Hace años también escribí sobre Obama y me equivoqué ni mucho ni poco, lo normal. Según recuerdo, calculaba que era importante para la sociedad norteamericana tener un presidente negro, que probablemente haría alguna política interna de carácter más social pero que no supondría un cambio esencial para el resto del mundo, pues los intereses estratégicos de EE.UU son los de una potencia imperial donde economía y Ejército se funden en un mismo todo. Y fue un presidente suyo, Eisenhower, quien lo contó al mundo.
Obama se va yendo y alguien hará un balance completo que incluya sus esfuerzos por extender la sanidad pública y otros derechos, pero de entrada recuerdo la destrucción de Siria, esos miles de muertos y de refugiados no son culpa particularmente de Europa sino de EE.UU y sus aliados en el Oriente próximo, lo que el lenguaje colonial llama “Oriente medio”. Recuerdo la completa destrucción de Libia, con sus muertos y miles de refugiados también en el Mediterráneo. Recuerdo el golpe de estado en Egipto, el golpe de estado en Ucrania, el asentimiento a la destrucción de Yemen a cargo de Arabia, la instalación de misiles en países fronterizos y el acoso marítimo en el Mar del Norte, lo mismo a China en su área marítima estratégica, la completa inacción voluntaria o por incapacidad respecto de la población palestina…No sé lo que dará de sí Trump aunque todo puede empeorar porque Afganistán, Irak y el mundo ya padeció antes a George Bush y sus aliados.
Pero no nos enteraremos verdaderamente de mucho porque los gobiernos que nos tocan aquí y los medios de comunicación seguirán siendo altavoces de los intereses imperiales, hoy es Corea del Norte, mañana Rusia, Siria o cualquier país que haya que invadir, previa información de las maldades del tirano que padece la población de ese país.
No pretendo negarle méritos a Trump, a estas horas ya estará haciendo alarde de ellos, solo pretendo relativizarlos, pues cuando el presidente Kennedy, tan añorado por la ñoñería embobada de bobaliconería, reinaba y sonreía, aquí protegía a la policía del Régimen que torturaba a Julián Grimau, por ejemplo, o a los mineros asturianos rebeldes. No hago recuento de las dictaduras y masacres que exportaron o protegieron por el mundo adelante tanto presidentes demócratas como republicanos. Sin embargo, es cierto, lo de Trump (aprenderemos a leer 'Tramp', con una 'a' abierta, ya lo verán) es algo específicamente nuevo.
La Administración de Donald Trump puede que haga en adelante políticas no tan diferentes de otras ya vistas o padecidas pero difiere en que no lo oculta. Hillary Clinton puede que arrasase los mismos países que probablemente vaya a arrasar en el futuro Trump pero diría que lo hacía para exportarles democracia o salvar a alguien o algo, en cambio Trump lo hará, disculpen, porque “le sale de los cojones” hacerlo. Lo que ha hecho Trump es vaciar la ficción de democracia completamente, simplemente se niega a utilizar la cháchara democrática y la palabrería de los políticos profesionales para ocultar la violencia.
Parece que sus votantes han cambiado el juego político, no pretenden vivir en una democracia, no engañan, lo que quieren que se cumplan sus deseos, los que sean, que se realice su voluntad. Y no dicen que es para hacer un bien a la humanidad sino que quieren hacerlo porque pueden.
El capitalismo evoluciona constantemente, entró hace más de una década en una fase nueva y una de las consecuencias políticas parece ser la caída de todos los velos, no necesita de representaciones democráticas para enmascarar el dominio brutal. El capitalismo fue violencia siempre y ahora no lo oculta. Es natural que en los regímenes democráticos los partidos que se justificaban por apuntalar la representación parlamentaria se encuentren ahora sin papel que los justifique, se van al paro. Como los demás. Nadie cree en nada y lo que pretenden es que vivamos en el cinismo.