No hay forma legal de que el juez Ruz siga instruyendo el Caso Bárcenas en otoño, una vez sea renovado el CGPJ. No la hay, a menos que queramos servirle a Bárcenas y, como no al PP, una nulidad del procedimiento llegue este a quien llegue. ¿Y esto no lo está buscando nadie, no? ¿o sí? Hay que aplaudir la actitud del titular del Juzgado Central 5, Miguel Carmona, y del presidente del CGPJ, Moliner, que frenaron una maniobra iniciada por la Sala de Gobierno de la Audiencia Nacional para amarrar la permanencia de Ruz antes de las vacaciones. Y hay que hacerlo porque pusieron pie en pared a un movimiento que podía viciar de nulidad el procedimiento.
No se trata de si Ruz lo hace bien o mal. No hay que mirar si es más lento o más rápido, más osado o más pacato, o si instruye pegado a las peticiones o informes de la Fiscalía y la Policía que encarga y recibe; no se trata de si es más callado, mas fotogénico o más simpático. La Justicia no es un casting. Ni siquiera se parece a un proceso de selección para un empleo. Ese ya lo hicieron antes de convertirse en jueces. En la Administración de Justicia los casos no pertenecen a los jueces sino a los órganos judiciales de manera que el destino del Caso Bárcenas y del casi finiquitado Caso Gürtel pasa por quién sea legalmente el juez del Juzgado Central 5. La Ley protege a los ciudadanos de la posibilidad de que el poder les designe jueces “ad hoc” y, por eso, la vulneración del juez predeterminado por la ley vicia de nulidad todo un procedimiento. Así que por muy bien que lo esté haciendo Ruz, no empecemos las campañas sobre su permanencia en el caso para luego decir que lo quitaron o no con aviesas intenciones. No, si Ruz siguiera con el caso una vez incorporado Carmona, sería un juez “ad hoc”.
La situación es sencilla. Ruz no es titular de la plaza, ni tiene número de escalafón suficiente para obtener un juzgado siquiera en Madrid capital, así que en ningún caso podría obtener este u otro juzgado de la AN. La intención de la Sala de Gobierno era y es nombrarlo como “juez de refuerzo” por carga de trabajo del magistrado Miguel Carmona cuando éste se incorpore a “su” juzgado. El primer punto discutible es si el Juzgado Central número 5 necesita ser reforzado. Ruz se ha considerado suficiente para servirlo desde la marcha de Garzón y ha renunciado a las medidas de refuerzo que se le propusieron. Unas medidas que la ley presenta como previas antes de llegar al “juez de refuerzo”, que es el último recurso ante un atasco indigerible. Esas medidas previas consisten en dejar su juzgado fuera del turno de reparto -es decir, que durante un periodo determinado no le entren nuevos asuntos- o bien en ser apoyado por sus compañeros jueces centrales. Ambas medidas le fueron ofrecidas en Junta de Jueces y Ruz negó necesitar ninguna de ellas para poder hacer frente a su carga de trabajo.
Resulta cuanto menos chocante que se parta de la base de que Miguel Carmona, el titular del 5, si lo va a necesitar, máxime cuando el propio Ruz da el Caso Gürtel como casi listo para ser enviado a la Sala para enjuiciamiento. Correr para ponerle refuerzo a Carmona sin que él lo solicite no se si es llamarle poco competente o poco trabajador o por lo menos menos eficiente que Ruz. No es el caso, Miguel Carmona es un magistrado con enorme experiencia. Debe ser él quien determine si precisa de ayuda o no. En realidad, es evidente que la propuesta trataba de buscarle a Ruz una salida para poder continuar en la Audiencia Nacional y no tener que regresar a, éste sí, su juzgado de Móstoles.
Demos incluso por bueno que está bien que se le buscara esa salida al juez Ruz y supongamos que Carmona consiente. Aún siendo así, haría falta un segundo salto en el vacio, éste sí absolutamente contrario a la ley, para que Ruz siguiera llevando el Caso Bárcenas. Y es que la Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ) en su artículo 216 bis 1 y 216 bis2 4º lo deja meridianamente claro: en caso de refuerzo es el titular el que se queda con los asuntos ya existentes en el juzgado y el juez de refuerzo el que se va encargando de lo nuevo que entre. Y no puede ser de otra forma, so pena de crear un juez “ad hoc” y servir esa nulidad por la que tanto suspiran muchos en bandeja.
Esto nos da también idea de la fragilidad que supone que un juez que no posee la plaza en propiedad -cuyo destino ha dependido y depende de decisiones del CGPJ que pueden prorrogarle su estancia en un órgano de gran relevancia o enviarle de nuevo a Móstoles- haya estado llevando casos de la importancia que estos tienen para los políticos. Esos políticos que, a través del CGPJ, sí pueden influir en su destino.
No tengan miedo los que temen por ahí que si llega un nuevo juez el caso se ralentizará, se eternizará o encallará. No teman. El Caso Bárcenas acaba de empezar. No se ha hecho gordo aún. Por otra parte, un juez con experiencia sabe cómo ponerse al día de los asuntos. Esperemos pues a que el titular del Juzgado Central número 5 tome posesión de su destino y decida, como la ley prevé, si quiere un refuerzo o no. Y una vez que lo haya hecho, acátese también ésta respecto al papel que le queda a Ruz.
Sería maldita la gracia que tuviéramos un Caso Naseiro bis por no ser muy estrictos en el cumplimiento de la legalidad. Los ciudadanos no iban a entenderlo ni a soportarlo. Porque hemos de pensar que nadie lo está buscando adrede, ¿no?