Mujeres en lucha
Carlota es hija de un matrimonio de la burguesía republicana madrileña, imbricado en una familia ilustrada y golpeado por la guerra civil. En 1958, la joven es una de las pioneras que acude a la Universidad Central para cursar Ciencias Políticas, carrera que también estudia su hermano Paco, que es todo un referente para ella. En el ámbito universitario de los años cincuenta, los varones siguen las clases separados de las pocas mujeres con las que comparten el aula del riguroso y gélido edificio de la calle de San Bernardo. La estudiante se enamora de Juan Manuel Kindelán, un compañero de ingeniería que es el mejor amigo de su hermano y al que conoce desde que ambos estudiaban en el colegio de los maristas de El Pilar. Pero Paco y Juan Manuel deben huir al ser perseguidos por la policía política como fundadores de la Agrupación Socialista Universitaria. Escapan por el monte, atraviesan la muga del País Vasco y se refugian en París, donde el colectivo de exiliados les consigue sendas becas para continuar en Francia sus estudios.
La enamorada pone en peligro su seguridad y logra visitar a Juan Manuel aprovechando la ausencia de sus padres de Madrid y va a París en tren arriesgándose a ser detenida y devuelta al hogar paterno por no disponer de la preceptiva autorización para viajar por ser menor de edad. Finalmente, las familias de ambos se rinden a las evidencias y consienten la celebración de un matrimonio -como Dios manda y por la Iglesia- que se celebra en la localidad francesa de San Juan de Luz. Carlota se traslada a París con la intención de continuar la carrera de Políticas, estudia francés y solicita el ingreso en el prestigioso Institut d’Études Politiques, pero un suceso inesperado se cruza en su camino.
Desconocedora de todo recurso anticonceptivo, la recién casada se queda embarazada sin que siquiera sea consciente de ello hasta que padece un aborto espontáneo. El trato que recibe en el hospital la marca de por vida. Se siente humillada e incomprendida. Su joven esposo informa al personal sanitario de que Carlota ha sufrido un “avortement”, palabra inadecuada en el idioma francés, que sólo utiliza el término para la interrupción voluntaria del embarazo (entonces criminalizada), mientras que al suceso fortuito, como era el caso, lo denomina “fausse couche”.
El trauma que provoca en ella el maltrato hospitalario la marca de por vida y es la motivación primera de su compromiso con los derechos reproductivos de las mujeres, que definirán su carrera política y su trayectoria personal. En esos días de convalecencia en el hospital parisino, conoce la obra de Simone de Beauvoir y se abre para ella un nuevo espacio de autoconciencia feminista.
Carlota Bustelo García del Real, tras su regreso a Madrid en 1964, se incorpora a la lucha por la liberación de la mujer en organizaciones de la época. Más tarde, ingresa en el PSOE y es pionera en la definición de lo que serán los preceptos feministas de la Segunda Ola. Participa en la I Jornada por la Liberación de la Mujer, hito fundacional del movimiento feminista (en lo que coinciden todas las historiadoras), celebrado a pocos días de la muerte del dictador, en diciembre de 1975. También es una de las autoras del primer documento sobre los derechos de las mujeres que aprueba el PSOE en su XXVII Congreso, bajo el título “Mujer y Socialismo”. El texto escandaliza a buena parte de su partido, sobre todo a los varones, reticentes ante una defensa tan radical para la época de un protagonismo que consideran excesivo de las ideas feministas.
Carlota Bustelo se convierte en diputada en las primeras elecciones de la democracia, celebradas en 1977 y su lucha política se centra, sobre todo, en la reivindicación de los derechos reproductivos de las mujeres, la despenalización de los anticonceptivos -prohibidos hasta el momento- su gratuidad efectiva en los nuevos centros de planificación familiar, la necesidad de afrontar la realidad de los abortos, socialización de los servicios, reparto del trabajo doméstico, la necesidad de guarderías, los diferentes tipos de familia, etc. En su discurso ante el pleno del Congreso -el 27/9/1978- urge la legalización y confirma que el uso de la píldora es generalizado en la sociedad española, lo cual demuestra que la mayoría de las mujeres en edad reproductiva están incumpliendo una ley injusta y trasnochada.
“Según el INE, el 60 por ciento de las mujeres casadas españolas utilizan algún método anticonceptivo. De ese 60 por ciento, el 17 utiliza la píldora y el 30 el retiro. Solamente el 12 por ciento utiliza el ritmo (o abstinencia) y los otros medios anticonceptivos se utilizan mínimamente. Ello quiere decir que, pese a la ilegalidad existente y la política natalista del régimen anterior, en nuestro país se utilizan medios anticonceptivos, con una clara tendencia a ir sustituyendo el tradicional y extendido ”coitus interruptus“ por la píldora y siendo España precisamente uno de los países europeos que mayor cantidad de anticonceptivos orales utiliza.” (Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados).
Es en ese momento histórico de su discurso ante la Cámara, cuando Bustelo pone de manifiesto la lucha de tantas mujeres a favor de todas las demás, al mencionar las reivindicaciones feministas dentro de la clandestinidad antifranquista:
“Las mujeres de izquierda hemos pedido insistentemente bajo el franquismo
que el artículo 416 se derogara, y lo hemos pedido en manifestaciones ilegales,
en charlas clandestinas, en panfletos que se consideraban subversivos, en campañas
de divulgación y de información en la calle, durante las que éramos a
menudo insultadas, cuando no apaleadas o detenidas. Y no es sólo porque
hemos sido las mujeres las principales protagonistas de una lucha dura por un
aspecto importante de la libertad del individuo, como es la libertad de utilizar
su propio cuerpo, de una lucha que ha empezado a recoger sus frutos con la despenalización de los anticonceptivos“.
En la legislatura de 1978 se alcanza ese primer logro al que aludió en el hemiciclo la diputada constituyente, y después vendrían muchos más, tanto en la Constitución como en la despenalización del adulterio, en la Ley del Divorcio, la reforma del Código Civil de 1981, etc.
Desde 1978 hasta el día de hoy, las mujeres españolas han peleado los derechos de la mitad de la población, han propiciado una legislación en igualdad que es hoy referente mundial y contribuyeron así, de forma decisiva, a la construcción de la democracia actual.
Como vemos en la trayectoria de la pionera Bustelo, otras mujeres trabajaron desde los años sesenta, de forma individual o colectiva, a sentar las bases del futuro en beneficio de todas. Pero la Historia no ha sido justa con ellas y no las menciona. Incluso sus nombres son apenas conocidos por la sociedad española y hay muchas feministas del siglo XXI que desconocen los orígenes de los derechos que hoy disfrutan.
Con el proyecto “MUJERES EN LUCHA. Democracia y feminismo en el último periodo franquista (1965-1975)”, la asociación El Club de las 25 -que preside la abogada Cristina Almeida- quiere sacar a la luz a todas las que pusieron las primeras piedras del camino que hoy recorremos todas, las más jóvenes y las mayores.
“No sé si supuso mucho esfuerzo lo que hicimos, pero lo que sí puedo decir es que había detrás de nosotras toda una larga lucha contra las ideas machistas”, confesó Bustelo en su entrevista sobre el papel de las primeras políticas en la Transición, que he recogido en el libro Fuimos Nosotras (Debate 2019).
El Proyecto “Mujeres en Lucha” quiere investigar, recuperar y compilar material (oral, impreso y audiovisual) que visibilice la labor del feminismo en pro de la igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres, así como su aportación a la construcción de la democracia tras la dictadura franquista, referida al periodo mencionado entre 1965 y 1975. En el seno de este proyecto, que cuenta con la científica Carmen Gaitán como investigadora principal, se van a estudiar también las manifestaciones culturales y artísticas que ya reflejaban este incipiente movimiento feminista.
En la presentación en Vigo de “Mujeres en Lucha” -que tuvo lugar el pasado lunes, 15 de abril- intervinieron diversas profesionales y líderes locales que relataron sus experiencias en aquellos años, como las escritoras Marilar Alexandre y María Xosé Queizán; las activistas Camiño Noia y Ana Míguez; y la política Teresa Conde Pumpido –todas ellas comprometidas con la igualdad y la lucha antifranquista–. Allí se puso claramente de manifiesto la ignorancia que reina en la sociedad española sobre el esfuerzo que realizaron quienes defendieron los derechos de todas en esa etapa de los últimos años de la dictadura. Al desconocimiento, se sumaron los deseos de saber que demostraron quienes llenaron la sala del museo Marco para conocer de primera mano a las que iniciaron una batalla por la igualdad de cuyos resultados todas disfrutamos en España, pero que está lejos de verse culminada.
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