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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

El típico artículo coñazo contra el Mundial de fútbol

Antes de que me lo digáis, ya me lo digo yo: no me gusta el fútbol porque no lo entiendo; soy un infeliz por perderme algo tan grande; me siento superior intelectual y moralmente a vosotros; soy un incoherente y un hipócrita porque tengo aficiones y comportamientos que también son criticables; soy un amargado y un resentido porque me quedo fuera del entusiasmo mayoritario; soy un puto coñazo. Hala, ya me lo he dicho yo, así no os quito tiempo ni atención que necesitaréis para el non-stop futbolero de las próximas semanas.

Pocas cosas despiertan más antipatía que escribir contra el fútbol. Ya puedes opinar sobre cualquier otra cosa: monarquía, religión, nacionalismo, toros, ETA. En ningún caso recibirás tanta incomprensión y desprecio como cuando criticas el negocio del fútbol, la demasía informativa, su omnipresencia. Si queda en pie algún consenso entre nosotros, ese es sin duda el fútbol, que además en los últimos tiempos ha recibido un barniz intelectual para vencer las últimas resistencias.

Así que odiadme, pero no puedo evitarlo: no me gusta el fútbol. Y cuando digo fútbol no me refiero al deporte, sino a lo mismo que os gusta a vosotros, que no es el fútbol sin más, sino esta mezcla de espectáculo y negocio que estos días alcanza su esplendor.

Acaba de empezar el Mundial y yo ya estoy saturado de especiales informativos, páginas de periódico, telediarios centrados en el monotema, redes sociales balompedizadas, citas canceladas para no coincidir con partidos, aplazamientos, despliegue publicitario, abducción generalizada y rebaje de tensión social.

Que sí, que yo también tengo mis aficiones, y me parece perfecto que la gente tenga vías de escape, distracciones y pasiones, pero ninguna es tan intensa ni acaparadora como el fútbol. Por no hablar del patrioterismo de medio pelo que de repente estalla, todo rojigualdo por doquier y todos unidos en un mismo sueño y patatín patatán. No, no me aconsejéis que pase del asunto y viva mi vida, que aproveche para ir al cine durante el partido, porque la realidad es que no hay exterior en el fútbol, lo acapara todo.

Ya oigo a los compañeros de militancias: el fútbol no es de derecha, no hace falta que me citéis a tal o cual pensador, poeta o revolucionario aficionado al fútbol, es el mismo argumento de autoridad que usan los taurinos. Y doy por hecho que por mucho fútbol que haya no os olvidáis del rey y el referéndum, ni del frente amplio, los recortes, los desahucios, la ley del aborto; y que no faltaréis a las próximas manifestaciones, que en todo caso intentarán no coincidir con los principales partidos.

También sé que no sois insensibles a las protestas de los brasileños, ni a la represión de las protestas, ni al despilfarro mundialístico en un país con tantas desigualdades, ni a los trabajadores muertos en la construcción de estadios allí o en la próxima sede de Qatar. Sé que sois capaces de gritar gol al mismo tiempo que retuiteais todas esas denuncias.

Me admira vuestra capacidad de disociación cuando del fútbol se trata. Sois capaces de disfrutar, enloquecer, celebrar, aun sabiendo que es un negocio gigantesco en manos de una organización corrupta como la FIFA, turbios magnates propietarios de clubes, patrocinadores a cual más odioso, gobernantes que hacen la vista gorda (desde países que se pliegan a los organizadores, hasta ayuntamientos que recalifican terrenos para el propietario del equipo local). Y jugado por millonarios precoces, convertidos en modelo social, y que se acaban riendo de vuestras peticiones de que donen las primas (como ya pasó en competiciones anteriores donde se abrió el mismo debate).

Las cosas están cambiando, no somos los mismos de hace unos años, hemos madurado como sociedad, nuestro nivel de exigencia ha subido, queremos transformar este país fallido… Pero el cambio más impresionante será el día que dejemos de ver un partido de Mundial en solidaridad con quienes allí protestan, o el día que abandonemos a nuestro equipo como rechazo a dirigentes mafiosos y privilegios fiscales y urbanísticos que reciben de los gobernantes con tanta frecuencia. Ese día sí que me creeré que todo es posible.

Bueno, pues ya está. Alguien tenía que escribir el típico artículo coñazo contra el Mundial, y me ha tocado a mí. Os iba a pedir disculpas por la impertinencia, pero tengo la tranquilidad de no haberos fastidiado el disfrute del próximo partido. ¿Hola? ¿Hay alguien ahí?