No apaguen el aire aún

14 de agosto de 2021 22:35 h

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La tecnología hizo posible las grandes poblaciones; ahora las grandes poblaciones hacen que la tecnología sea indispensable

''A lo mejor en España no podemos usar tanto el aire acondicionado'' dijo el ex senador y las redes se inflamaron como para provocar el encendido de varios aparatos de esos. Más allá de la polémica puntual, me choca el choque de dos posturas tan irredentas cuanto, en realidad, creo que hay falta de información en ambas. Unos creen, con razón, que es insostenible el daño que le estamos haciendo al planeta y proponen dar marcha atrás, como parecía ser el caso de Ramón Espinar. Otros, los que le hostigan, no creen en el daño irreversible de nuestra actividad ni en sus consecuencias y, por tanto, se enervan e intentan ridiculizar su actitud. Batallas perdidas, porque creo que la brújula señala a otro norte. 

No admite discusión la situación de peligro inminente a la que estamos abocando al planeta pero creo que proponer como solución primordial la de retirarnos y dar marcha atrás (volver a la bici, apagar el aire, comer menos carne, olvidarnos de viajar) produce mucha incomprensión y, además, olvida que tal vez la solución al daño causado por nuestras tecnologías esté en ir hacia adelante, en usar de nuevo la mente humana para intentar mantener nuestro bienestar y acrecentar el del resto de pueblos de la tierra sin causar daños irreparables o, incluso, reparando los que ya se hicieron. No menos tecnología sino más tecnología y mejor. Evitar terminar como en ''Las Torres del Olvido'' de Turner -y miren que es una novela que recomiendo para este verano- y acercarnos más a una utopía limpia y eficiente que habremos creado, como hemos hecho con las vacunas, aportando lo mejor de nosotros a nuestros peores problemas. 

De lo que se trata es de avanzar de una forma sostenible y creo que ese es el empeño que la Unión Europea está implementando con estos fondos que son a la vez salvavidas de la crisis y punto de inflexión. Nos cuentan demasiado de los graves problemas que tenemos y a veces muy poco de cómo miles de cerebros juntan sus esfuerzos para encontrar las soluciones. 

Estos días leía sobre las mil soluciones que la Fundación Solar Impulse, de Bertrand Piccard, ha identificado para caminar en ese sentido. Solo he seleccionado alguna de ellas, para demostrar que hay un camino de esperanza más allá del camino de la privación. Una ong holandesa ha desarrollado una gabarra del futuro, una gabarra tragaplásticos, ya que han reparado en que el 80% de los plásticos que ahogan los océanos proceden de los vertidos de mil ríos perfectamente identificados. Así que han pensado que era mejor capturar los plásticos antes de que lleguen a los mares. Y ahí están, ya en Malasia e Indonesia, recorriendo ríos con la gabarra tragaplásticos que los empaca en unos contenedores fáciles de extraer del barco y enviar a plantas de reciclado. La gabarra se mueve con energía solar, por supuesto. 

O tenemos el caso de los proyectos de incremento de vegetación en las grandes ciudades para paliar los efectos de aumento de temperatura por el cambio climático. En España tenemos la fortuna de tener grandes arbolados metropolitanos pero, de no ser así, en Francia han diseñado una especie de sotobosque móvil, en el que columnas de un metro cuadrado de apoyo soportan hasta 50 metros cuadrados de vegetación y que pueden ser desplazadas de un lugar a otro. Ya están instaladas en Toulouse. 

Han detectado también un sistema desarrollado por una star-up israelí que ha conseguido utilizar la energía cinética del mar -Eco Wave Power- para dar servicio eléctrico a urbanizaciones y poblaciones situadas en la costa y lo hacen aprovechando para instalarla los sistemas embarcaderos, escolleras o puertos y pantalanes ya existentes, de forma que no sea preciso construir ni intervenir más. Así sí se puede poner el aire. 

Para la contaminación residual en los suelos -por múltiples causas, minería, petróleo, agricultura intensiva- los belgas han puesto en marcha sistemas de recuperación a través de setas, para utilizar la capacidad de los hongos de depurar moléculas del suelo en el que crecen. Y hasta la multinacional Procter and Gamble ha desarrollado un sistema para reciclar y purificar el cien por cien de los propilenos, uno de los plásticos que más utilizamos y cuyo reciclaje es aún deficiente por los resultados de color y olor que obtiene. 

Son solo algunos ejemplos. También la industria del lujo está ensayando en París con la mezcla de tungsteno con el oro para lograr una joyería con una menor huella de carbono y las mismas características de resistencia, brillo y duración. Será frívolo pero no deja de ser una muestra más del empeño existente en mejorar la sostenibilidad de nuestros hábitos e industrias sin necesidad de pensar en la imagen final del planeta de los simios. 

Esa fundación ha detectado y estudiado hasta mil ideas como estas y otras están en ese proceso de búsqueda y financiación de procesos similares. A lo mejor lo que necesitamos es un poco de esperanza y un mucho de apoyo a todos esos investigadores y científicos y gente con ideas que están dispuestos a poner su grano de arena para el bienestar futuro de la humanidad. Algo más comprometido que querer largarte a Marte como Musk. 

Incluso es posible creer que los desastres de nuestra tecnología puedan revertirse con más tecnología. 

No apaguen el aire todavía. A saber de dónde van a venir los vientos dentro de muy poco si somos capaces de abrir la mente …y la cartera de la financiación.