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Nosotras y las otras

Un fantasma recorre el movimiento feminista, el fantasma de la puta. Si hay algo que nos parte en dos esa es la puta. Ahora el gran peligro es que la puta demandante de derechos termine de facto legalizando la prostitución en España. Sería el acabose. Tremendo peligro. Porque todo el mundo sabe que la prostitución en España es ilegal como las drogas. Así que no hay nada que abolir por ahora. Bueno, sí, eureka, un sindicato de personas que se consideran trabajadoras y sujetos políticos. Esa es la gran idea que han tenido el feminismo del PSOE, la Fiscalía y las tres mil firmantes del manifiesto por la ilegalización del sindicato Otras. Atención, porque hay que hacer un anuncio: el feminismo abolicionista español se acaba de pasar al bando de los antiderechos. Hablamos de oponerse a la libre sindicalización, algo que está indicado en la Declaración Universal de los derechos humanos desde 1948 nada más, y que se consiguió con sangre, sudor y lágrimas de trabajadores y trabajadoras explotadas y esclavizadas. Se fueron al pedo las feministas abolas, se desmadraron, se les fue la olla, se fueron a la re-mierda.

Digamos que no son abolicionistas, sino solo malas compañeras. Caída la careta ya no tienen que fingir que les importan las putas. No les importan una mierda las putas como no acepten abandonar su medio de vida y dejarse tutelar por la ONG abola de turno. Será por eso que poco o nada ha cambiado para las prostitutas en tantos años de feminismo abolicionista y hegemónico. ¡Y así les parece raro que quieran organizarse! Se les pide que sigan como hasta ahora, que se queden calladitas, les perdonan la vida cada vez que les aconsejan que se asocien en las sombras, que sigan simulando ante la ley que trabajan en otra cosa y así se las condena por más siglos a la clandestinidad. De paso invisibilizan a todo el resto de trabajadores sexuales. Y lanzan su putofobia desde sus puestazos, desde sus salarios, desde sus derechos ganados, desde su legalidad europea. ¿Y tú qué tal? ¿Qué tal si pedimos lo mismo para ti? ¿Qué tal si tu trabajo a mí me parece peligroso, que perpetúa el paternalismo, o sea el machismo, y la violencia, o sea el silenciamiento y la invisibilización de muchas? ¿Propongo abolirte? ¿Por qué no abolimos mejor el matrimonio, la iglesia o la policía, como proponía Angela Davis el otro día, opresión con fachada de legalidad?

Acaso les escuece que quieran conseguir algunos derechos para la vida, por ejemplo el derecho a llamarse trabajadoras, porque eso contradice la tesis abolicionista de que la prostitución es violación, es decir, todas estas inconscientes mujeres, todas, las de la trata y las que no están en la trata, las autónomas, las autogestionadas y las dependientes, las pobres y las de lujo, están siendo todas violadas sin darse cuenta y deben correr a los brazos de mamá abola y blanca y asistencialista. No veo ninguna diferencia con la misoginia de toda la vida. Tampoco se organizan en realidad, son los lobbys puteros los organizados. Siempre hay alguien detrás moviendo los hilos de la puta, la puta no piensa con la cabeza porque tiene el coño ocupado. A Otras le llaman sindicato proxeneta. Para las abolas las putas que trabajan en España y levantan la voz son todas proxenetas. Mira, me pongo más negra de lo que soy. Me pongo más puta de lo que soy. Y me pongo más putera de lo que soy. Y soy putera porque le voy a las putas, le voy a sus deseos, a sus problemáticas y a su urgencia de derechos.