Pensaba escribir un día sobre la monarquía, pero está visto que ya no estamos en tiempo de sentarse a pensar y hasta la Casa Real lo comprendió y fue más rápida. Aun así se pasó de tiempo, llega tarde. No hay duda de que todas las dudas que tuviese el rey se le aclararon tras el resultado de las elecciones europeas del domingo.
El gran fracaso de la política española, la frustración social, la liquidación progresiva de la protección del Estado sobre las personas y todo el malestar y la rabia por la corrupción se expresaron en unas elecciones en las que el gran ganador moral fue Podemos, un partido que hizo una crítica política y también moral a todo el sistema. La abdicación de Juan Carlos I de Borbón es una maniobra calculada y pactada con los dos grandes partidos estatales hace meses y consecuencia, también, de las elecciones del 25M. Es la verdad.
En estos momentos una organización que aún está naciendo tiene la iniciativa política. Ni la TVE ni las cabeceras de prensa tuvieron tiempo de tragar eso y asimilarlo, no tuvieron tiempo de molestarse en dedicar una entrevista a sus líderes y resulta que la historia les pasó por encima. Y así están, aún no reconocieron la aparición de una nueva forma de hacer política y ya están en lo suyo, sacudiendo el botafumeiro ante el príncipe. De nuevo se criticará la “demagogia” y la “irresponsabilidad” y se invocará la “gobernabilidad”, “el interés de Estado”, “el sentido común” y “la estabilidad”. No es impensable, en ese contexto, que surjan provocaciones y algaradas violentas que estimulen ese miedo. Porque de eso se trata, de que tengamos miedo para que todo siga su curso previsto.
Pero la opinión pública española hoy está dividida en dos, la parte analógica y la digital. Los medios analógicos forman todos parte del sistema político vigente y cierran filas alrededor de la monarquía, sin embargo aunque esos medios llegan a la mayor parte de la sociedad parece que donde se expresa el cabreo, el rechazo al sistema y a todas sus instituciones, incluida la monarquía, es en los medios digitales. Y por eso una fuerza política que acertó a seguir la lógica digital condiciona ahora a toda la izquierda, una izquierda que hasta hace unos días era puramente analógica y anclada en el sistema.
Hace unos meses la crítica a la monarquía era una queja política de la izquierda minoritaria, ahora es un dilema político de estado.
En las próximas horas se van a enfrentar el sistema político y la crítica a ese sistema, quienes traicionaron los contenidos democráticos y sociales de la Constitución diciendo defender un texto intangible y quienes piden una ruptura democrática: referéndum sobre la monarquía. O sea, unas elecciones constituyentes.
Tras las elecciones todo cambió y el PSOE tiene que enfrentar un dilema: o apoya al Gobierno de un partido podrido y antidemocrático cerrando filas con la monarquía o apoya la convocatoria de un referéndum.
La soberbia de los poderosos y de los políticos que los sirven les hizo llegar aquí despreciando el sufrimiento y la opinión de la gente. “El bipartidismo está muy asentado”, decía hace unos días el gurú del PP, que era decir que el sistema político era incuestionable y sólido como hormigón, pero resultó que no. Eso pasa por ensoberbecerse con el poder que se tiene y despreciar la historia.
El príncipe no podrá recibir el trono de su padre sin más entre un clamor de protestas, y la policía del Gobierno y su ministro franquista no van a poder encerrar a toda la sociedad. Franco se marchó dejando a Juan Carlos I como sucesor y para garantizarlo fusiló a cinco jóvenes, Rajoy está persiguiendo, multando y encerrando a muchos pero no se atreverá a tanto.
Lo que toca ahora es exigir democracia y amnistía para las personas multadas y presas por defender la libertad. Esto es la historia, señoras y señores.