Si algo parece inevitable tras los resultados de las elecciones municipales y autonómicas del pasado domingo es el encuentro entre César Luena e Íñigo Errejón esta misma semana. Para los socialistas, Podemos ya no van a ser los populistas bolivarianos y, por lo que parece, para los podemitas, el PSOE tampoco será la casta social-traidora. Básicamente, porque es esto o Esperanza Aguirre. Me recuerda al chiste del dentista en el que el paciente dice aquello de: ahora vamos a llevarnos y bien y no hacernos daño.
Sin embargo, los acuerdos entre el Partido Socialista y Podemos, pero también con Izquierda Unida, Geroa Bai, Chunta Aragonesista y Compromís, no pueden limitarse a un intercambio de asientos, sino a un programa de izquierdas en común. Este proyecto debe incluir, en cada ciudad, pueblo, comarca o gobierno autonómico las propuestas de los distintos proyectos de izquierda y encontrar todo aquello que nos une. Desde la izquierda debemos defender a la Educación Pública, aumentando sus recursos para mejorar su calidad y revertir todos los procesos de privatización y de creación de nuevas escuelas privadas concertadas. Debemos garantizar una Sanidad Pública de calidad para todos, independientemente de cuál sea nuestro color de piel o la renta que tengamos en casa. Debemos combatir firmemente la desigualdad, aumentando la redistribución de los recursos y que paguen más los que más tienen. Debemos expulsar a todos los corruptos de las instituciones, empezando por aquellos que se dicen izquierdistas, y después, a todos los demás. ¡Y que devuelvan todo lo robado!. Debemos caminar hacia una verdadera sociedad aconfesional donde cada uno respete las creencias de los demás, donde la fe sea exclusivamente un asunto personal, y no jurídico, y nadie vea su vida coaccionada por el credo de los demás. Debemos trabajar para crear empleo de calidad, con salarios dignos y horarios razonables, para que podamos desarrollar nuestros proyectos de vida como ciudadanos libres. Debemos defender a los que no se pueden defender, dentro y fuera de nuestras fronteras, y garantizar la inclusión social de los más necesitados. Debemos reducir las diferencias en la esperanza de vida entre clases sociales. Debemos preservar el medio ambiente y que España vuelva a ser la referencia mundial en energías renovables. Debemos defender la cultura y que está sea libre pero crítica, valiente pero entretenida, constituyendo una fuente principal de nuestra riqueza como país. ¡Ah, y que no me olvide!, debemos hacer que las bicicletas también circulen por la orilla pobre del río Manzanares, querida Manuela.
Por todo lo anterior es por lo que Manuela debería ser alcaldesa de Madrid, Ada, alcaldesa de Barcelona, Ximo, president de la Comunidad Valenciana, Pedro, alcalde de Zaragoza, Javier, presidente de Aragón, Kichi, alcalde de Cádiz, Guillermo, presidente de Extremadura, Paco, alcalde de Zamora, Joan sea alcalde de Valencia, y Emiliano el presidente de Castilla La-Mancha. No para que tengan un asiento bonito y un buen jornal, sino para defender todo lo anterior, para que las bicicletas circulen por todas partes.
Porque, querido Isaac, solos no podéis. Mejor hacerlo en común, entre todos.