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No ceder jamás a la involución

Eva Amaral en el Festival Sonorama.
15 de agosto de 2023 21:43 h

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Los signos son ya alarmantes: caminamos hacia una involución extrema. La fuerte inversión en ignorancia y en egoísmo individual que caracteriza esta época da los frutos apetecidos, en una era de profundo desconcierto en la que los de siempre hacen su agosto todo el año. Argentina se suma a la fiebre de volcar el descontento en un charlatán de delirantes propuestas, promocionado profusamente por la televisión y las redes donde manejan a su servicio miles de cuentas falsas, difusoras de odio y mentiras. Un clásico que se expande por diferentes países. La vida humana de pobres y desvalidos ya no cuenta. Páguese sus gastos con la venta de sus propios órganos, dice Javier Milei, 52 años, el candidato más votado en las primarias argentinas. Aquí, bien cerca, hemos podido comprobarlo en el trato a los ancianos durante y después de la pandemia. Ese mismo Milei que acaba de espantarnos con sus delirios cuenta con correligionarios españoles de la cúpula de Vox que se fotografían ufanos a su lado.

Todo tiene un principio. Se ve venir, se avisa y no se frena porque es más rentable a quien convenga. Diciembre de 2018. Vox entra por primera vez en un parlamento autonómico, Andalucía, gracias a 400.000 votos que les otorgan 12 escaños. Hoy apoyan al partido de ultraderecha tres millones de seres y han llegado a tener en el Congreso 52 diputados, con notable capacidad de actuación (dos mociones de censura por ejemplo). La merma actual hasta 33, ha sido suplida por el PP en las autonómicas y locales al aumentar exponencialmente su poder y aceptar su ideario que sin duda comparten. Un gran avance ultra.

Desde 2016 se desarrolló, a la par del impulso a los neofascismos, el ataque sistemático a través de la todavía impune “policía política” de Rajoy y Fernández Díaz que, a la vista de las pesquisas políticas y judiciales, usó recursos del Estado para atacar con bulos prefabricados a Podemos y los independentistas catalanes. La labor fue profusamente apoyada por las cloacas mediáticas. Con total impunidad también, incluso de audiencia. Añadan ustedes que esa doble siembra cae en cerebros evanescentes, trabajados también para que luzcan así. Y la fascinación que causan en ellos los especímenes de la farándula tertuliana. Para odiarlos a venerarlos puede llegar el día que tengamos alguno de candidato al gobierno.

El problema –involución fascista y promoción de la idiotez y el egoísmo– es de enormes dimensiones y se extiende por gran parte del mundo que se llama civilizado. Y tiene en el ataque al feminismo un enganche que influye decisivamente. La rebelión de las tetas no es nada trivial. Amaral sabía lo que hacía, por qué y a qué se arriesga con su gesto valiente.

Es la exhibición de lo que erotiza al hombre lo que está mal visto. Simplemente. En diferentes culturas. El pecho de las mujeres o el pelo en el caso de los musulmanes. Y hay que taparlo. Son para disfrute único del poseedor de ese gusto. De ahí que en los extremos del talibanismo veamos a mujeres ocultas en vida. En Afganistán como extremo. En Irán, donde solo quitarse el pañuelo hiyab lleva a la cárcel y duros castigos, incluso a la muerte. Y no es casual. Al hacerlo se oculta mucho más de las mujeres que su cuerpo o su pelo. Supongo que saben que durante el franquismo las mujeres y niñas no podían entrar en las iglesias si no se cubrían la cabeza con una mantilla. Y que, ahora, está desapareciendo el topless de las playas y piscinas, sustituidos por el tanga mínimo, dado que –de momento– el culo femenino –caribeño, papito, reguetón– juega en otra liga.

En el caso de Amaral creo intuir que se añade el pasmo con el gobierno que se ha mercado nuestra tierra, Aragón. El más radical en España de la alianza ultra PP Vox. De este modo, el nuevo presidente ha logrado portada en ABC. Rara vez el Aragón progresista –que lo hubo intenso y ejemplar– logró semejante “privilegio”.  

Es una rabia inmensa la que invade cuando se mira desde el presente cuánto ha logrado este desastre y el previsible futuro que avanza si no se cambia de rumbo. Cuesta doble esfuerzo rehacer los pasos que se ceden en la defensa de los derechos que parar la embestida. Y mucho más tiempo. La involución nunca descansa. El dique hay que ponerlo nada más se advierte: el “no pasarán”. Porque cuando pasan, estamos perdidos. El machismo que arraiga tanto en su vertiente masculina como femenina se rasga las vestiduras diciendo que no hay ninguna necesidad de la reivindicación de Amaral. Quien no entienda que esto no va de tetas solo, no tiene ni repajolera idea del mundo en el que viven, o quizás sí y quieren mantenerlo y que nos arrastre la corriente desatada. Nos están rodeando en una espiral que se ensancha ya hasta Argentina.

A punto de constituirse la mesa del Congreso para la nueva legislatura –de haberla ahora– la responsabilidad histórica de cualquier demócrata ha de tener en cuenta precisamente el mundo en el que vive y lo que cabe predecir según se actúe. No hay excusa, ni habrá perdón.

  

  

 

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