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Los multimillonarios no son como nosotros

Elon Musk en una imagen de archivo
4 de enero de 2025 21:27 h

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En su novela El joven rico, Scott Fitzgerald escribió aquella célebre frase: “Los ricos son diferentes a nosotros. (...) Piensan, en lo más profundo de sus corazones, que son mejores que nosotros”. Años después, Ernest Hemingway, que era su amigo pero también desleal y arrogante, incluyó la cita en su libro Las nieves del Kilimanjaro, en boca del propio Scott Fitzgerald y en tono despectivo. Hemingway replicaba de manera ingeniosa a través de su protagonista: “Sí, son diferentes a nosotros, pero solo en que tienen mucho más dinero”. En la versión que ha llegado hasta nuestros días, Hemingway sustituyó el nombre de Scott Fitzgerald por Julian, pero la amistad que los unía quedó herida de muerte. Al margen de esta trifulca literaria, El joven rico y Las nieves del Kilimanjaro son dos novelas que se leen en un santiamén y que pueden iniciarnos en la comprensión de una nueva estirpe de ricos que surgió en el siglo XIX (Ford, Rockefeller, J.P. Morgan) y que ha evolucionado hasta los milmillonarios tecnológicos globales como Elon Musk. Hoy, en 2025, los ricos ya no solo son distintos, sino que han perdido cualquier conexión con nosotros. 

No queda ni la filantropía tal y como la conocimos, aunque el altruismo del dinero siempre ha colocado a otras personas bajo su poder y ha creado relaciones sociales y políticas contrarias a la igualdad. En 2008 se publicó un libro titulado Filantrocapitalismo: cómo los ricos pueden salvar el mundo, de Matthew Bishop y Michael Green, que resumía la fascinación por los ricos que se venía gestando desde el inicio del siglo XX, pero después de la crisis hasta en EEUU comenzaron a abrir los ojos y percibir a los millonarios como élites extractivas, como demuestran títulos como Los ganadores se lo llevan todo: la farsa de la élite para cambiar el mundo, de Anand Giridharadas (2018). Ahora estamos en una nueva fase definida por la creciente hegemonía de una élite minoritaria que controla el dinero pero también la comunicación. Cada vez son más frecuentes y desacomplejados los berrinches de las grandes fortunas por tener que pagar impuestos o someterse a controles y regulaciones. Tienen ya el dinero con el que los simples mortales no podemos ni soñar, pero si, de repente, existe la posibilidad de tener un poquito más, se pasa por encima de cualquier obstáculo, aunque sea la democracia o el estado. Está a punto de extinguirse el millonario mecenas o donante que financia el ala de un hospital o un museo. ¿Queda algún rico como la heredera de L'Oréal, Liliane Bettencourt, que pidió patrióticamente que el estado francés le subiera los impuestos?

Los multimillonarios como Musk han llegado a la conclusión de que el mejor regalo que pueden hacer a la humanidad son ellos mismos. Su mera existencia ya es para ellos fuente de prosperidad y progreso, aunque usted no lo note, y ellos saben lo que le conviene mejor que usted mismo. Esto se hace evidente en el ego sin control de Elon Musk que, una vez ganados EEUU, quiere jugar al RISK en Europa, empezando por Reino Unido y Alemania. En los últimos diez días, y amparándose en la nueva impunidad que le da la combinación de dinero y poder político, Musk ha escrito cerca de 200 posts en X difundiendo información falsa o incompleta del escándalo de abusos a menores que se produjo en Reino Unido a finales de los años 90 y principios de los 2000, ha tachado de criminal al primer ministro Keir Starmer y ha pedido su cabeza, al tiempo que anunciaba una charla en directo con Alice Weidel, líder del partido de extrema derecha alemán AfD, al que apoya en las próximas elecciones.

Guido Alfani, historiador económico italiano, analiza los fuertes lazos entre el dinero y el poder político en su libro Como dioses entre los hombres. El libro toma su título de una frase del filósofo francés Nicolás de Oresme, que advertía de que los ricos funcionan “como dioses entre los hombres” y repasa la consideración social que han tenido los ricos a través de la historia, para señalar la Edad Media como uno de sus peores momentos, por la fuerza de los valores del cristianismo. Estamos en los inicios de una nueva era: los políticos al servicio de los ricos con poder económico y mediático que consideran que la democracia es un obstáculo para sus objetivos. Hans Magnus Enzensberger ya escribió en La balada de Al Capone que “toda empresa capitalista, llevada a sus últimas consecuencias, se convertía en una organización criminal”. Del mismo modo, todo multimillonario sin control es susceptible de convertirse en un tirano. Lo peor que puede ocurrir es intentar normalizar los actos de millonarios como Elon Musk, esos ricos que nunca serán como nosotros, y aceptar con gozo de pobres la claudicación democrática ante la insolencia del dinero.

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