Un mal necesario

Vivo en Cádiz, donde payos y gitanos somos lo mismo y donde el calificativo “maricón”, más que un insulto, es atributo que se utiliza con cariño para designar al hombre con virtudes.

Sin ir más lejos, el otro día, el Lolo Picardo, ventero de la Venta de Vargas, me lo llamó no sé cuántas veces por cada vez que le decía que no me pusiera más comida, pues, me había quedado garbanzón de tanta manduca. El castellano es lengua rica en matices y las palabras no están para prohibirlas, en todo caso están para darles uso.

Con todo, aunque parezca igual, no es lo mismo que un columnista facha use el calificativo “maricón”, que lo use el ventero de la Venta de Vargas. Porque la libertad de expresión se convierte en libertad de represión cuando lo que se expresa es servilismo al poderoso. No sé si me explico, pero, en estos días de atrás, algún que otro columnista facha ha dado muestras de una sexualidad reprimida y con ella, y amparándose en la incorrección política, ha pretendido defender a un criminal de guerra.

Luego ha venido lo otro, de seguido, me refiero a las grabaciones de una comida privada en las que, entre plato y plato, se cotilleaba acerca de la sexualidad del hoy ministro de la policía calificándolo de “maricón”. El citado cotilleo venía de la boquita de una mujer que, hasta la fecha, lleva la cartera de Justicia.

Se trata de un cotilleo que ha venido a tapar la verdadera gravedad del asunto y que resulta revelador, pues nos viene a mostrar que las cloacas del Estado siguen taponadas con sangre mentiras y excrementos. Uno de los comensales -el que ha filtrado las grabaciones- no es otro que Villarejo, el que fuera madaleno y que hoy está en el trullo.

Otro de los comensales es Baltasar Garzón, hombre que viene a corroborar que la Teoría de los Mundos Paralelos está en lo cierto, pues, con Baltasar Garzón se cumple aquello de que dos realidades opuestas llegarían a existir de manera simultánea, pero, en dos universos distintos.

Al que fuera juez de la Audiencia Nacional se le puede encontrar en infinidad de lugares al mismo tiempo y en universos distintos. De igual manera, nos lo encontramos firmando un manifiesto que de manduca con Villarejo para decirle, entre plato y plato: “Eres un mal necesario”.

Dicho comentario nos lleva a considerar que las cloacas del Estado, así como las ratas que las habitan, son ineludibles a la hora de respetar una democracia que, por corrupción gramatical, sería más acertado denominar “letrinocracia”. Por favor, que alguien vaya y tire de la cadena.