Resulta difícil encontrar este enunciado: mil hombres han asesinado a mil mujeres. Lo más aproximado es: mil mujeres víctimas de la violencia machista, como si el órgano creara la función.
El lugar del enunciado es fundamental. Por eso resulta relevante que los hombres que asesinan no aparezcan en el sujeto de la información. No debería haber ningún titular de asesinatos de mujeres a manos de hombres en el que los hombres no fueran el lugar principal. Son los criminales. Sujeto asesino y sintáctico.
Hacer estadísticas es una forma cabal de dar importancia a los problemas. Así, resulta expresivo que solo tengamos datos de mujeres asesinadas desde 2003, como si antes no hubiera habido mujeres asesinadas a manos de hombres; crímenes que no han merecido ni un breve en los periódicos, cuando había breves en los periódicos.
Eso sin contar las crías y críos, víctimas de la violencia vicaria; esa en la que el hombre, los hombres, asesinan a sus hijas para dañar brutalmente a su mujer, por ejemplo, Bretón.
O el reciente crimen de Aranjuez, donde un sujeto ha asesinado a su cuñada y dejado mal heridas a su suegra y a su otra cuñada por la sencilla razón de que su mujer le había abandonado. Seguro que dice en la cárcel: he hecho lo que debía. Antes lo han dicho otros: yo he matado a mi mujer, pero no soy un delincuente.
Se ha contado este crimen de vecinos de Aranjuez como un suceso excitante; con narcos, gitanos, cuernos y otros ingredientes que solo sirven para banalizar el mal y para contar una película que poco tiene que ver con el asesinato machista. Un hombre asesina a los cercanos a su mujer cuando la que era su mujer le dice que ya no es de su propiedad. Crimen vicario.
El lugar del enunciado. Es decir, un crimen machista: mi mujer me deja y entonces el macho alfa asesina a quienes considera culpables de lo que siente, que es un abandono. De haber tenido a tiro a su mujer, o a sus hijos, el criminal de Aranjuez los hubiera matado. Domingo por la tarde, hora del crimen, rumia de agravios.
En fin, que tenemos mil mujeres asesinadas a manos de mil hombres, desde los registros de 2003, y que esta matanza nos interpela a todos, empezando por los medios y por cómo lo contamos, no siempre bien.
En no pocos casos se trata de asesinos jóvenes, de mujeres asesinadas jóvenes. Se supone que educados en libertad, es evidente que no educados en igualdad.
Ojala podamos clausurar pronto esta matanza, antes de que se convierta en rutina paisajística.