Hay una derecha en nuestro país que finge ser demócrata. Se trata de una corriente reaccionaria, heredera del franquismo y cuyos integrantes señalan nuestra Transición como proceso modélico. De la misma manera, sitúan nuestra guerra civil como una guerra entre hermanos en la que ambos bandos fueron igual de malos o igual de buenos.
La citada corriente derechil no está exenta de pseudointelectuales que, con afán de protagonismo, enhebran su discurso reaccionario transmitiéndolo por el Canal Único de Información a cada rato. De un tiempo a esta parte —y para justificar su opinión— los citados pseudointelectuales han instrumentalizado la figura de un periodista que denunció la ilegitimidad del Golpe de Estado de 1936 que trajo consigo la Guerra Civil. Me refiero a la figura del periodista Manuel Chaves Nogales, informador republicano que murió en el exilio recriminando el alzamiento militar como causa primera de lo que vendría después y que hoy padecemos. Porque no hay efecto sin causa y aquel Golpe de Estado fue el motivo de que hoy nuestras cunetas sigan sembradas de cadáveres como también es motivo de que los nietos de los que perdieron la guerra, lo tengamos tan difícil.
Como en nuestro país se lee poco y mal, los más simples se tragan el anzuelo, el sedal y hasta la caña, repitiendo las cuñadeces de estos pseudointelectuales que emputecen el nombre de Manuel Chaves Nogales presentándole como un periodista objetivo -y equidistante- frente a un conflicto del que él mismo fue víctima por posicionarse contra la agresión militar que sufrió nuestro pueblo.
Por dejarlo claro, en uno de sus libros, el que lleva por nombre 'A sangre y fuego', hay un cuento que se titula '¡Viva la muerte!' En el citado cuento, una mujer relata un episodio criminal de nuestra Guerra Civil protagonizado por el bando republicano y es, con una frase, sólo con una frase al final del párrafo, que resume y justifica la respuesta a la provocación que fue el Alzamiento Nacional de 1936. “Venían matando, señor ¿cómo querían ser recibidos?”
Cuando un autor es capaz de posicionarse sin ambigüedades como lo hizo Chaves Nogales, es un delito instrumentalizar su actitud, tal y como están haciendo los pseudointelectuales del régimen del 78, herederos de aquellos que agredieron al pueblo y que son inconfundibles. Se los conoce de lejos porque desprenden hedor de tumba cada vez que hablan y escriben.