Lo mejor del vídeo de la actriz porno Amarna Miller para el Salón Erótico de Barcelona es que impacta y remueve. Una música épica, buenas imágenes, el recurso dramático de la cámara lenta, una estética cautivadora, apelar a lo provocador y morboso. Tanto que Pablo Iglesias e Íñigo Errejón se han lanzado a celebrarlo desde las entrañas sin caer de que estaban aplaudiendo un vídeo de publicidad de un evento mainstream, que se caracteriza por ser menos progresista e innovador que el anuncio que lo promociona.
De hecho, a la primera de cambio, la pulcritud moral del vídeo ha saltado por los aires, cuando se ha sabido que el patrocinador del evento, una red de prostíbulos, pretendía reclutar a trabajadores –ellos lo llaman voluntarios– a cambio de una entrada al salón. Ni siquiera pan, cama y letrina.
Es verdad que vivimos en una sociedad que oculta el sexo y esconde el porno, y el spot se arroga la honestidad y claridad como actitud saludable ante ellos denunciando la hipocresía. Sin embargo, el sexo no está afectado por la Ley de Transparencia. Se puede tener una vida sexual muy íntima, muy escondida, muy escasa o muy solitaria y muy feliz y muy sana. Lo que ellos publicitan es un negocio ocultándolo en una narrativa de ideología. Pura hipocresía.
“La misma gente que me llama puta se pajea con mis vídeos”, se escucha a Amarna. Se acepta como recurso literario, pero habría que bucear en el sótano más oscuro del ultracatolicismo ultraconservador perverso para hallar a este espécimen. Si los hay, espero que esa “gente” se pueda sumar con los dedos de una mano.
“Un país que se dice laico mientras le pone medallas a las vírgenes”. Se refiere al ministro Jorge Fernández Díaz –a quien el papa Francisco no quiere ver ni de lejos por su cercanía al Opus–. Ha condecorado a María del Amor y a la Santísima Dolores de Archidona. Pero, afortunadamente, el ministro no es el país. La sociedad va por otra parte, y en esa sociedad los conventos han de reclutar monjas por Facebook porque nadie quiere ser religiosa y las iglesias solo se llenan –de ateos y agnósticos– en comuniones y bautizos.
“La prostitución todavía no es legal, pero cada año crece el número de clientes”. Tampoco es ilegal, está un limbo de desprotección que impide que las prostitutas tengan derechos laborales. No hay registro de clientes. Que haya más o menos es una percepción del publicista.
Un país “que trata a los que emigran como héroes y a los inmigrantes como basura”. A los emigrantes les encantaría que les trataran como héroes. Si les trataran simplemente como ciudadanos ya se darían por satisfechos. Para votar tienen que pasar por el laberinto del voto rogado y Mariano Rajoy les han dejado sin sanidad pública si no cotizan.
No es Amarna, ni el feminismo, ni el erotismo ni Podemos. Eso que sale ahí no es la sociedad, ni España ni una “Patria”. Es solo un anuncio lleno de prejuicios y lugares comunes. Y lo han colado.