El juez de instrucción es el hombre más poderoso de Francia
La mala leche no prevarica. No cabe duda de que el juez Peinado es de mecha corta y ha respondido con mucha mala leche a los ataques recibidos pero no ha vulnerado ley alguna y está respaldado por sus superiores. No es buena idea tocarle los huevos a un juez de instrucción. Diría yo que la estrategia adoptada desde Moncloa puede ir bien a efectos políticos y electorales aunque no contribuye a amansar a un juez con muchos tiros pegados, a punto de jubilarse, y al que ya no se le puede ni arrebatar nada ni ofrecer nada. O sea que se la pela todo, por decirlo claro. Por supuesto, ya lo conté en su día referido a García-Castellón, hasta prevaricar si fuera el caso, que no lo es, le daría lo mismo; no sé si saben que la pena por prevaricación judicial de un instructor es de inhabilitación y ¿qué más te da que te inhabiliten si ya estás jubilado y no ejerces?
Como dijo Balzac en “Esplendor y miseria de las cortesanas”: “Ningún poder ni el Rey, ni el Ministro de Justicia, ni el Primer Ministro pueden inmiscuirse en el poder de un juez de instrucción. Nada le para ni nadie le da órdenes. Es un soberano sometido únicamente a su consciencia y a la ley... La sociedad (...) estaría amenazada de ruina si quebrara esta columna que sujeta nuestro derecho criminal”. Bien esta citar franceses, dado que el juez de instrucción es un invento napoleónico y que la figura del español bebe directamente de esa fuente. Balzac explica además que esto no es un mal sino lo deseable, porque ese poder es el único que asegura que los propios poderosos puedan ser investigados.
El juez Peinado ha contestado con mala leche pero no se ha alejado un ápice de lo que tiene permitido hacer. La mala leche a lo mejor tiene que ver con que desde amenazas a desacreditaciones y hasta insultos ha recibido un poco de todo en los últimos días. Es perro viejo, dudo que se le ocurra pedir amparo. Así que una vez obtenido el espaldarazo de la Audiencia y como puede citar a declarar a la investigada cuando quiera, efectivamente, se ha pasado por el arco la norma de cortesía que aconseja alejar las resoluciones que puedan influir de las convocatorias electorales. Queda dicho que es una norma de cortesía que a nadie obliga. Uno puede afirmar que su inobservancia puede afectar a la apariencia de imparcialidad del magistrado -que no a su imparcialidad- y ahí queda todo. Lo cortés hubiera sido, dado que la citación es para julio, no enviarla hasta el lunes 10. El juez de instrucción tiene la sartén por el mango y no es buena idea ponerle el fuego debajo.
Respecto al resto de cuestiones, la de la procedencia de la acusación ha quedado desvirtuada por el respaldo del tribunal de la Audiencia y éste además ha fijado la senda por la que deben caminar las pesquisas. Peinado sólo tiene que seguirla y para ello ordenó a la UCO una entrada y registro en el Consejo Superior de Deportes que se practicó hace una semana. El material incautado, informático y documental, no es conocido aún. La citación a los testigos en día de guardia, un domingo, no es tan insólita, se ha visto otras veces, aunque en este caso más que por aprovechar el tiempo hay también una dosis de rebote, ya que viene a decir el magistrado: como están tan ocupados los abogados y los testigos y todo les coincide, vénganse un domingo que no tendrán nada. Mala leche pero nada legal que se le pueda objetar. El auto dictado para tomarle declaración como imputada también va a ser obviamente recurrido. Un segundo espaldarazo es más que probable ya que era un paso procesal que iba a llegar y del que si algo cabe sorprenderse es de que no se haya producido antes.
Vayamos a la reacción a su reacción, o sea, a la carta. En primer lugar me gustaría reseñar que en términos tácticos, cuando te has sacado un conejo de la chistera con éxito, la segunda vez tienes que sacar por lo menos un ornitorrinco. En segundo, constatar que hay dos formas de responder desde el poder a un problema con la Justicia que son las que separan la reacción de Biden por su hijo de la de Trump por su condena. Yo prefiero la de Biden y creo que la institucionalidad, también. Por lo demás la misiva es fundamentalmente política, es decir, se aplica más a paliar las potenciales consecuencias electorales de la decisión judicial que a la propia decisión, a pesar de ello la mayoría de los jueces la ha visto inapropiada. En realidad, al juez lo está señalando el propio presidente del Gobierno como alguien que actúa para conseguir fines no exclusivamente judiciales. Imagínense si Juan Carlos I hubiera hecho algo similar con el juez Castro cuando siguió adelante con la imputación y procesamiento de su hija valiéndose solo de la acusación de Manos Limpias. La carta rebasa los límites de la institucionalidad y esto es algo que tampoco tiene ninguna consecuencia para el emisor; ciertamente, como tampoco la tiene que el juez haya obviado la cortesía y la prudencia.
La única solución a todas estas tensiones que desestabilizan la democracia sería devolver la leche al cántaro, es decir, retrotraerse al punto en el que se respetaba la contención institucional, la buena fe y la separación de poderes. Hay quien opina que esa marcha atrás es imposible sin que se den circunstancias traumáticas. Me gustaría pensar que sí. Desearía que la política y las instituciones españolas rebobinaran por lo menos 15 años, antes de que todas las líneas rojas hubieran sido pisoteadas. Eso sería un progreso, lo de ahora una degradación continua que nos acerca al precipicio.