Decía el pintor Luis Quintanilla en una frase un tanto reduccionista, pero que a veces sirve para explicar actitudes presentes, que “el fascismo no es ni más ni menos que la burguesía armada contra el proletariado”. El autor español conocía bien cómo en diferentes ocasiones, sobre todo en 1938, cuando pronunció la frase desde el exilio de New York, el poder económico siempre había sentido mayor simpatía por la extrema derecha para intentar frenar la llegada de los intereses populares al poder.
Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, no ha perdido ocasión para demostrar en todos los foros posibles todo lo que le preocupa un gobierno del PSOE con Unidas Podemos. Sobre todo por estos últimos. Para ello no ha dudado en argumentar de manera excusatoria, para intentar expresar que no es una cuestión ideológica, sino de moderación. Que no tienen nada contra la izquierda, sino contra los extremos. El comodín del que hace política de manera descarnada, pero intentando mostrar que son apolíticos. Que ellos solo hacen negocios. Es el mercado, amigos.
A Antonio Garamendi le gusta la moderación, siempre que las medidas radicales o la radicalidad misma no sean para favorecer sus intereses económicos. Las declaraciones del líder de la CEOE para pedir un gobierno de coalición en el que tenga peso Ciudadanos, a pesar de su ínfima representación parlamentaria, tienen como objetivo ubicar a Unidas Podemos en el mismo lugar de marginalidad y toxicidad que ahora misma representa Vox en la opinión pública. Pero lo cierto es que Antonio Garamendi y el resto de la cúpula patronal y empresarial nunca han puesto objeción alguna a la presencia del partido posfascista en ninguno de los gobiernos autónomicos que dependen de sus votos ni se han quejado de los presupuestos aprobados gracias a ellos. Porque las medidas económicas y las amplias rebajas fiscales para las grandes fortunas y corporaciones son lo suficientemente radicales como para ser de su agrado.
A Garamendi le gusta Vox. Como al resto de la CEOE. De hecho hasta sus miembros se sientan en la mesa del partido de extrema derecha sin torcer el gesto, incluso sus vástagos forman parte de este partido antidemocrático, sin que eso les haya perturbado el sueño. Estos son los que no dormían con Iglesias de vicepresidente. Entre otras cosas porque sus fortunas forman parte de una cultura económica emanada del franquismo y no se podrían sentir más cómodos con un hipotético gobierno presidido, por ejemplo, por Iván Espinosa de los Monteros. Tendrían línea directa en las cenas navideñas.
La CEOE siempre ha estado copada por elementos que no han tenido el más mínimo complejo en aceptar o validar el ideario de la extrema derecha, cuando no de ser sus más firmes defensores. Uno de los que ha pertenecido al ilustre grupo de representantes patronales de esta estirpe es Carlos Espinosa de los Monteros, el padre del actual representante de Vox, que fue presidente del Círculo de Empresarios en los años noventa. Las medidas económicas enarboladas por el entonces líder de la patronal no tienen nada que envidiar a las que ahora propone su descendiente en el partido de extrema derecha. Carlos Espinosa de los Monteros, como presidente del Círculo de Empresarios, propuso al gobierno el recorte de las pensiones y la eliminación de la gratuidad de los medicamentos. Moderados, recuerden. A la CEOE le gusta la moderación.
Tan moderados que, tras el pacto alcanzado por el PP con los sindicatos en 1996, Carlos Espinosa de los Monteros se quejó amargamente por aplazar la implantación del sistema de pensiones de capitalización individual que había en Chile, a lo que el entonces sí más moderado Rafael Hernando tuvo que contestar: “Si el presidente del Círculo de Empresarios quiere chilenizar España, nosotros queremos que se parezca a los países de la Unión Europea, a los más avanzados socialmente, y no a los del Tercer Mundo”.
Por eso Antonio Garamendi no abrió la boca cuando los posfascistas llegaron a la toma de decisiones en gobiernos autonómicos y municipales, porque su modelo es el mismo. El expolio de lo público en beneficio de los beneficios privados. Porque no vayamos a creer que la patronal española ha cambiado en 25 años y ahora ya no piensa al respecto de las pensiones lo que afirmaba el Círculo de Empresarios en 1996. Hace tan solo un año, la CEOE se reunió con Sebastián Piñera, presidente de Chile, para mostrarle su apoyo por las medidas económicas implantadas en el país latinoamericano y apoyó la implantación del modelo chileno sobre el sistema de pensiones en España. Ese que ha dejado sin sustento a los jubilados chilenos y ha hecho arder la calle.
La extrema derecha también dice la verdad en ocasiones, y Javier Ortega Smith lo dejó claro en un desayuno informativo en el que coincidió con Antonio Garamendi. Tras escuchar las peticiones en materia fiscal del presidente de la CEOE, declaró ante los periodistas que los empresarios estarían “muy satisfechos” si hubiera ministros de Vox en el gobierno. Tenía razón el filofalangista. Ya lo advirtió Quintanilla.
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