Como los monos y los criminales

Los diputados del Congreso están detrás de una valla, encerrados. Como los monos del zoo, como los ladrones.

Los diputados españoles se reunieron para celebrar sus cositas, para jugar a sus palabritas –Tú eres malo/pues tú lo eras ya antes que yo—. Se trataba una reunión ordinaria, el debate sobre el estado de la nación, un encuentro como ya ha habido otros veintitantos. Nada raro, nada serio.

Pero, oh, esta vez los diputados tenían miedo. Tenían más miedo que cuanto aún existían las bandas que mataban a lo bestia. Tenían tantísimo miedo que han levantado una valla enorme, desproporcionada, que rodea el Congreso y varias manzanas de Madrid, incluyendo a los vecinos que allí habitan. Y reforzando las vallas, más vallas, y reforzando esas otras, en cada calle, en cada salida, policías armados.

Los diputados del Congreso, ahí, encerrados. Como los loros del zoo, como los estafadores.

¿Y de qué tenían tanto tanto miedo esta vez los diputados del Congreso, que se han visto obligados a este estado de pre guerra? Pues de usted y de mí, sin ir más lejos. Tienen miedo de los ciudadanos, de los vecinos, de los pobres, de los desposeídos, de los desesperanzados. Qué cosa, quién nos iba a decir que llegaríamos a esto, nuestros representantes, a quienes hemos elegido y pagamos, protegiéndose de nosotros con una cerca carcelaria y grupos armados. Valiente democracia.

Camino por los alrededores de la cerca con la sensación de que por fin ha caído el meteorito o estamos esperando a los bárbaros, cualquier bárbaro sirve. Llueve en Madrid y el enrejado alto, decorado de policías y armas, me produce un temblor ligerísimo pero erizado que no puedo sacudirme. Y la rabia. Noto cómo cada vez piso más fuerte –no, por aquí no puede pasar— y con más furia –no, por aquí tampoco—. Pienso en la mujer o el hombre que ha tomado la decisión: que vallen toda la zona, que no pase nadie, sacad a la policía a la calle. Pienso en el momento en el que acabaron de levantar el cercado, imagino que con satisfacción. Pienso en cómo creyeron que nos dejaban fuera, y lo que hacían era encerrarse ellos dentro.

Los diputados del Congreso, ahí, tras las rejas. Como las hienas del zoo, como los ejecutores.