Comenzó la Asamblea Ciudadana de Podemos, y no está defraudando. Hasta el día 28 de este mes hay plazo para presentar borradores acerca de los principios organizativos, políticos y éticos que guiarán a la nueva formación. Posteriormente, hasta el 15 de octubre, se podrán conjugar los documentos que tengan más afinidades. Todo ello desembocará en el encuentro presencial del 18-19 de octubre donde se presentarán las distintas propuestas, que se votarán del 20 al 26. El modelo resultante pondrá las bases para la presentación de candidaturas a los órganos internos, proceso que finalizará el 15 de noviembre.
Hasta aquí el atractivo calendario marcado por el equipo técnico. Podría decirse que el tirón mediático del grupo promotor haría de este periplo un paseo triunfal para sus propuestas, pero puede que al final no sea del todo así. El propio proceso que han diseñado abre esta oportunidad.
Este lunes el núcleo formado por Pablo Iglesias y sus colaboradores más cercanos presentaron sus propuestas, con dos titulares importantes: apuestan por la confluencia para las municipales, sin descartarlo del todo para las autonómicas; y renuevan su defensa de un modelo centralista y vertical como modelo organizativo del partido.
El documento político del que sale el primero de los titulares es una lectura clara, contundente, del momento político actual. “La ventana de oportunidad (es) profunda pero estrecha y no eterna”, escriben. Se refuerza la posición política de oposición al Régimen del 78 a la vez que, tras reconocer el papel crucial del 15M para “avejentarlo”, se plasman los límites de la movilización social. Hace falta algo más, de ahí la apuesta electoral a lomos de una “máquina política, discursiva”, que no se cierre a las alianzas.
La influencia teórica de Ernesto Laclau se vuelve a notar en el enfrentamiento entre “restauración oligárquica” y construcción “de un pueblo soberano”. Esta pretensión retórica de tomar la parte por el todo, que alimenta la transversalidad de su discurso en pos de la unidad popular, es potente y está bien armada. Otra cuestión, en la que no entraré aquí, es que convenza a todo el mundo.
Lo decisivo de este documento político es que trasluce la necesidad de una herramienta organizativa para alcanzar el poder político desde el plano electoral. Y sobre eso hay que discutir. Tras el 25M hay grietas “en el imaginario del orden” que “permite avanzar las hipótesis más arriesgadas y audaces”. La discusión gira así hacia la estrategia, pero sin perder ciertos principios.
Se marcan así una serie de “requisitos de la nueva política” que se exigirán a “las candidaturas de unidad popular y ciudadana”. Estas deben utilizarse para “transformar la situación, no para hacerle matices”. Se renuncia asimismo a “construir esas candidaturas mediante redes clientelares, dedazos, imposiciones o acuerdos bajo mesa”.
Es en este punto cuando el salto a la propuesta organizativa que formula el mismo grupo, sorprende; aunque solo en parte. No arriesga, tampoco transforma el modelo de partido imperante en el Régimen del 78; tan solo matiza, y desde su verticalismo se presta a las imposiciones desde arriba. Y sin embargo encaja con la hipótesis populista de Laclau, para quien “la ausencia de liderazgo” implica “el desvanecimiento de lo político”. También concuerda con los llamados a la eficacia que expresa el documento político.
El borrador organizativo arranca garantizando la independencia financiera, y así se rechazan las “grandes donaciones” —sin precisar cuantías— o el endeudamiento con la banca. Las garantías de control, transparencia y supervisión económica del partido y sus representantes son constantes en el documento.
Sin embargo, una vez se estudia el organigrama resultante de los poderes otorgados a la Asamblea Ciudadana, el Consejo Ciudadano, el Consejo de Coordinación y el Secretario General, se entiende la decepción que la propuesta ha generado en las bases. Este último goza de amplios poderes: puede convocar Asambleas a cualquier nivel, proponer los miembros del Consejo de Coordinación, o revocar libremente a estos cuando le plazca. Por contra la Secretaría General se blinda, exigiendo el aval del 25% de los inscritos de Podemos para iniciar un referéndum revocatorio —con los datos de hoy, 31.000 avales—. Es lo mismo que costará también a las bases iniciar un revocatorio de algún miembro del Consejo de Coordinación. Las cifras de avales necesarios para revocar a dos, tres, etc. sería cuestión de ir multiplicando.
La iniciativa política también se expresa en una relación 1-30.000. Es decir el/la Secretario/a General, o la mayoría simple del Consejo Ciudadano, pueden convocar directamente una consulta vinculante. Sin embargo quienes no formen parte de estos órganos deberán reunir avales de al menos el 20% de los inscritos en Podemos. Aunque se cede la portavocía a cualquier miembro relevante de Podemos, en la práctica la figura del Secretario/a será central en el discurso.
El Consejo de Coordinación, cuyo número sigue expresándose con vaguedad (10-15 personas), se presenta como el equipo ejecutivo de confianza del Secretario/a. Se dividirá en las Secretarías que proponga aquel, encargándose de coordinar las Áreas del otro órgano ejecutivo del partido, el Consejo Ciudadano.
Compuesto por 81 miembros, 17 de ellos barones autonómicos, a este amplio Consejo se le atribuyen “funciones ejecutivas” en lo que sería “la dirección política” de Podemos. La periodicidad de sus reuniones no superará los 3 meses —entre medias las funciones ejecutivas recaen en el Consejo de Coordinación—, y se le atribuye un mínimo de 17 Áreas. Al establecer el propio Consejo Ciudadano su reglamento, aún no se sabe cómo se escogerán a los responsables de cada Área ni su conexión con las bases.
Continuamente aparece en el documento un requisito extraño: el aval de técnicos cualificados para iniciar diversas propuestas, convocatorias y consultas desde los Círculos —relegados a un papel secundario de debate y difusión—. Los comités de expertos han sido el santo y seña legitimador de los últimos gobiernos en su destrucción de lo público. Como resistencia se ha enarbolado a menudo la bandera del saber político popular, del juicio informado del ciudadano de a pie. Es por ello que sorprenden estos requisitos, así como el que se exija un mínimo de juristas para el Comité de Garantías.
Habría más problemas, como la aparente compatibilidad a la hora de acumular diversos cargos o, como indica Jaime Pastor, la cohabitación ejecutiva entre diversos órganos. Pero lo apasionante de este proceso es que, a falta de cuatro días, ya se han subido a Internet 14 concienzudas propuestas organizativas.
El eurodiputado Pablo Echenique publicó el miércoles la de su equipo, en lo que supone una apuesta muy distinta a la del grupo de Iglesias. Tras ambas subyacen modos de entender la política casi diría que antagónicas, por lo que se asiste a un rico debate de ideas que pueden plasmarse —esto es lo novedoso— en un proyecto alejado de los márgenes de la política española.
La propuesta liderada por Echenique parece transitar en torno a los Círculos, y recuerda un poco a la vieja contraposición de los consejos como alternativa democrática al sistema de partidos. De entrada Podemos no se definiría como partido, sino como “movimiento político”. Las decisiones ciudadanas no tendrán su momento culminante en Asambleas trianuales que marquen candidatos, programas o políticas de alianzas. Se busca en su lugar una participación mucho más amplia.
Es por ello un modelo que exige implicación y compromiso. A cambio las propuestas, revocatorios, consultas y decisiones desde abajo se ven ampliamente facilitados.
La propuesta es compleja, y bien es verdad que carece de grandes precedentes en nuestro país, de ahí que su traslado del papel a la realidad pueda ofrecer problemas que habría que ir calibrando. Se propone así una red de Círculos, donde los menores se vayan englobando en los superiores a escala territorial (barrio-municipio-autonomía-Estado). Cada Círculo gozará de amplia autonomía política y financiera, lo que para algunos críticos puede ser un riesgo. En ellos se habilitarán procedimientos concretos para la toma de decisiones.
Los órganos de representación, con un máximo de tres mandatos de 2 años, no serían unipersonales. De este modo el Círculo Estatal contaría con 7 portavoces, de poderes limitados, que contarían con su propio equipo. Superados los riesgos de concentrar el poder, las dudas acuden a causa de la complicada coordinación entre grupos que habrán competido previamente en primarias.
Esta propuesta tiene la virtud de introducir, siquiera tímidamente, el sorteo. Lo hará para la Comisión de Garantías, donde se mezcla con la elección directa entre los miembros del Consejo Ciudadano. Algo que inevitablemente despierta el recelo sobre cómo estos consejeros juzgarían su propio órgano, el que más poderes acumula.
En definitiva, la propuesta encabezada por Echenique es audaz. Puede pensarse que el peligro de dominio podría venir aquí de facciones capaces de controlar mayoritariamente círculos estratégicos. Sin embargo un Consejo Ciudadano de 60 personas elegidas por listas abiertas en las que se puede votar hasta 20 candidatos, con diversos portavoces, parece ser un buen modo de integrar minorías.
Entre el resto de propuestas elaboradas por equipos no tan conocidos para el gran público, destaca por méritos propios la encabezada por Víctor García, del Círculo de Barcelona. Y es que, a la espera de su propuesta definitiva, sus borradores preparatorios llevan varios días como los más votados en la página web de la joven formación.
Dispuesto a acabar con el concepto de oligarquía de partido, este equipo ha querido rescatar propuestas clásicas de la antigua democracia ateniense para combinarlas con las nuevas herramientas telemáticas. La confianza en el sorteo para la mitad del Consejo Ciudadano, las facilidades ofrecidas a los inscritos para sacar adelante Iniciativas de Base y Referéndum, sus propuestas de voto preferencial, así como la amplia rotación de cargos diseñada, hacen a esta propuesta surgida desde abajo un competidor muy a tener en cuenta.
Pero lo dicho, hay más propuestas. La mayoría se irán fusionando de cara al encuentro del 18-19 de octubre. Lo que ya es seguro es que asistimos a un rico debate de ideas, en un momento político decisivo, con decenas de personas organizándose, estudiando, debatiendo y, dentro de poco, tomando decisiones.