A lo loco y sin frenos
Si yo fuera el acorralado ministro de Justicia, me defendería del escándalo Moix usando el único argumento que le queda: el recurso a la inverosimilitud de lo demasiado obvio. Saldría en rueda de prensa y diría, sonriente: “Oigan, si quisiéramos controlar la Justicia lo haríamos con un poco más de disimulo, ¿no creen? Habríamos buscado un fiscal que no diera tanto el cante, y que actuase con discreción, no como un elefante en la cacharrería judicial. ¿De verdad piensan que lo íbamos a hacer con tanto descaro?”.
Y muchos darían la razón al ministro, porque es verdad que tanto descaro resulta hasta inverosímil. Todo en Moix, su currículum y su breve paso por la fiscalía, da el cante a kilómetros. Tanto, que cuesta creer que de verdad pretendiesen controlar procesos judiciales con un tipo que llevaba en el pecho un cartel de “hola, soy Manuel Moix, trabajo para el PP y estoy muy loco, cuidao conmigo”. Y además pretender que no nos diésemos cuenta.
Su currículum ya era una declaración de intenciones nada más llegar: el único candidato que no tenía experiencia en anticorrupción; muy cercano al PP y especialmente a Ignacio González; con una trayectoria llena de actuaciones dudosas siempre en beneficio del PP madrileño; mencionado en una grabación policial como favorito de los corruptos, ¡y hasta con una empresa familiar en Panamá! Lo tenía todo, no creo que pudiesen encontrar otro fiscal en toda la carrera que acumulase tantos méritos.
A su trayectoria se suma su breve pero meteórico paso por Anticorrupción: en solo tres meses le ha dado tiempo a frenar actuaciones policiales, apartar a fiscales en mitad de procesos cruciales, intentar librar de cárcel a González, filtrar información, atacar a la prensa, poner en sucesivos aprietos al ministro, cuestionar a la Guardia Civil y hasta defender que Rajoy declare por videoconferencia. Para tres meses, no está mal.
Por si necesitásemos más pruebas, ha sido apoyado hasta el último minuto por todos los que tienen las manos encallecidas de tanto ponerlas en el fuego: el PP al completo, Rajoy, la prensa conservadora, la tertulianada de derecha, y ¡hasta Celia Villalobos con su chispa habitual!
Es todo tan obsceno, que cuesta creer que, si el Gobierno quería controlar los procesos judiciales eligiese a un fiscal tan descaradamente afín, tan lleno de sombras y tan torpe en sus manejos. Es todo tan obvio que hasta te hace dudar si no será todo un gran malentendido. Porque de las mentes criminales siempre se espera una inteligencia a la altura de su maldad, no tanta torpeza.
Salvo que pensemos que en el PP andan tan desesperados y están tan acostumbrados a la impunidad que ya todo les da igual y solo piensan en salvar el culo como sea. A lo loco y sin frenos.