Esta vez no se ha quedado en susto. Esta vez la cosa es seria, Mariano, no te engañes. Hasta María Dolores de Cospedal ha salido disparada a desmentir tu dimisión, a decir que ya nos contarán lo que sea que pase en el Partido Popular y a posicionarse en el mercado de la sucesión. En política la lealtad aguanta lo que dura el poder. Pero eso tú ya lo sabes y quienes crean que no vas a saber digerirlo, o no te conocen, o no te entienden.
Al PNV le salía a cuenta asumir el corte político de apoyar los presupuestos de Rajoy porque eran buenos para sus intereses y porque le veían capaz de completar la legislatura. Ahora las han vuelto a echar y han concluido que Rajoy ya no estaba en condiciones de asegurar ni los presupuestos ni que las elecciones sean lo más tarde posible. Pedro Sánchez tampoco está en condiciones, pero no trae consigo el coste político que arrastra la corrupción. Fin de la cita. La sentencia de la Gürtel sí afectaba al gobierno y sí cambiaba algo sustancial: el coste de votar con el PP se ha disparado. No verlo ha sido tu mayor error, Mariano.
Lo que suceda ahora en el Partido Popular pasa indefectiblemente por Mariano Rajoy. Los populares están convencidos de que el llamado “gobierno Frankenstein” no va a durar e iremos a elecciones antes del final del año. Albert Rivera también lo cree y por eso ayer no hizo un discurso, sino que nos endosó un hiperventilado mitin electoral. Pierde Rajoy, pero también pierde un Rivera que tenía como objetivo que no fuera Sánchez quien convocase a las urnas y ha fracasado.
Rajoy no dimite porque ahí arranca el relato que los populares van a manejar en esos hipotéticos comicios: todos contra el PP; una horda rojo-separatista les echó a traición del poder y todos los españoles de bien deben devolvérselo con su voto porque solo el PP sabe cómo protegerlos de los rojos y los separatistas. Rajoy no ha llegado hasta aquí para irse así. Quiere ir a esa campaña y cree que puede ganarla. Si alguien en el PP no está de acuerdo, deberá decirlo en alto y evitar el siempre letal abrazo mariano si quiere hacerse con el liderazgo del partido.
Pedro Sánchez ha sumado una mayoría suficiente para desalojar a Mariano Rajoy de la Moncloa. Al hacerlo como, a lo mejor, debió intentarlo en 2015, con el apoyo de los nacionalistas y Podemos y prescindiendo de la urgencias electorales de Ciudadanos, se ha ganado el derecho a intentar demostrar que también puede armar una mayoría suficiente para gobernar. No va a ser fácil.
Al fuego a discreción que van a disparar populares y naranjas, acusándole de romper España, debe añadir su compromiso de convocar elecciones lo antes posible y la exigencia de resolver una contradicción tan flagrante como gobernar desde la izquierda con un presupuesto de derechas. Pablo Iglesias pudo decírselo este jueves más alto, pero no más claro. A favor de Pedro Sánchez juega que, por fin, los votos nacionalistas ya no están apestados y vuelven a valer y a sumar como los demás, para bien y para mal; una anormalidad democrática menos de las muchas que quedan por arreglar.