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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

México: ¿Dónde está el Presidente?

En México, se ha registrado un duro encontronazo entre el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, en el cual se encuentran algunos de los empresarios más ricos de América Latina como Carlos Slim y el candidato de la izquierda para la Presidencia de la República, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador.

El pasado 1 de mayo, Javier Lozano el vocero del abanderado oficialista, José Antonio Meade (PRI-PVEM-Panal) reveló que existe una fuerte presión de “una corriente empresarial” para que declinen en favor del candidato de la derecha y de la centro izquierda, Ricardo Anaya, a fin de dar alcance a López Obrador en la carrera por llegar a la residencia oficial de Los Pinos.

En una entrevista en Radio Formula, dijo que su candidato de esa alianza llamada “Todos por México” no irían ni a la esquina con Anaya. De hecho, días más tarde, fue destituido el dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa, quien en términos políticos podría catalogarse más como un golpeador que como un estratega y, en su lugar, colocaron a René Juárez, un persona de línea dura, con mayor experiencia en la operación electoral. Ellos siguen.

Hasta el momento parece que el PRI no cederá a estas presiones. Sin embargo, no por ello los empresarios lo han dejado de intentar: Jorge Camacho, el vocero de la candidata independiente Margarita Zavala –esposa del expresidente Felipe Calderón– confirmó que sí hay presión por parte de empresarios para declinar a favor de Ricardo Anaya.

Ni Lozano ni Camacho mencionaron los nombres de esos hombres de negocios; dejaron la puerta abierta a la especulación. Los analistas y periodistas encontraron en esas palabras el sustento para crear escenarios, hipótesis sobre la identidad de esos empresarios. No obstante, todo ha sido especular con sus posibles nombres.

En esta bruma electoral, López Obrador aseguró hubo al menos una reunión –hace alrededor de un mes– en la cual el Consejo de Hombres de Negocios pidió a Anaya no amenazar más con meter a la cárcel a Peña Nieto por posibles actos de corrupción, en aras de conseguir una declinación por parte del candidato oficialista.

En ese primer arranque, el candidato de la izquierda, López Obrador, hizo generalizaciones: habló del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios sin distinciones. Tampoco ofreció más pruebas que no esa su propia voz; como si fuera, en ese momento, un asunto de fe o de convicción.

Lo cierto es que, desde los primeros días de mayo, Anaya no ha vuelto a mencionar la posibilidad de encarcelar a Peña Nieto por posibles delitos relacionados con actos de corrupción. No lo hizo ni siquiera en el primer debate entre candidatos. Nada. Ni una palabra.

A López Obrador le urge un comunicólogo o un encargado de manejar sus mensajes de manera distinta: los suelta sin planeación, sin una estrategia eficaz para dar golpes certeros, sin contextualizar, sin conciencia de los códigos que implican sus palabras. Una de las consecuencias de esta torpeza es que abre la puerta, deja un flanco libre para que le respondan. Allá él.

Unas horas después de esa declaración, en otro mitin, López Obrador dijo que “un amigo cercano” le ha comentado que los empresarios que se aliaron para detenerlo son lo siguientes:

  • Germán Larrea, dueño de Grupo México, la empresa minera más grande y la tercera productora de cobre más grande del mundo.
  • Eduardo Tricio, presidente de Grupo Lala, una de las compañías de lácteos más grandes en el país.
  • Alejandro Ramírez, propietario de las salas de cine Cinépolis
  • Alberto Bailléres, presidente de Grup Bal que incluye negocios de comercio, minería, metalurgia, seguros y fianzas. Es el principal accionista de Grupo Peñoles, El Palacio de Hierro y GNP Seguros.
  • Claudio X González Laporte, presidente del Consejo de Administración de Kimberly Clark de México y, precisamente, fundador del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios.

Al día siguiente, los empresarios publicaron un desplegado en el cual calificaron de “preocupante” que un candidato presidencial recurra a señalamientos “calumniosos” y “denigrantes”, contra quienes no comparten sus ideas. A esa postura se ha sumado el Consejo Coordinador Empresarial.

López Obrador los ha llamado “mafia del poder”, “minoría rapaz”, que verán mermados sus negocios ilegales, según él. El enfrentamiento está abierto. Al menos el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios se ha convertido, en los hechos, en el principal adversario del candidato de la izquierda.

Pero así como a López Obrador le hace falta una estrategia de comunicación, a los hombres de negocios tampoco les vendría mal un ejercicio de autocrítica. Paradójicamente, ellos también han caído en la generalización en ese enfrentamiento con López Obrador.

Los empresarios saben bien que, entre sus filas, se han colado personajes que han hecho negocios millonarios al amparo del poder. Uno de esos casos ha sido el de Carlos Peralta Quintero, presidente ejecutivo y director general del Grupo IUSA, quien ha sido el rey de los medidores de luz.

Este amigo de Peña Nieto y de los hermanos Salinas de Gortari ha sido el gran ganador de las licitaciones que realiza la Comisión Federal de Electricidad (CFE), para comprar miles de watthorímetros. Su fórmula consiste en participar en las licitaciones con dos empresas que simulan ser competidoras pero que, en realidad, no lo han sido. En los últimos cinco años, bajo este engañoso mecanismo de competencia, las compañías ligadas a Peralta Quintero han obtenido contratos públicos que en conjunto ascienden a más de 11 mil 833 millones de pesos, es decir poco más de 654 millones de dólares.

El personaje que construyó La Casa Blanca de Peña Nieto con un valor de 7 millones de dólares, Juan Armando Hinojosa Cantú, también ha sido un empresario consentido del régimen y había ganado la licitación del primer tren de alta velocidad en México.

Carlos Peralta e Hinojosa Cantú han sido empresarios. El primero de ellos incluso ha seguido ganando licitaciones, bajo el mismo modelo, aunque existan investigaciones en su contra.

Estos han sido apenas algunos ejemplos. Tanto empresarios como servidores públicos han participado en actos de corrupción. Ninguno de ellos, como gremio o grupo, pueden asumirse como pulcros y honestos. Es decir, libres de toda culpa. El fenómeno de la corrupción es mucho más amplio y complejo de lo que ellos mismos quieren aceptar en sus desplegados.

La disputa entre los hombres de negocios y el candidato puntero en las encuestas para ocupar la Presidencia se libra en un país en el cual tenemos 200 mil homicidios entre los años 2016-2018, 30 mil desaparecidos, 150 periodistas ejecutados y 80 candidatos a puestos de elección popular asesinados en los últimos días.

¿Quién puede llamar a atemperar los ánimos en un país con esas características? La disputa aumenta. En redes sociales hay mensajes amenazantes. Quizá debería tomar las riendas el Instituto Nacional Electoral (INE). Ya no tenemos alternativa.

El Presidente Enrique Peña Nieto no se ha comportado como un Jefe de Estado. Por el contrario, en sus discursos se lanza, veladamente contra López Obrador. El jefe del Ejecutivo ha tomado partido en un país en crisis de inseguridad y en proceso electoral.