Jóvenes del PP que saludan como Franco
No parece que abrir un “expediente informativo” sea la forma más adecuada de reaccionar ante las fotos de miembros de las autodenominadas Nuevas Generaciones del PP en las que aparecen saludando como lo hacían Hitler, Mussolini y Franco. Fotos de jóvenes sonrientes detrás de banderas ultras o delante de la bandera que el golpista Franco impuso en su dictadura de cuarenta años, con sus días y sus noches.
¿Qué más información necesitan sobre la catadura de los así fotografiados?
¿Qué habría hecho el PP si alguno de esos cachorros ultras hubiera salido gritando: “Gora ETA militarra”? Seguro que los habrían fulminado antes de acabar la frase. Pues bien, reproducir el saludo que caracterizó a Hitler, Mussolini y Franco es mucho más grave que lanzar ese grito.
¿Por qué el PP nacional ni siquiera desautoriza ese despliegue reiterado de gestos antidemocráticos, anticonstitucionales, y que son propios de dictadores que han asesinado a millones de personas?
Mientras se piensan la respuesta podemos avanzar que quizás es que no los dan importancia, que el hecho de que sean realizados por gente joven le resta gravedad al asunto, que no son lo que evidencian ser. Argumento este deslizado en algún medio por voceros de la derecha. Pues bien, tratar de forma paternalista el asunto, como si fueran chiquilladas, es lo mismo que mostrar condescendencia ante aquellos jóvenes que en los años ochenta en Euskadi lanzaban gritos de muerte. Está comprobado empíricamente que los que de jóvenes son totalitarios de mayores también lo son.
No cabe duda de que la ultraderecha española está dentro del PP, que si en España no hay organizaciones ultras pujantes es porque el PP cubre todo el espectro que puede ir del centroderecha a la derecha que echa de menos a Franco, no condena el terrorismo de la dictadura franquista y piensa que el 18 de Julio de 1936 en España volvió a amanecer.
Ha sido un 18 de julio de 2013 la fecha elegida por el Gobierno de Mariano Rajoy para adjudicar las obras de remodelación de la fachada del Valle de los Caídos, parque temático del franquismo, erigido por el dictador con una cruz de 150 metros de alto, 40 de ancho y cinco millones de teselas en la bóveda, mientras España se moría de hambre y miedo. Menudo golpe.
Lejos de sacar al dictador de Cuelgamuros, lejos de permitir que los familiares de los republicanos asesinados puedan sacar de allí a sus familiares –que no descasarán nunca al lado de Franco–, el Gobierno de Rajoy destina 214.847 euros, en plena crisis, a arreglar la fachada de un edificio que representa a la dictadura franquista, que es el relato del dictador.
En estos días hemos visto como en la plaza de toros de Pinto (Madrid), se ponía una megapancarta con la frase: “Adolf Hitler tenía razón”, mucho más bestia que “presos vascos a Euskal Herria”, sin que la alcaldesa, del PP, haya suspendido la corrida. Gus Hiddink, ciudadano holandés, cuando era entrenador del Valencia se negó a jugar un partido de fútbol si antes no se quitaban unas pancartas con símbolos nazis del fondo sur del estadio Mestalla. Se quitaron y se jugó.
No se si han pensado ya la respuesta los dirigentes del PP –desde luego que abrir un expediente informativo no vale–, pero deben saber que no es de recibo, en un partido democrático, que los jóvenes de ese partido, aunque aspiren de mayores a cobrar sobresueldos en negro, saluden como Hitler, se fotografíen delante de la bandera de Franco y echen de menos al dictador. Eso, en Alemania, es delito y en España debería serlo.