Soy tu padre
Es extraño pero la aprobación de la nueva Ley de Seguridad Ciudadana en el Consejo de Ministros, me hizo darme cuenta de que tengo una edad. Casi 40 ya. No soy ningún niño, así que me resulta muy molesto que este gobierno me trate como si lo fuera y como si él fuera mi padre. De pronto, me asqueó la sensación de sentir que unos adultos a los que tengo en muy baja estima intelectual, tuvieran la desfachatez de tratarme con la condescendencia con la que algunos mayores tratan a los pequeños. Y con alivio y mala leche pensé: “Yo ya tengo padre y no tiene la cara de ninguno de estos”.
Perdonen la brusquedad pero me he dejado la paciencia entre las páginas del BOE. Ya basta, hombre, ya basta. Quiénes son estos señoritingos para limitar mis libertades como ciudadano recogidas en la Constitución y protegidas por las leyes. Que tienen mayoría absoluta, dicen. La mayoría absoluta es solo una herramienta, no un arma ni una coartada. Además, que no les ha votado ni el 30% del censo electoral. Relativicen. No son más que unos políticos que pasaban por aquí. Y no son ustedes señores del cortijo, solo son el administrador. Recuérdenlo, que se les olvida lo más obvio.
Recuerden también que no estamos en ninguna dictadura (se supone, aunque ya lo voy dudando), así que dejen de tutelarme como si no fuera capaz de regir mis propios actos. Conozco las leyes, mis derechos, los límites, mi responsabilidad. Sé que hay leyes, Código Penal y multas que se han demostrado eficaces para que en España no haya habido grandes algaradas en las calles a pesar de las miles de manifestaciones. No necesitamos ninguna nueva ley de Seguridad Ciudadana, excepto para protegernos de gobiernos autoritarios como el suyo y de banquerzuelos, financieritos y politicuchos. Para eso sí hace falta una ley de seguridad.
Pero no necesito ninguna ley que me proteja de ciudadanos cívicos como yo. Dejen de protegernos de nosotros mismos. No necesitamos que un gobierno cuide de nuestra seguridad en la calle poniéndonos multas como un padre castiga a su hijo cuando llega a casa tarde. Para eso tenemos a los jueces, para eso ya tuve a unos padres que me educaron bien. Dejen de insultarles. Dejen de insultarme tratándome como si fuera un delincuente.
Ya sé que esta ley solo quiere protegerles a ustedes y a sus perros de presa, pero lo único que van a conseguir es que la gente tranquila perdamos los nervios y las formas. Hasta Alfonso XIII lo comprendió como recoge Josep Pla en “El advenimiento de la República”: “Podría resistir pero la fuerza material no puede emplearse cuando no se tiene la fuerza moral”. Tratan ustedes de imponer por la fuerza lo que no pueden conseguir con razones y cuando se actúa con violencia y sin razón, se cosechan tempestades.
Solo el miedo que una dictadura infunde nos podría provocar la parálisis. Pero ustedes no dan miedo porque son minúsculos, ridículos, patéticos y somos cada vez más los que estamos hartos de que ustedes actúen como un padre autoritario que legisla a golpes y actúa impunemente sin dar nunca explicaciones. Estamos hartos de que crean que somos unos críos que no nos damos cuenta de que Papá Estado maltrata a la Justicia y le mete mano a la Hacienda pública para proteger a infantas, fortunas y demás ladrones privilegiados. Ya no pueden decirnos que “cuando seamos padres, comeremos huevos” porque ya somos padres o podríamos serlo. Y estamos hasta los huevos.
Luego llega mamá Cospedal, con el pelo tan tirante como una institutriz alemana para que le agarre bien la peineta, y como si fuera la madre de España nos dice: “No vamos a consentir que este país quede en manos de los que protestan y no proponen nada”. Pero esta señora quién es para consentir o dejar de consentirnos. Si ni siquiera está en el gobierno. Si no somos sus hijos. Si España no es suya. Señora, háblenos con respeto que tenemos ya una edad.
Ahora solo nos falta que aparezca Rajoy con máscara de Darth Vader y la voz de Constantino Romero diciendo: “Yo soy tu padre”. Pues no, señor, usted no es mi padre. Yo no soy ningún hijo de... este gobierno.