La noche de los conjurados
todos los bailarines comprendimos el día y la hora
ya que el por qué estaba de sobra justificado
en la inmensa cuantía del sufrimiento humano.
Leopoldo María Panero, La noche de los conjurados
Se suele explicar la teoría del caos con la metáfora meteorológica del efecto mariposa: el aleteo de una mariposa modifica mínimamente el equilibrio atmosférico pero lo suficiente como para desatar impredecibles consecuencias. La metáfora atribuye al aleteo de esa hipotética mariposa un tornado en la otra punta del mundo. Desde hace años se viene advirtiendo de que el ciclo electoral que comenzó en las europeas de 2014 podía ser algo parecido: hagamos que las europeas de 2014 sean las municipales del 12 de abril del 31 de nuestro siglo, clamaron algunos aparentemente en el desierto. De hecho algo así sucedió. Ya nadie duda de que aquellas elecciones europeas supusieron un terremoto que ha cambiado todo el panorama político español. En 2015 cada dos meses tendremos elecciones y cada una de ellas modificará radicalmente las condiciones iniciales de las siguientes elecciones y del mapa político del conjunto del país.
En ese ciclo se producirán en Madrid las municipales y las autonómicas de mayo. Madrid es una comunidad muy rara. Es la comunidad en la que, cuando una nueva mayoría amenazó con sacar a Blesa de Cajamadrid aparecieron Tamayo y Sáez para evitarlo: esa Cajamadrid al servicio del saqueo y el ladrillazo con participación, menor, de la oposición política y social que a veces es mejor recibida que “el hijoputa” propio. Es la comunidad en la que el PP protagoniza un caso como la Púnica pero lejos de mantenerla en secreto la comparte con algunos pocos cargos de la oposición llamada a denunciar esos desmanes: de nuevo el saqueo lo protagoniza el PP pero en la fiesta hay selectos invitados de la supuesta oposición. Es una comunidad muy rara en la que la televisión pública que menos disimula su servilismo con el gobierno apuesta nítidamente por el núcleo que controla la dirección de uno de los partidos de la oposición.
A su vez Madrid es una comunidad que ha servido de vanguardia de las peores políticas y prácticas del PP: el desmantelamiento de la Sanidad y la Educación públicas, la apropiación de Telemadrid con sus despidos ilegales y esa redacción paralela que hoy copia TVE, el intento de privatización del Canal de Isabel II, las tramas de chalaneo con la patronal más corrupta de España… También es una comunidad que cabe dar la vuelta en las elecciones de mayo, dentro de tres meses, dentro de nada. Esa es la razón de los virulentos ataques, de las alianzas obscenas e indisimuladas: existe una posibilidad cierta de que en Madrid cambie todo. Y si en Madrid cambia todo podemos estar ante un paso irreversible para que cambie todo en el país poco más tarde.
Es una ocasión que hemos decidido no desaprovechar y para la que no hay más tiempo. Constatamos durante estos meses con mucha tristeza que el núcleo que controlaba la que era nuestra organización en Madrid no iba a permitir consolidar la unidad popular lograda con muchísimo esfuerzo en el ayuntamiento de Madrid ni impulsar contrarreloj la necesaria en la Comunidad y en otros muchos ayuntamientos; constatamos la inaceptable alianza tejida para impedir la búsqueda del cambio real desde la unidad popular de acuerdo con el mandato político supuestamente compartido; constatamos que un pequeño núcleo había optado por el colapso antes que acatar el resultado de las primarias: incluido el nombre de la candidata que, evidentemente, sufriría la guerra (también) interna hasta el día de las elecciones o más allá si fuera menester. Y con mucha tristeza constatamos que las esperanzas puestas en que los dioses del Olimpo recondujeran una situación intolerable eran vanas.
Todo observador de la izquierda madrileña sabe que hemos intentado todo lo posible durante mucho más tiempo del exigible. Y decidimos que no teníamos tiempo que perder en las miserias en las que hemos gastado tanto tiempo y energía: los necesitamos para un objetivo mucho más importante que es buscar la unidad con quienes quieren desalojar de las instituciones de Madrid a quienes cambian nuestro sufrimiento por el balance de resultados de los grandes empresarios, esos que a cambio hacen las generosas donaciones que acaban en sobres.
Tenemos una ocasión, que son las elecciones de mayo. Lo conseguiremos o no. Puede incluso que nos estemos equivocando. O que llevemos razón pero el salto sin red termine en un morrazo contra el suelo monumental. Creemos, sin embargo, que no. Creemos que en Madrid la gran mayoría de nuestra gente quiere candidaturas unitarias y plurales que confronten con la cultura mafiosa y caciquil. Y creemos que no hay mucho tiempo. Que tenemos básicamente un mes para hablar con todo el que pueda querer sumarse a un empeño en el que nos va la vida: la sanidad, la educación, la vivienda, el agua…En los momentos críticos hay que tomar decisiones y no gozamos de unas Sagradas Escrituras que nos den recetas infalibles pero pensamos que estamos recorriendo el único camino posible para recuperar Madrid para su gente superando obstáculos para enfrentarnos a las verdaderas. Dijimos que vamos hasta el final y es lo que haremos.
Escribía Isaac Rosa que el punto de partida actual más que de unidad popular es de añicos. En cierta forma es real aunque también podemos celebrar que en el Ayuntamiento de Madrid el mucho esfuerzo y la voluntad de tanta gente diversa ha logrado un acuerdo que se antojaba muy difícil. Desde hace años mucha gente viene trabajando (con mucho menos éxito del merecido) por esa unidad popular que tantos nombres diversos ha recibido. En alguna ocasión hay quien ha utilizado la metáfora del mosaico para entender que igual precisamente los añicos son el mejor punto de partida para construir un dibujo común. Desgraciadamente es cierto que no tenemos el tiempo para mimar el proceso como merecería: el éxito de Ganemos Madrid es hijo de meses de trabajo y participación, de superar obstáculos. Pero las elecciones no se van a retrasar porque lo necesitemos. Si queremos recuperar Madrid tocará hacer todos los esfuerzos para, en las próximas semanas, ponernos de acuerdo al menos en que es necesario caminar juntos y superar la falta de tiempo con voluntad y generosidad. No tenemos un minuto ni un esfuerzo que perder.