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OT, referente de la transfobia más común y dolorosa

Operación Triunfo promete el mejor casting de su historia en la nueva edición

Violeta Assiego

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Son varias las investigaciones que vienen señalando cómo es la discriminación sutil, esa que es fruto del inconsciente, la que más daño y sufrimiento causa a las personas LGTBI. Esa discriminación sutil no deja de ser una forma de violencia, aunque sea involuntaria. Obviamente no está sancionada por las leyes penales. No hace falta que algo esté tipificado en el Código Penal para saber que nuestras palabras, actitud o comportamiento pueden ser ofensivas, hirientes, que pueden dañar a otras personas e, incluso, exponerlas a una violencia mucho menos sutil y más directa.

Nadie está exento de los sesgos inconscientes y de los prejuicios. El debate no es si los tenemos o no, el tema es saber cuáles son los nuestros y decidir qué vamos a hacer con ellos. Podemos trabajárnoslos o, sencillamente, ponernos a la defensiva y acusar a los de la dictadura progre de ofendiditos, de tener la piel muy fina –símil que, por otra parte, no deja de ser bastante violento.

Existen multitud de materiales de empresas, ONG y universidades que explican qué son 'los sesgos inconscientes', cómo tomar conciencia de ellos e impedir que tomen las riendas de nuestras decisiones y relaciones. Es una cuestión de inteligencia emocional, no un tema de ser políticamente correctos. Potenciar la aceptación, la convivencia, el diálogo y la diversidad en los espacios cotidianos y laborales es pensar, para unos en el bien común y para otros en capitalizar el talento organizativo. Se mire como se mire, a todos nos interesa llevarnos bien (a todos menos a los que viven del cuento facha, a los que viven de sembrar hostilidad en los demás)

Personalmente, me resulta muy clarificadorala definición que hace ACCEM sobre qué son los sesgos inconscientes: “juicios o decisiones que realizamos basándonos en nuestra experiencia previa, en nuestros valores o creencias más asentados, o en asunciones o interpretaciones que hacemos de la realidad, sin ser conscientes muchas veces de la magnitud que tienen”. Yo solo añadiría: sin ser conscientes de la carga de intolerancia y estereotipos injustificados que contienen.

El pasado domingo por la noche, Iván Labanda, uno de los profesores de interpretación de Operación Triunfo, inexplicablemente planteó una situación de improvisación completamente inadmisible a uno de los concursantes, a Bruno. Inexplicable, porque semanas antes el programa había dedicado uno de sus espacios a hablar de la necesidad del respeto a la diversidad sexual invitando al periodista y guionista Paco Tomás a conversar con los concursantes e inexplicable porque de por sí la situación, tal y como se planteaba, pasaba por alto todo lo que se había comentado en dicha charla al basarse en los prejuicios y estereotipos más populares que existen sobre una mujer transexual.

El profesor de la Academia –posiblemente de forma involuntaria (por el tuit que luego puso)– dejó de manifiesto cómo ser parte de un colectivo (en su caso ser gay) no te exime de responsabilidad frente a tus prejuicios y sesgos inconscientes. Iván le propuso a Bruno, entre las risas del resto de concursantes cuando escucharon la propuesta, que representara una escena en la que descubría que su novia era una mujer trans con genitalidad que no esperaba. Bruno salió del paso continuando la mofa que ya se había suscitado y subiendo el volumen a la situación ya de por sí humillante y de la que imagino sintió que él también tenía que zafarse. Así que inconsciente e involuntariamente, no me cabe duda, Bruno prefirió ser cazador a ser cazado y resolvió la escena llamando Paco a una mujer y riéndose de ella y de su órgano sexual.

De esta forma OT se convirtió, en pocos segundos, en el mejor referente de la transfobia más sutil y dolorosa que sufren las mujeres trans. Esa misma, no tan sutil, con que el autobús de Hazte Oír las hostiga o que usa al propio movimiento feminista cuando las denominadas TERF las nombra, ridiculiza y desprecia (como Bruno) como tíos.

Ante la gravedad del suceso, quizá el programa deba empezar a revisar si además de ser gayfriendly quieren ser transfriendly e, incluso lesbofriendly o queerfriendly. El tema es que la LGTBfobia no se 'cura' incluyéndose el profesor dentro de la comunidad LGTBI. Lo saben bien las personas trans, homosexuales, bisexuales y disidentes que no responden a la estética de OT y sufren cada día las violencias sutiles y no tan sutiles del cis-hetero-patriarcado sobre sus cuerpos, sus vidas y sus sexualidades.

Las caras visibles de OT, Iván Labanda y los responsables del programa tienen ahora que tomar una elección. O victimizarse y dejar entrever a una audiencia de millones de personas que están siendo lapidados desproporcionadamente por un error, o hacer un ejercicio íntimo, discreto, personal y profundo de auto-revisión para comprender lo honda que es su transfobia. Nadie duda de que no quisieran herir a nadie, pero lo cierto es que lo han hecho. Ahora deben decidir si quieren ser víctimas o aprendices.

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