Una de las previsiones para los próximos años es que será más necesario contar con una parte importante de la población dedicada a ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, lo que por su siglas en inglés se conoce como STEM. Uno de los problemas que se plantea ante este reto es que las mujeres, que en general están estudiando más que los hombres, se orientan menos por estos estudios.
Recientemente, se promovió la visibilidad de las mujeres en la ciencia, y se proponen diversas medidas para fomentar vocaciones científicas en las mujeres. Pero hay una confusión en todo esto. Desde hace décadas la proporción de mujeres en las carreras de ciencias y matemáticas ya está en porcentajes cercanos al 50%. El problema está en las titulaciones relacionadas con la ingeniería y la tecnología. Etiquetar en bloque las cuatro orientaciones nos está confundiendo. En parte porque se usan algunas explicaciones para las diferencias entre hombres y mujeres que obviamente no son buenas, pues lo mismo que se dice para las ciencias, se dice para las tecnologías e ingenierías, y en un caso se está cerca de la igualdad, y en el otro, lejos.
Se dice que el currículum no visibiliza a las mujeres, y que hay pocos referentes públicos de mujeres en ciencias. Pero eso no solo explica por qué afecta poco a ciencias y mucho a ingenierías, sino además, lo mismo podría decirse de multitud de profesiones en las que hace unas décadas casi no había mujeres y ahora sí. Un caso llamativo es la profesión de juez, pues estaba prohibido que las mujeres ejercieran, y luego se decía que por su “feminidad” no podrían ser imparciales, y ahora entran en la carrera judicial más mujeres que hombres, sin necesidad de mentorías ni de cambiar el currículo de las facultades de derecho.
La explicación de los sesgos educativos a favor de los hombres en el sistema educativo deja sin explicar por qué las mujeres han pasado de estudiar menos a estudiar más que los hombres, un sorpasso que dieron en una época tan heteropatriarcal como la escuela franquista. Y por qué esa afluencia de las mujeres de las aulas fue a todas las titulaciones menos a las ingenierías.
Entiendo que el fenómeno no se explica por un solo factor, pero creo que se hace mucho énfasis en las vocaciones y el sistema educativo, y dejamos de lado las condiciones de trabajo. Las condiciones de trabajo son menos favorables para la conciliación en el sector de ingenierías, en el que se tiende a trabajar por proyectos, y con menor presencia de empleo público. Si queremos más mujeres ingenieras, es necesario que el sector se tome en serio la conciliación.