Morenés debe ser cesado
Un país que tiene un Ministro de Defensa como el señor Morenés está muy mal, Morenés es el síntoma más evidente de una patología muy seria. Y no me estoy refiriendo a la probable incompatibilidad entre sus negocios como fabricante de armas y su cargo. Aunque si ningún partido de la oposición la ha señalado será que no existe.
Hay síntomas evidentes de una patología nacional que se manifiestan de forma crónica y que ya parecen constitutivos del organismo, como la relación con el pasado. El caso del juez Garzón es una manifestación de lo que llamaría “el síndrome de la mujer de Lot”, que fue transformada en estatua de sal por desobedecer la prohibición de no volver la vista atrás. Constantemente se nos avisa de todas las maneras de que no se puede mirar hacia atrás, el pasado está prohibido. A quien pretenda conocer o dar a conocer lo que ocurrió en la guerra y el franquismo: “No hay que revolver el pasado. Es peligroso. Qué manía de mentar siempre el franquismo. Los unos y los otros hicieron cosas malas. Ya quedó atrás y es historia. No poner en peligro los logros de la Transición. Cuidadito”. En cambio los que están interesados en que no se investigue o desvele lo ocurrido se vanaglorian con todo descaro, igual revalidan la transmisión de títulos nobiliarios ensangrentados en la Guerra Civil como conmemoran las gestas de los generales africanistas, como acaba de hacer el ministro Morenés con los muertos en la campaña de Annual.
El desastre de Annual es justamente una piedra de toque de la barbarie que fundó el terrible siglo XX español y que, por lo que se ve, no quieren que desaparezca completamente. Cuando las Cortes investigaron las irresponsables decisiones militares que conllevaron aquella masacre, el “informe Picasso”, los militares africanistas dieron el golpe de estado de Primo de Rivera. Los mismos militares que unos años más tarde conspiraron contra la II República e iniciaron la guerra. Recordar Annual sólo debiera servir para condenar el militarismo, el africanismo español, el colonialismo de una guerra cruel contra la población indígena y la irresponsabilidad de unos mandos que veían las campañas como la gran oportunidad para ascender de rango sin importarle las vidas de los indígenas y ni siquiera las de los reclutas españoles. Pero este ministro ha vuelto a traernos ese episodio lamentable desde todos los puntos de vista y a reivindicarlo.
El franquismo es tabú, pero tampoco se puede mentar el pasado inmediato. No sólo se nos prohíbe conocer el tiempo de nuestros padres o abuelos, ni siquiera podemos recordar el nuestro, el gas de una amnesia falsa pero obligatoria culpabiliza nuestra propia memoria. La memoria democrática no son “treinta y pico años ejemplares”, etc, sino el recuerdo y el conocimiento de los peligros que acecharon y acechan a la democracia y la misma paz. No me refiero al terror y luego el miedo que vivieron nuestros mayores y que nos transmitieron para protegernos de los lobos, me refiero a la memoria reciente. Generaciones de ciudadanos españoles –que viven, trabajan o, estando aún en edad laboral, están en paro– conocieron en su día los estados de excepción franquistas y fueron bien informados para su escarmiento de los cinco jóvenes fusilados en instalaciones militares en el 75, del golpe de estado del 81 y de otros intentos antes, quién sabe si después. En todos esos casos, varones jóvenes que servían como reclutas en el Ejército fueron acuartelados, armados con munición real y algunos trasladados para ocupar instalaciones civiles. Me refiero al miedo que nace del conocimiento de que en España el Ejército a lo largo del siglo XX le hizo la guerra varias veces al pueblo español. Es lo más triste y lo más vergonzoso, lo más contrario a lo que se considera “gloria militar”, pero ésa es nuestra historia. Y ese recuerdo también está sepultado por toneladas de propaganda que cantan las maravillas de nuestra Transición y nuestra democracia, culpabilizando los mismos recuerdos. Morenés sabe que recordamos esas cosas, que nos deberían haber vacunado contra las tentaciones de la libertad, y lo que hizo fue apelar a nuestro miedo. Lo que ha hecho el ministro de Defensa es gravísimo: ha utilizado políticamente al Ejército pero rebajándolo a sus peores momentos. Nos ha avisado de que aquel Ejército sigue ahí, que está tranquilo pero que puede mordernos otra vez. ¿De verdad es así el Ejército español actual? Si no es así, que vergüenza deben de sentir los oficiales que crean que su deber es servir a la ciudadanía y no atacarla. Alguien debería decir que Morenés miente y que es indigno de su cargo.
Como vergüenza nos debiera dar a todos que el estado que pagamos sea un instrumento de políticas contra una parte de la ciudadanía, como fue que el CESID espiase en época de Manglano, como informó esta web, a la familia Pujol y no a otras personas de ideología contraria. Eso sí es deslealtad. Cuando el Estado actúa así, ¿es el Estado España? ¿Qué España es ésa? Cómo no temer a la España de esa gente que nos hiela el corazón.
Lo que no comprenden es que han pasado los años, las décadas, y han nacido nuevas generaciones que no han conocido esos miedos y son más libres que sus mayores, tienen problemas y protestan y cuando les mandan a la policía para pegarles, se indignan porque creen que la policía y el ejército están para protegerles. El miedo va perdiendo su efectividad y los catalanes salen a las calles e igual que antes pedían masivamente, “llibertat, amnistia, estatut d`autonomia” ahora piden otra cosa. Y tienen todo el derecho democrático a hacerlo sin que se les amenace nuevamente.
Morenés fue un nombramiento muy equivocado, entre otros, debería haber sido cesado justo cuando se supo que ocultó informaciones que afectaban a su responsabilidad. Deontológicamente es incompatible que un fabricante de armas gobierne el ministerio que las compra. Qué país es éste.
La democracia española es muy pero que muy escasa en demócratas, no es cierto que todo el mundo sea demócrata, ni de broma. Aquí hay la democracia que haya porque alguna gente luchó contra el fascismo y cuando dejamos de defender la democracia y somos débiles nos vuelven a amenazar los de siempre, los dueños del pasado. Podrá parecer inverosímil que en la Unión Europea un gobierno mande al ejército a ocupar un territorio pero lo inverosímil es con lo que juegan y con lo que nos amenazan. Parecerá increíble pero debemos creerles, por eso en España hay que seguir siendo antifascista.