Un nuevo Día D para Europa... y para España

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Un acto solemne conmemora el desembarco de los aliados, hace 80 años, en las playas francesas de Normandía para liberar los territorios ocupados por la Alemania nazi en la Guerra mundial que había desencadenado. Le llamaron Día D. 50.000 soldados murieron en la operación de salvamento. Algunos de los supervivientes acudieron este jueves a la ciudad francesa. Emocionados. En sillas de ruedas algunos por su avanzada edad. Vino hasta el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, dedicado a encontrar con la mano una silla ubicada más atrás de donde la buscaba. Las crónicas nos cuentan que si dijo o no dijo. La realidad era un bofetón paradójico al crítico momento en el que vivimos, cuando los fascismos amenazan Europa –y el mundo– venciendo ahora con las armas de la desinformación y la estulticia, los intereses espurios siempre. También estaba el presidente del país anfitrión, Francia. Emmanuel Macron, el centrista que lo intentó y se perdió en tibieza, está acorralado electoralmente ya por la ultraderecha. Imágenes para un nuevo Día D en el Siglo XXI e infinidad de víctimas ni se enteran.

Este domingo 9 de junio es ese Día D aunque habrá más letras del abecedario según discurran los acontecimientos. En España nos pilla la trascendente fecha en mínimos. Desgañitados de avisar que venía el lobo, acomodado por décadas en las cloacas del subsuelo del país, se le fue alimentado en lugar de expulsarlo, y anda paseando cara al sol que sigue brillando para ellos en esta España. La que podría ser, limpia y democrática, parece que no quiere. No en mayoría suficiente al menos. Aunque, la verdad, a quien lo intenta en serio le dan por todas partes y en todos los lados. Cunde el temor de estar viviendo dominados por una organización con evidentes signos mafiosos.

Un choque sin precedentes entre Gobierno y jueces ahoga el final de la campaña, define un periódico moderado. Es quedarse muy corto, dado la embestida de un solo lado contra el otro que se limita a expresar alguna queja, en sintonía con la alarma de muchos ciudadanos. Los medios cómplices de la operación y el PP van mucho más allá: es Sánchez quien “ataca” a los jueces. Y no salimos del asombro, del bochorno, al ver las maniobras de un juez autoerigido en justiciero por sus creencias políticas, apoyado por un Consejo General del Poder Judicial caducado desde hace cinco años y medio, por los santos reales del Partido Popular. Este viernes se ha sabido que los alumnos de la Universidad Complutense, donde el juez Peinado imparte clase, pidieron por escrito expulsarlo de la docencia en febrero por sus comentarios islamófobos y por poner trabas a un discapacitado. En este ejemplar juez, que ha iniciado una causa inverosimil apoyado en una demanda con recortes de prensa de la bulosfera y que dirige con la misma impronta, se apoya el PP para pedir que Sanchez dimita por sus ataques “a los jueces”. Y es indudable que en el Poder Judicial conocen el percal de su colega.

Añadamos al Tribunal Superior de Justicia de Madrid que emprende acciones penales contra la Fiscalía atendiendo la demanda del novio defraudador de la presidenta Ayuso –con el que convive– porque el MInisterio Pùblico trató de aclarar un bulo lanzado por el asesor principal de la dirigente popular. O el Tribunal Supremo que no suelta la sentencia de la Caja B del PP hasta que pasen todas las elecciones para no interferir en los procesos de decisión. Este viernes una jueza de Extremadura ha admitido otra demanda de Manos Limpias contra un hermano de Pedro Sánchez. Vamos de pasmo en pasmo. Y sospechamos que estas cosas no suceden en un Estado de Derecho con separación de poderes.

Las concomitancias del PP, sus jueces y sus medios han llegado en sus acciones a un desborde tal que van a órdago por día ¿hasta el Día D de España? ¿Qué más falta por ocurrir en esa deriva? Al paso que van podrían llegar a entronizar en La Moncloa al líder del PP que decidan y habría equidistantes informaciones de apoyo.

Cuanto sucede hoy en España, en las vísperas de la votación europea, lo hace en esas podridas arenas movedizas. En ese fango que lejos de ser una invención existe como existen el día y la noche. Pero se debe y se puede limpiar. Un triunfo electoral de candidatos progresistas debería dar fuerzas para pasar de prometer un punto y aparte a ponerlo con rotundidad.

Los debates electorales, como el de TVE en la noche del jueves, son reflejo de la política española preocupada en general por sus intereses particulares. No solo carecen de interés en su conjunto, sino que llegan a disuadir hasta de verlos. Y, sin embargo, el domingo se deciden asuntos muy serios.

Está claro que la UE se enfrenta a retos de trascendencia en Medio Ambiente –ahí Teresa Ribera (PSOE) es una experta con ideas claras– y que la derecha, si triunfa, va a relajar aún más los controles extendiendo un mal que hoy ya es grave. El mismo problema ocurre con “el campo”, la agricultura: menos controles para la salud. La inmigración es tema estrella en las derechas como suele ser entre las posturas más radicales fascistas, la vinculan a la delincuencia sin el menor empacho. Y destaca la promoción del belicismo, dado que nos circundan dos guerras. No es poco ni nimio, precisamente, lo que gestiona la Unión Europea.

Vimos en el debate un bloque de derecha/ultraderecha tan radical que el representante del casi extinto Ciudadanos resultó ser más extremista que la propia ultraderecha oficial. Cañas (Cs) llegó a decir –para mi pasmo, se lo confieso– que la economía española “pasa por fabricar fragatas en Ferrol y en Cádiz, hacer submarinos en Cartagena al igual que helicópteros en Getafe, aviones en Sevilla o munición en Palencia”. Irene Montero, Podemos, había apuntado un hecho claro: “Si se sigue apostando por una economía de guerra no habrá margen para la economía real que afecta a las personas”.

La guerra en Europa es ya más que un rumor. Varias voces relevantes apuntan a ello, y más desde que Biden dio permiso a Zelensky para atacar objetivos en suelo ruso con armas norteamericanas como ya anunció haber hecho hace pocos días sin que trascendiera mucho más. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, en entrevista con Carlos Franganillo de Telecinco que se emitió poco antes del Debate de TVE, dijo: “Todo el mundo prefiere gastar el dinero en mantequilla que en cañones. Pero, a veces, si no tienes cañones te quedas sin mantequilla”.

Seguro que hay soluciones antes que quedarse sin mantequilla y con guerra, pero quienes la armen no acudirán al campo de batalla, salvo que el campo de batalla llegue a nuestras propias casas y vidas, vía armas nucleares . Y vuelve la imagen de Biden, obnubilado, perdido, este mismo jueves ante miles de personas y cámaras, y estremece, o la de Trump, que engrilletado o no puede volver a ser presidente. Hace falta una Europa fuerte, pero sobre todo sensata y demócrata.

Europa fue preterida por la política nacional en el Debate de TVE, o por los chismes nacionales. Producía bastante bochorno la mención de las “dos cartas” del presidente en ese contexto. El globo que han inflado con Begoña Gómez, la cónyuge de Pedro Sánchez, adquiere dimensiones estratosféricas, casi del mismo tamaño que el cinismo de un PP envuelto en decenas de tramas corruptas de envergadura. Es tan terrible verlos chapotear en ese magma que verdaderamente se muestran como el principal problema de España. Presto a seguir trasplantado a Europa con una candidata, Dolors Monserrat, que en toda su trayectoria en el Parlamento de Estrasburgo no ha hecho otra cosa que trabajar por los intereses del PP y en contra de España, centrada en dañar a su Gobierno progresista.

Una ponente del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, miembro del PP y cargo del partido hasta 2016, es la que ha decidido, contra el criterio de la Junta Electoral, autorizar el rezo del rosario con intenciones políticas frente a la sede del PSOE en Ferraz en jornada de reflexión y en jornada electoral. Y es otra imagen significativa. La derecha extrema y la extrema derecha no tienen el menor escrúpulo en dañar a las personas (7291 ancianos muertos sin asistencia médica en las residencias de Madrid son un ejemplo claro) mientras se dan golpes en el pecho con una moralina hipócrita de siglos pasados. Desde la nazi buena Meloni a la lengua viperina de Ayuso; del culmen de la mentira Feijóo a los voxeros todos.

Esto es lo que se elige el domingo. Y la calidad del aire para respirar. Y de los alimentos de la tierra. Y a qué dedicar nuestros impuestos, si a matar o a vivir. Las papeletas ya vuelan a las urnas, como mucho podemos aspirar a frenar la involución, pero eso sí cabe hacerlo, y sí lo haremos quienes seguimos creyendo en la conciencia y la justicia. Ahora bien, ha de ser también un Día D para España porque, como el Gobierno no tome ya las medidas imprescindibles que urgen, el clan avasallador va a seguir dando pasos adelante hasta que no quede nada que rescatar. El voto progresista va a ese fin también. Ya vale de avisar, toca hacer. El domingo vemos si el Día D es un punto y aparte o un punto y seguido.