No habría manera de mejorar el potencial propagandístico reaccionario de Masterchef ni aunque lo hubiera rodado Leni Riefenesthal imitando “El triunfo de la voluntad”. Dudo siquiera que los productores del programa de cocina de la televisión pública hubieran podido conseguir el resultado final a favor de los valores reaccionarios si hubiera sido un plan preestablecido y orquestado para que su programa funcione como un artefacto hegemónico de valores conservadores, neoliberales, individualistas y tóxicos. Es un programa perfecto si de lo que se trata es de inculcar los principios rectores de la reacción.
Los participantes y creadores forman parte de esa casta de personajes que han sido imprescindibles en el proceso de retroceso de nuestro país. Parte de una élite que operaba como freno de los avances sociales y que mantiene su posición gracias a la que le facilitaron sus familias. La productora de Masterchef es Macarena Rey, casada con Javier Goyeneche Marsans, uno de los nietos de Javier Marsans Coma, el de las agencias de viaje que pudo montar gracias a ser partícipe del golpe de Estado de 1936, ya que fue jefe de prensa del bando fascista en 1937. Enrique Marsans era colaborador directo de Luis Bolín Bidwell, el encargado de alquilar el Dragon Rapide para traer a Franco a la península y liderar el golpe. No es la única conexión con los vencedores del 39. Porque también entonces todo se cocinó de la misma manera.
Samantha Vallejo-Nágera es la protagonista principal del programa. Una mujer hecha a sí misma que comenzó sus andaduras en las cocinas del restaurante Horcher en Madrid. La cocinera reconoció en una entrevista que pudo empezar en ese restaurante gracias a la amistad de su madre con Gustavo Horcher, hijo de Otto Horcher, el dueño del restaurante que abrió sucursal en Madrid después de que Albert Speer le recomendara venirse a la capital del franquismo cuando la guerra se les complicaba a los nazis. No es difícil establecer el trazado de esa amistad. El restaurante Horcher fue la cuna de los nazis en Madrid y el psiquiatra Antonio Vallejo-Nájera, abuelo de Samantha Vallejo-Nágera, conocido como el Mengele español por intentar extirpar el gen rojo de los presos y presas marxistas durante la dictadura, era un filonazi asiduo del Horcher. “Mis abuelos no eran simpatizantes del régimen, ni en Madrid ni en Berlín, pero era una época en la que había que sobrevivir”, declaró Elizabeth Horcher, actual dueña del restaurante y, como todos los herederos, proclive a ser revisionista de la historia.
Masterchef es una infamia televisiva. Una serie de privilegiados se dedican a instaurar en una tropa de atribulados aprendices que solo sirven la abnegación, el sacrificio opusino de cilicio y lágrimas y que el compañerismo es un germen a eliminar en una competición individualista en la que solo sirve dejarse la salud para lograr triunfar entre el resto. Se lo enseñan a quienes participan, pero sobre todo lo trasladan al público. No es inocente, sino un fractal del darwinismo neoliberal en prime time para la propagandística de todos los valores que se han hecho carne en la Comunidad de Madrid, por eso invitan a Isabel Díaz Ayuso. Masterchef sirve a los que más tienen en detrimento de quienes por las adversidades del azar forman parte de los vulnerables, todo esto pagado con dinero público en un periodo con PSOE y Unidas Podemos en el Gobierno. No hace falta que gobierne la derecha para que la cadena pública estatal sirva a sus intereses.