Zona Crítica

¿No era el PP el mejor gestor del mundo?

4 de febrero de 2022 00:34 h

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Supóngase que a usted lo nombran o la nombran CEO de una multinacional de redes sociales y que bajo su gestión la comunidad de seguidores se desploma mientras que la media de las empresas del sector registra aumentos notables. Imagínese que la perspectiva de su compañía es perder en la próxima década muchos más followers, frente a un crecimiento generalizado en el sector. E imagine además que los expertos diagnostican que el modelo de negocio impulsado por usted es “poco intensivo en conocimiento”, lo cual ha influido seguramente en la espantá de los seguidores. ¿Qué le sucedería? Tranquilo, se lo digo: los accionistas lo pondrían de patitas en la calle, por mucho que usted jure y perjure que las cosas van a cambiar, que tiene planes ambiciosos de modernización, que los dividendos se van a disparar a la estratosfera...

Vayamos a otro escenario. Suponga que usted preside un país donde el 30% de los habitantes ha tenido que emigrar ante la falta de horizontes en su tierra; que bajo su mandato la sangría demográfica ha continuado rampante, y que los pronósticos son que la marea migratoria siga a un ritmo similar en la próxima década. Imagine que un informe de expertos advierta de que bajo su gestión se está produciendo una preocupante “fuga de cerebros” porque los trabajos que se crean en su país son muy básicos y precarios y no exigen mayores conocimientos y formación. ¿Qué dirían de usted? Le aseguro que de “Maduro” no lo bajarían.

Ahora no supongamos ni imaginemos nada. Usted es el Partido Popular, formación que lleva gobernando Castilla y León desde 1987. Treinta y cinco largos años. Usted recibió la comunidad con 2.579.204 habitantes, y hoy tiene 2.379.530. Casi 200.000 –un 7,75%– menos, mientras la población del conjunto de España aumentaba en el mismo período 8,6 millones, un 22,3%. La hemorragia demográfica ha continuado imperturbable durante los dos años y ocho meses de mandato del último presidente, Alfonso Fernández Mañueco. Y las proyecciones del INE indican que para 2033 la cifra de habitantes de su comunidad caerá a 2.208.551. Un 7,7% menos que hoy. Este cuadro no tiene otro nombre que fracaso. Un fracaso descomunal que tiene a la comunidad más extensa de España sumida en un estado alarmante de abandono. 

Es cierto que el problema de la despoblación viene de antiguo y se intensificó a partir de los años 60 como consecuencia del desarrollismo del franquismo tardío. Un informe reciente del centro de estudios de CaixaBank ayuda a ilustrar la magnitud del fenómeno: entre 1950 y 2019, la comunidad perdió el 16,4% de su población, mientras que en el conjunto de España aumentó un 69,5%. El peso poblacional de Castilla y León en el país cayó en ese período del 10,2% al 5%. La imparable ola migratoria se ha traducido en un envejecimiento acelerado de la población: la comunidad registró ya en 1988 menos nacimientos que defunciones, 27 años antes de que este saldo vegetativo negativo se reprodujera en el conjunto de España.

Sí. El problema no es nuevo. Pero, ¿Qué ha hecho el PP, partido que alardea de ser el más eficaz gestor público, para revertir esa dramática situación durante su largo reinado en Castilla y León? Los datos hablan por sí solos. Salvo un paréntesis en la primera década del siglo XXI, en que la población de la comunidad experimentó un ligero incremento gracias en gran medida a la inmigración (sobre todo latinoamericana), la pérdida de habitantes ha sido permanente. Incluso aquel incremento fue sustancialmente menor que el del conjunto de España. ¿Quieren saber qué resultados arrojó la implementación de la cacareada Agenda por la Población de Castilla y León 2010-2020? Pues que en esa década la comunidad sufrió la mayor contracción poblacional de su historia: una caída del 6,5% –dos décimas por encima de la que se registró en la década de los 60–, mientras que la población española aumentaba un 1,6%. Otro fracaso.

Resulta evidente que los discursos del PP para contener la emigración han sido poco más que humo. El mercado de trabajo de Castilla y León no logra absorber ni encandilar a los jóvenes, menos aún a los más preparados. Según el estudio de CaixaBank, el mercado laboral refleja un modelo productivo “sustentado en sectores y actividades poco intensivas en conocimiento” y el problema de la inserción laboral de los jóvenes “deriva en una preocupante ‘fuga de cerebros’”. La tasa de emprendimiento en la comunidad está por debajo de la media del país. El número de empresas creció un 8,7% entre 2000 y 2019, frente a un aumento del 29,6% de media en España. Sin duda, Castilla y León tiene muchas potencialidades, tal como señala el informe, pero los sucesivos gobiernos del PP no han sabido aprovecharlas de modo que contribuyan a frenar la estampida migratoria. La situación ha llegado a tal extremo que el 70% de los municipios de la comunidad tienen la consideración de “desiertos demográficos”, y muchos de ellos están condenados a la desaparición cuando fallezcan sus envejecidos habitantes. 

El PP y Vox han intentado centrar el debate electoral en unas declaraciones del ministro Garzón a The Guardian sobre la ganadería intensiva, que ambos partidos se encargaron de manipular previamente. Sin desconocer la importancia del sector agrícola, es importante saber que este representa tan solo el 3,4% del valor agregado y el 6,4% del empleo en Castilla y León. Los mayores generadores de puestos de trabajo son las administraciones públicas (el 21,7%), el comercio, la hostelería y el turismo (20,4%) y la industria manufacturera (16,3%). La derecha ha hablado poco de estos sectores, ocupados como están en tomarse fotos entre vacas y cerdos para demostrar que nadie como ellos defiende los intereses de los castellanoleoneses y de España. Pero la realidad es tozuda y la despoblación ha terminado por imponerse como el tema más candente de campaña. Habrá que esperar al 13 de febrero para ver si los castellanoleoneses vuelven a llevar al gobierno al CEO que desde hace 35 años no hace más que perder followers.