Diría que hay una cuesta de enero periodística y cívica también. Agotados del año que termina sin solucionar temas esenciales, volver a enfrentarse a ese camino empinado de tareas pendientes resulta disuasorio. La actualidad las trae, sin duda, cargadas de ese irritante cinismo que acompaña a una derecha y la chulesca agresividad de la otra, hermana en el tronco del mismo origen.
A veces, en días como estos, en día como éste en concreto, miro hacia atrás, que es la forma de saber de verdad si se avanza o se retrocede. 2009, comienzo -tras el ERE de TVE que nos echó a más de 4 mil profesionales- un blog: El Periscopio. El primer “post” fue precisamente en la noche de Reyes, hace 15 años. Israel bombardeaba a los palestinos -niños también, como siempre-, y los nuestros aquí llevaban tres semanas de fiesta recibiendo regalos.
El pueblo al que dios prometió -dicen- una tierra donde asentarse fue brutalmente gaseado por el nazismo. El mundo se conmovió, aún nos conmueve y nos irrita aquella atrocidad, pero el tiempo ha convertido a Israel en mano exterminadora. Otro dios alienta a los palestinos, pero no hay nada ni nadie más, realmente eficaz, de su lado. No hay dos versiones, dos lados, dos visiones. Equilibradas, no. Uno mata con demasiadas complicidades. Las cuantiosas resoluciones de la ineficaz ONU y sus antidemocráticos derechos de veto piden a Israel volver a las fronteras iniciales pero nadie les obliga a cumplirlas. No me quito de la cabeza las dos imágenes infantiles de los telediarios de hoy: lluvia de juguetes para unos, lluvia de muerte para otros, escribí. Y menos las recientes, en carne viva, que el Israel de Netanyahu despliega hoy en la zona con mayor virulencia, si cabe. Un auténtico genocidio. Bajo los mismos parámetros de hipocresía occidental. Algunos hechos vienen calcados, con más inquina si cabe.
Hace una década, en 2014, encuentro a buena parte de la prensa española convertida en regalo de Reyes empaquetado con lazos al gobierno del PP de entonces. El diario El Mundo, con su tradicional lista de españoles más influyentes, situaba en el primer puesto a Mariano Rajoy, que iba a arreglar el país de arriba abajo junto a la segunda clasificada: Soraya Sáenz de Santamaría. Todavía arrojaban las listas de empleo más de 6 millones de parados, aun con la cruel reforma laboral que impusieron. Les seguían los banqueros Emilio Botín, Francisco González y Luis de Guindos, creo que no hace falta sacar conclusiones. El cambio en este caso es que las flores siguen siendo para el PP, no para el gobierno progresista. Y TVE se incorpora a la confección de listas de españoles ejemplares.
Para 2023, opto para compararlo, por una fecha un poco más tardía que el arranque estricto del año. Acababa de producirse un intento de asalto al poder de los bolsonaristas, perdedores de las elecciones en Brasil. Pensamos que alentaría al golpismo español como lo harían otros acontecimientos posteriores. Y ha llegado en tromba, impulsado por más vientos de la misma calaña. Es preciso mirar con atención al pasado cuando se gestan los tsunamis, porque algunos que se veían venir asustan por la intensidad de su aviso.
En el Estado norteamericano de Massachusetts un proyecto de ley proponía que los presos pudieran reducir sus condenas a cambio de donar órganos o médula ósea. Y a bajo precio: un mínimo de dos meses y un máximo de un año. He intentado buscar el desarrollo que llevó tal idea. Y lo máximo que he encontrado es que, en julio, ya presentado, estaba en tramitación. Con críticas moderadas y con algún temor: la población reclusa igual no ofrece productos de su cuerpo de buena calidad. Encima.
Ahora mismo, Argentina ha elegido a un presidente -Javier Milei- que proponía en campaña la venta de órganos como medio de financiarse. Por tiempo limitado entiendo: riñones por ejemplo hay dos, pero otros órganos son exclusivos.
Lo que sí pasa en Argentina ya -entre otros muchos estropicios propiciados por el descabellado presidente ultraliberal- es que el precio de la cesta de la compra se ha incrementado casi en un 50%. Complicado, en un país con alto nivel de pobreza. Veo innecesario también sugerir conclusiones del hecho concreto allí.
Aquí, debemos fijarnos en sus correligionarios políticos, en esos PP y Vox que aplauden a Milei. A la vista del tronzado que le dan algunos de ellos a la sanidad pública, de cómo la relegan con nuestro dinero en favor de la privada -de forma clamorosa en Madrid o Andalucía-. ¿Han imaginado cómo sería nuestra salud y nuestra vida con estos mandatarios en el gobierno del Estado? Bastante se notan en las Comunidades autónomas que gestionan. Siempre hay que pensar con la cabeza, no con las tripas, que contienen hasta ácidos.
Weber también venía de lejos. Fíjense qué casualidad, hace un año más o menos teníamos al gran amigo de Cuca Gamarra y Feijóo en el PP europeo, Manfred Weber, dando pasos en defensa de los acuerdos con la extrema derecha. Ahora sigue en ello volcado en España y sus críticas al gobierno de Sánchez. Los trabajos a largo plazo deben funcionar mejor.
Entrábamos en 2023 enfangados en los fascismos y sus marcas blancas. En desfachatez manifiesta. En la aceptación social de una ciudadanía que huye de sacar conclusiones. Las hay, estas sí, pero parece que se han ido perdiendo como lágrimas en la lluvia, aunque insistamos en evidenciarlas. Vemos cosas que nunca creímos ver. La aceptación de la desigualdad como concepto. El hecho de que unos viven y los otros pueden ser usados para que otros lo hagan mucho mejor sin importar qué se les quita a cambio. Los improductivos son prescindibles, como los ancianos de las residencias de Madrid.
Las trayectorias se definen mejor a través del tiempo y ésta es ya como para plantearse enérgicamente actuar de otro modo. A veces las anécdotas, por muy flagrantes que resulten, distraen. Algunas son ilustrativas, sin embargo, como el regreso del Rey Baltasar blanco pintado de negro en los Reyes Magos del PP. O la negativa a que haya Reinas Magas. El pasado más rancio y retrogrado se nos echa encima.
Noche y día de reyes (de los de la leyenda; de los otros mejor no hablamos hoy). Aún me duele un poco que fuera una de las primeras falacias que engullimos. Porque era bien bonita y épica la fábula: alguien que desafía la gravedad para cumplir tus deseos. Nos toca hacerlo a cada uno en particular -con ayudas fiables más fácil-, y a quienes elegimos para la gestión de todos.
Si lo piensan, son pocos los que entorpecen el camino, pero bien aleccionados y distribuidos. Igual habría que pedir, incluso los interesados, un despertador de cerebros y conciencias y de la empatía del corazón, en casos extremos. Y no está de más una brújula. A mí me la regalaron en la noche de reyes también, cuando se emitió mi último reportaje en TVE, el de la despedida, y la verdad es que -de alguna manera- me ha sido muy útil.