octubre fue asesinada y violada la periodista búlgara Victoria Marinova. De 30 años, era directora administrativa y presentadora en el canal de televisión privado regional TVN. En su último programa, que se emitió por última vez el 30 de septiembre, abordó un asunto de corrupción en la construcción de carreteras con fondos europeos. Allí entrevistó al periodista búlgaro Dimitar Stoyanov, de la web Bivol, que es socio de WikiLeaks, así como al periodista rumano Attila Biro, miembro del proyecto de periodismo de investigación RISE Romania.

En la última clasificación de Reporteros Sin Fronteras sobre la libertad de prensa, Bulgaria figura en el puesto 111º sobre 180 países, el peor de la UE con diferencia, puesto que es acusada regularmente por la corrupción de su entorno mediático, que viola la libertad de prensa. “El Gobierno es acusado de controlar mediante las subvenciones de la UE los medios de manera muy eficiente sin que el público lo note. Y no sólo los medios públicos, sino también los privados, concentrados en unos pocos empresarios. Sobre todo en el segmento de los periódicos amarillistas opera un poderoso grupo de medios, propiedad de un político, a menudo tildado de oligarca, presto siempre a cualquier vileza, siempre que dé beneficios”, denuncia Aleander Andreev de la emisora internacional alemana Deutsche Welle.

El periodista búlgaro Dimitar Stoyanov cada vez pasa periodos más cortos en su país por razones de seguridad desde que trabaja para Bivol, donde se desenmascaran las actividades de organizaciones criminales y las connivencias entre empresarios y políticos búlgaros. Solo permanece en su país una o dos semanas como máximo, el resto de su vida discurre a más de 1.000 kilómetros de casa, refugiado en la ciudad alemana de Leipzig.

Bulgaria es uno de los países de la órbita soviética que abrazó la economía de mercado tras la caída del bloque socialista y hoy es miembro de la UE y la OTAN. El partido gobernante es Ciudadanos por el Desarrollo Europeo, de centro derecha.

Acontecimientos convulsos como este reciente asesinato nos deberían hacer mirar la evolución de la libertad de prensa y de expresión en los países del antiguo bloque comunista. Una de las libertades que se suponía recuperarían los países europeos procedentes del mal llamado “socialismo real” era la de expresión. Bajo la influencia de la URSS, la libertad de prensa brillaba por su ausencia por lo que, una vez caído el bloque socialista e integrados en el llamado “mundo libre” disfrutarían del acceso a una prensa plural y libre. Si además se incorporaban en la Unión Europea o al menos abandonaban la órbita rusa, el mundo occidental velaría más por la garantía de esas libertades. Hasta aquí lo que se suponía, lo que les contaban y lo que nos contaron también a nosotros. El reciente crimen de Marinova en Bulgaría nos muestra que esa promesa de libertad para el periodismo no está resultando fácil en estos países. Si Bulgaria registra la peor marca de todos los socios comunitarios en libertad de prensa, por detrás de Brasil o el Líbano, otros países del Este europeo como Hungría, Checoslovaquía o la República Checa también están en plena caída libre, según la última clasificación mundial. También Hungría y Polonía han retrocedido. La libertad de prensa muestra un preocupante declive en Europa del Este, según Reporteros sin Fronteras. Repasemos algunos de estos países.

Tras la disolución de la URSS, Hungría se acerca a Europa Occidental, se integra en la UE en 2004 y hoy es gobernada por el conservador Viktor Orbán, líder del partido Fidesz-Unión Cívica Húngara. La revista ctxt entrevista a la filósofa húngara Ágnes Heller (Budapest, 1929), una de las grandes pensadoras del siglo XX, y nos cuenta esto sobre el panorama de la libertad de prensa en su país: “En Hungría no existe ningún diario disidente. Fidesz compró todos los periódicos locales. Hay un canal de televisión y una emisora de radio con información independiente a los que solo se accede en Budapest y en algún otro lugar. Bajo el gobierno de Kadar (se refiere al primer ministro durante la época comunista), la gente oía Radio Europa Libre. Ahora ya no existe Europa Libre, solo hay emisoras estatales que son los conductos de propaganda de Fidesz. Ningún adversario puede acceder a ellas”.

Veamos otro país, Ucrania, que perteneció a la URSS hasta 1991. Allí, según señalaba The Independent el pasado 18 de septiembre, diez periodistas han sido asesinados desde que las protestas del Euromaidán de hace cuatro años derrocaron al presidente pro Moscú, Víktor Yanukovych. La represión de los periodistas es política de Estado, hace apenas unos meses, se propuso un proyecto de ley que otorgaba a los fiscales y a las fuerzas de seguridad poderes para bloquear sitios web considerados una amenaza para el Estado sin una orden judicial. Nada de ello aparece en nuestros medios.

Sigamos. El comité directivo de la Federación Europea de Periodistas (EFJ) denunció el pasado mes de febrero la grave situación por la que atraviesan los periodistas y medios de comunicación de Polonia, otro país comunista hasta la caída del bloque soviético. Allí entró en vigor en 2016 la Ley de los Medios Públicos. Esta iniciativa provocó, según la Federación de Periodistas, despidos masivos de periodistas (450, sólo en la televisión pública), destituciones y dimisiones de cargos directivos, estrangulamiento de medios públicos y privados con multas astronómicas, y trabas permanentes a los periodistas críticos. El gobierno del católico y conservador PiS (Ley y Justicia), presidido por Mateusz Morawiecki, alega, básicamente, que la crítica en los medios es “antipatriota” e insta a la “repolonización” de los valores del país.

El comité de la EFJ publicó finalmente una declaración oficial dirigida al gobierno polaco así como a la opinión pública europea en el que se insta al “cese de la actual situación de represión contra los periodistas y medios polacos”.

Tras la caída del comunismo, Checoslovaquia se divide en 1993 en dos nuevas nacionales: la República Checa y Eslovaquia. En la República Checa, su primer ministro, el derechista y xenófobo Andrej Babiš, está considerado el segundo hombre más rico del país. Desde 2013, tiene el control de los dos principales periódicos del país (Lidové noviny y Metro, que en conjunto tienen más de un millón de lectores checos al día) además de dos emisoras de radio (Radio Impuls, que cuenta con la mayor audiencia del país) y tres estaciones de televisión a través del holding Afrofert, del que es fundador y propietario. Un informe de 2015 de la revista Foreign Policy revelaba que los grupos empresariales de comunicación del primer ministro “suelen hacer una presentación de las noticias afín a Babiš y crítica con sus adversarios”. El pasado año salieron a la luz unas grabaciones en las que Babiš se había reunido con un periodista para pactar algunos contenidos de artículos y programar la eventual publicación de informaciones sobre sus rivales políticos. La situación en torno a los medios de comunicación resultó tan grave que provocó una reunión de la Comisión para las Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior del Parlamento Europeo. Por supuesto, sin ninguna consecuencia efectiva.  

Respecto a Eslovaquia, la otra nación surgida de la partición de Checoslovaquia, el pasado mes de febrero fue asesinado a tiros junto a su novia el periodista eslovaco Jan Kuciak, de 27 años, conocido por sus investigaciones sobre corrupción para el portal de noticias Aktuality.sk. La policía cree que el asesinato de Kuciak está probablemente relacionado con un trabajo de investigación que le ocupaba al periodista sobre delitos fiscales de varios empresarios eslovacos sobre todo de uno vinculado con el partido del Gobierno. En este mismo país, hace diez años que el periodista de investigación Pavol Rypal, que documentaba los tentáculos y operativa de la mafia, se encuentra en paradero desconocido, y desde 2015 está también desaparecido Miroslav Pejko, reportero del diario eslovaco Hospodárske noviny. Tanto Eslovaquia como la República Checa pertenecen a la UE desde 2004.

Son seis ejemplos de países ex comunistas que, con seguridad, hubieran sido actualidad por su falta de libertad de prensa si no estuviesen en la órbita de la Unión Europea. Sus habitantes, a los que se les prometió libertad de expresión una vez derrumbado el bloque soviético, han descubierto que siguen sin poder acceder a una prensa libre, la diferencia, como ya señaló Ryszard Kapuscinski, es que los países han pasado de la burda censura policial durante el comunismo a una censura más refinada donde el mercado, la publicidad y unos gobernantes oportunistas han tomado el relevo. Eso sí, ahora ya no se les critica desde occidente, forman parte del “mundo libre”.