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El mundo se derrumba y a Feijóo le duele el emérito

3 de marzo de 2022 22:32 h

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Las bombas siguen cayendo; el Ejército de Putin continúa el asedio a las principales ciudades de Ucrania; Rusia augura una “catástrofe humanitaria” en Kiev, Járkov, Jersón y Mariúpol; Zelenski llama a su población a seguir resistiendo; casi 250 civiles ucranianos han muerto, según la ONU, por los ataques rusos y la UE aprueba la entrada ilimitada de refugiados en territorio comunitario. “Hay un deber moral como europeos de proteger a los que huyen”, ha dicho Von der Layen.

El mundo se derrumba y a Alberto Núñez Feijóo le duele el emérito porque, asegura, “ha sufrido muchísimo”. Ahí va eso. Al flamante candidato a presidir el PP nacional, que no ha dicho una palabra de la guerra salvo para recordar que el PP le ha brindado su apoyo al Gobierno de Sánchez, le conmueve el padecimiento del que fuera 40 años jefe del Estado y se felicita del archivo de la investigación de la Fiscalía contra Juan Carlos I. Tanto es así que lo ha calificado de una “buena noticia”, que demuestra que el monarca “queda libre de toda sospecha”. 

Ni libre de sospecha, ni buena noticia. Que el Ministerio Público haya aprovechado el ruido de las bombas para anunciar su decisión demuestra lo vergonzante del asunto. Gracias a la Fiscalía y a la Agencia Tributaria, el emérito se libra de ser perseguido, no de uno, ni de dos, ni de tres, ni de cuatro, ni de cinco, sino de hasta 13 delitos. Diez ilícitos fiscales, dos cohechos impropios y uno de blanqueo que no podrán ser perseguidos penalmente. Y no porque no fueran cometidos, sino porque estaban prescritos, se cometieron bajo la protección de la inviolabilidad que le otorgaba la Constitución o porque la Agencia Tributaria le alertó sobre ellos para que hiciera una regularización ante el fisco con la que evitar la imputación. 

¿Libre de sospecha? Juan Carlos I sigue bajo sospecha, igual que la Fiscalía y la Agencia Tributaria, que hoy más que nunca demuestran que la Justicia no es igual para todos y que Hacienda somos todos, menos uno. 

De los guionistas de “El insoportable sufrimiento del emérito”, Feijóo añade que el Estado de Derecho “ha funcionado” porque “se ha investigado cuando se consideró que había que investigar, con una profundidad realmente larga en los tiempos”. ¿Buena noticia? En absoluto. La buena noticia podría ser que Urdangarin haya quedado en libertad condicional tras ser investigado, imputado, juzgado, condenado y cumplido las dos terceras partes de su condena. En su caso, sí, funcionó el Estado de Derecho, aunque él pensará, seguro, que solo elegido como chivo expiatorio para pagar por culpas que no le correspondían en exclusiva. Al fin y al cabo, cuando llegó a la familia no hizo más que lo que vio y que, además, le animaron a seguir el ejemplo. 

El carpetazo de la Fiscalía, aunque esperado, es un escándalo mayúsculo, además de un insulto a todos los españoles, menos para quienes como Feijóo, claro, se conmueven por el “sufrimiento” de alguien que cometió 10 delitos fiscales, dos cohechos impropios, uno de blanqueo de capitales y usó la jefatura del Estado para un enriquecimiento obsceno. Y todo sin ni siquiera haber tenido a bien pedir perdón por su bochornoso comportamiento. Con todo, lo peor es que aún haya quienes defiendan su legado y, además, se lleven las manos a la cabeza por el oprobio que se ha ganado a pulso.

Ha llegado el momento de abrir el debate para eliminar de la Constitución la inviolabilidad del rey. Y, como la reforma del Título II, que es el que regula la Corona, requiere de un procedimiento agravado que implica no solo una mayoría de dos tercios en el Congreso y el Senado, sino disolver las Cortes, convocar elecciones generales, y que la nueva composición de las Cámaras refrende la reforma para después convocar un referéndum, estamos a tiempo de que el cambio coincida con las siguientes elecciones generales. 

Sánchez debería plantearlo con tiempo y Núñez Feijóo, a quien debería doler más la democracia y no tanto el emérito, apoyarlo. Felipe VI tendría que ser el primer interesado en que saliera adelante. De hecho, está tardando. Todo lo demás, son fuegos de artificio.