Nacional-Ayusismo

5 de septiembre de 2020 21:36 h

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Mentir de forma apabullante hasta hacer insoportable para el receptor la ingente cantidad de embustes y declaraciones absurdas y medidas ridículas para que sea imposible analizar con detenimiento cada ocurrencia. Populismo por aplastamiento, eso es el Nacional-Ayusismo.

Epatar, aunque sea por su propia incapacidad. Distraer con medidas absurdas que solo buscan desviar la atención. Desistir, asumiendo que el contagio nos llegará a todos. Instaurar la desidia y la impotencia como doctrina política de supervivencia. Si Ayuso está acorralada por la gestión de las residencias de ancianos, pues se inventa el carné serológico para que todos corramos a hablar de la última barbaridad y perdamos el foco en lo verdaderamente importante.

Sus ridículos no restan, importa ser protagonista aunque sea a costa de la vergüenza ajena de los que la escuchan. Si dice que una planta de un hospital no está cerrada pero a pesar de eso la abrirá mañana tendrá sus acólitos que la aplaudan. Porque la razón es accesoria. Si asegura que el virus estaba en Madrid y por eso golpeó con más fuerza la capital porque “Coronavirus Diciembre 19” desde los palanganeros conservadores servidores del poder mirarán para otro lado para proteger la gestión inepta de quien les promete no pagar sucesiones, que eso es lo que importa.

Nos reímos de ella pero no por minusvalorarla, sino por todo lo contrario. La resistencia a este castigo al que el poder nos somete en Madrid es la burla. Reírse de Ayuso es la muestra sublime de valor y cultura del pueblo madrileño que se niega a ponerse en el lugar de violencia institucional y desprecio que Ayuso usa hacia y contra su ciudadanía. Decía Curzio Malaparte en El gran imbécil que cuando un pueblo no tiene capacidad para rebelarse ha de tomar el pelo y reírse de la bárbara. Porque cuando llegue el día en que la perdamos de vista podremos seguir haciendo lo que siempre hemos hecho sin mancharnos las manos. Reírnos de ella. Como muestra de valor, cultura y coherencia.

El Nacional-Ayusismo es una estrategia basada en eludir la responsabilidad embarrando el debate público con el único objetivo de sostener su Gobierno para que los empresarios a los que cede la voz puedan hacer negocio con el sector público. Y no es un problema solo para los madrilleños, es un pensamiento doctrinal más contagioso y peligroso que el virus que nos asola este 2020. Tan tóxico como Trump o como el Brexit.

Jonathan Coe realiza una ácida crítica en su obra El corazón de Inglaterra. Una visión de la degradación del entorno social y político en la era del Brexit que destila críticas brillantes que ayudan a comprender a algunos de sus protagonistas, como Boris Johnson:

“—Por ahí circula el rumor —explicó Doug— de que la noche anterior, antes de que el Telegraph entrase en imprenta, Boris tenía dos artículos preparados para entregarles. Uno a favor de la salida y otro en el que argumentaba a favor de la permanencia.

—No le doy ningún crédito al rumor —dijo Nigel—. Boris habría tenido tres artículos preparados: uno a favor de la salida, otro a favor de la permanencia y otro mostrándose indeciso. Le gusta tener todos los flancos cubiertos.“

Boris Johnson, a quien Isabel Díaz Ayuso ha plagiado su forma de hacer política por mucho que sueñe ser Thatcher, es el ejemplo sobre el que se sustenta el nuevo proceder del PP de la Comunidad de Madrid y su vocera coyuntural de verbo atribulado. El Nacional-Ayusismo, una deriva nacionalista de cuño económico e ideológico que opera en los mismos términos que los nacionalistas identitarios y esencialistas de Torra y Puigdemont. No hacer nada y culpar a otros de las consecuencias de no hacer nada.

El sistema nacional de salud es el bien más preciado de cualquier persona de un país con un fuerte estado de bienestar. Por eso utilizan las promesas sobre la sanidad para intentar ocultar su degradación y poder llevar a cabo sus propuestas nacional-populistas. No es casualidad que la gran mentira propagandística sobre la que se sustentó el engaño masivo del Brexit tuviera como protagonista la sanidad. El autobús en el que Boris Johnson recorría el país para defender la salida del Reino Unido de la Unión Europea tenía estampado un eslogan que decía que los 350 millones de libras esterlinas a la semana que enviaban a la UE serían destinados al Servicio Nacional de Salud (NHS). Una mentira tan flagrante que hasta la tuvo que reconocer cuando ya el Brexit se había consumado.

En plena pandemia, el único plan de Ayuso es calcar ese autobús fraudulento. Hablar en futuro para que olvidemos el presente, para que fiscalizar su gestión sea un profundo ejercicio de investigación y análisis que solo unos pocos tengan capacidad y tiempo para llevar a cabo. Porque cuando promete que contratará 1000 rastreadores, ella ya sabe que hemos olvidado que prometió que en la fase 1, en mayo, tendría contratados 648 rastreadores y en septiembre no hemos llegado a 550. Porque todos hemos olvidado que el hospital de Ifema se realizó entre las protestas y alertas del Colegio Oficial de Médicos por el desmantelamiento que suponía de la atención primaria desviando recursos para su hospital propagandístico. Quizá no nos acordamos, pero cuando vamos al centro de salud y no hay médicos existe una explicación sencilla, y es el olvido cuando Ayuso tomó esa medida.

Isabel Díaz Ayuso es nacionalista y populista. El procesismo castizo en el que ha convertido la gestión de la Comunidad de Madrid funciona con un enemigo externo, el Gobierno socialcomunista, y uno interno, la izquierda madrileña, los sindicatos, los defensores de los servicios público y todos aquellos que puedan hacer que ella eluda sus responsabilidades.

Pero sus actos cuestan vidas. El Nacional-ayusismo busca salvarse. Mantenerse en el poder con el arte de la mentira que Aguirre aprendió de Arbuthnot y trasladó a sus entetados. Será nuestra responsabilidad que lo consiga. En las próximas semanas comenzarán las clases y su plan de huida ya lo ha dejado claro, es una catástrofe que nadie puede evitar. Todos los niños se contagiarán en algún momento y es necesario que la economía siga funcionando. Nadie es responsable de una tragedia natural, nadie puede ser responsabilizado de un meteorito, o de un tsunami, o de que tu niña coja un cáncer… o el coronavirus. Ella no tiene la culpa, ella no puede hacer nada, esa es su coartada.

Pero en los próximos días sus mentiras se van a hacer concretas, y van a afectar a la vida de tus hijos. No se ha contratado a 11.000 profesores. No va a haber ratios de 20 alumnos. Las clases no serán un sitio seguro. Los expertos aseguran que abrir las aulas con una incidencia acumulada de 25 casos diarios por 100.000 habitantes es un riesgo extremo para la seguridad de los menores. En Madrid estamos en 33 casos diarios, en Puente de Vallecas en 77. Las matemáticas no van a hacer caso a las engañifas de Ayuso. Tú sabrás si vas a poner en riesgo la vida de tu hija para que Ayuso salve su sueldo. No tengo hijos, estaré observando. Aterrado por los tuyos y con memoria.