Merece la pena pagar por esto
Se me ocurren unas cuantas razones para que los lectores de este periódico se hagan socios / pagadores / propulsores de eldiario.es. La primera, sé que no es muy popular, es que pagar por un producto que se lee fortalece el espíritu -del lector y del emisor- y representa sobre todo un acto de justicia para los hacedores del periódico, que conviene que cobren todos los meses para que el periódico siga contando; contando historias.
No hay producto editorial libre al cien por cien, por mucho que les gustaría ese ideal imposible a algunos lectores. Se trata de que las inevitables hipotecas sean las menos posibles y en este diario no parece que haya más hipoteca que la de los propios lectores, la de los socios que dan y quitan apoyos a quiénes escribimos aquí. Por eso es importante saber que con cada socio se establece un contrato de garantía de estabilidad, de futuro del medio, de este medio. Contrato crítico o de apoyo, que permite la supervivencia; contrato racional y emocional en cualquier caso.
Quizás merece un análisis el hecho de que de un producto en papel, que asomaba rentable, hayan surgido tres medios digitales -uno, este- que seguirá existiendo en el quiosco digital -ese que no espera al día siguiente- y que es y seguirá siendo de referencia en la medida que quieran que así sea los socios; de solteros lectores.
No creo que se trate del paternalismo de pensar que ‘el cliente siempre tiene razón’, como si esto fuera una zapatería, dispuesta a vender zapatos aunque se llamen ‘Kur-Hapies’ (existieron, se lo juro, he visto anuncios en cine y TV). No es eso, creo. Más bien se trata de que existe un producto informativo de calidad, que convoca cada día a miles de lectores, que deberían ser también, miles de socios. No vale decir, me gusta mucho tal café-bar, pero lo digo desde otro que no tiene nada que ver con él.
Ya que somos a veces quejicas, y casi siempre indignados, seamos coherentes con un producto que nos gusta, que leemos -a veces, en régimen de ansiedad y urgencia- y que ya forma parte de nuestras vidas. Eso hay que pagarlo.
Bueno, que cinco años de periódico me parecen la eternidad, que el otro día estuve en la redacción, activa desde muy temprano, con mujeres, sobre todo, que curran focalizadas en la pantalla, con un silencio profesional y un afán de contar, de contar historias. Eso se paga.